Los CEO argentinos están ante una gran oportunidad
Recientemente se dieron a conocer dos relevamientos de importantes consultoras de negocios y estrategia, y los resultados de la visión de CEO argentinos versus CEO globales se contraponen y nos da pie a un debate que ya está presente en el ámbito empresarial.
Según PwC, el 70% de los CEO locales cree que su negocio puede seguir funcionando los próximos diez años, mientras que las respuestas recibidas por Deloitte revelan el pensamiento opuesto: el 85% de los líderes globales piensa que la disrupción que está sucediendo es más severa de lo que estimamos.
En los últimos meses, los nuevos aranceles y los cambios de política en Estados Unidos han contribuido a un creciente entorno de incertidumbre a nivel mundial. El cambio en la perspectiva de los directores ejecutivos globales, sumado a las principales preocupaciones en torno a la inestabilidad geopolítica y la inflación, ilustra la complejidad de liderar en el entorno actual.
Según Deloitte, los CEO se centran en tomar medidas y planificar escenarios para anticipar y abordar posibles desafíos. El 71% de los directores ejecutivos anticipa que modificará sus estrategias de cadena de suministro para mitigar los riesgos.
Aranceles Estados Unidos. (Fuente: archivo).
¿Qué está detrás de la mirada de los argentinos? Si hay algo que han desarrollado las empresas locales es una capacidad de adaptación y de supervivencia extraordinaria, el estancamiento crónico, la inestabilidad financiera, el exceso de regulaciones, han forjado una capacidad particular. Somos expertos en supervivencia y estamos orgullosos, pero debemos cambiar el mindset.
Por otro lado, el costado optimista que nos deja la opinión de los CEO locales es su relación con los logros de estabilización macroeconómica y las expectativas crecientes sobre sostenibilidad de un nuevo modelo de crecimiento, donde la competitividad y la integración global son sus bases fundacionales.
A contramano del mundo, las proyecciones de crecimiento abren un escenario de oportunidades: mientras que la tendencia global que prevalece es la del "Estado empresario", políticas industriales y subsidios selectivos, Argentina avanza en la dirección contraria.
Esto pone en blanco sobre negro la esencia del desafío que enfrenta hoy la economía: construir un puente sólido, realista y operativo que permita transitar desde el presente de escasez de reservas y desequilibrios externos hacia un nuevo equilibrio, sustentado en la generación genuina de divisas y apalancado en las ventajas comparativas del país en recursos naturales.
El objetivo no es solo macroeconómico: es esencialmente productivo. Se trata de dejar atrás un modelo centrado en el ajuste para pasar a uno de expansión basado en inversión, empleo y sofisticación exportadora.
Pero como todo proceso que requiere tiempo, la construcción de este puente exigirá recursos significativos. La tasa de inversión deberá aumentar (al menos tres puntos del PBI) para viabilizar un sendero de crecimiento sostenido. Con un resultado fiscal proyectado como neutro o levemente superavitario, el financiamiento externo recaerá íntegramente sobre el sector privado, algo inédito en la trayectoria reciente del país.
La capacidad más demandada será decodificar el mundo en una estrategia propia, que se alinea con el ADN de la empresa y el timing de lo local. En este sentido, el giro proteccionista de USA y el avance de China a través de la IED buscando compensar el menor crecimiento, sólo cambian el tono del movimiento estructural que lideran las grandes compañías tecnológicas, que son las que están redefiniendo el orden global.
Sólo repasar el último estudio de Mckinsey sobre las "arenas" del futuro nos grafican esta dimensión. Las "arenas" son una red de compañías y negocios conectadas por un cambio tecnológico excepcional, una carrera de inversiones en escalada y un mercado focalizado de gran crecimiento. El resultado, el mayor aporte para las próximas dos décadas en cuanto a creación de valor y generación de ganancias. Software y servicios IA, servicios en la nube, baterías, semiconductores, publicidad digital, movilidad eléctrica y autónoma, videogames, construcción modular, video streaming, robótica, biotecnología. Sólo algunas de las "arenas", que redefinen la idea de sectores y dan cuenta de una nueva geografía para los negocios.
Argentina será parte de ese nuevo ecosistema global e integrará las cadenas de valor futuras. Y esta será una gran oportunidad porque nos dará escala, productividad y calidad, aunque hay que entender que esta ventana es limitada, se acaba en cinco años. Nuestro país tiene todo para aprovecharla, en la medida que siga construyendo confianza, seguridad jurídica y abra la frontera a la inversión internacional.
Muchas empresas ya están actuando: están haciendo cambios en sus estructuras productivas, en automatización, en mejora de eficiencia operativa. Esa agenda de competitividad, de bajar costos, de mejorar la eficiencia operacional, tiene que estar, pero no alcanza. Debe ser acompañada por una mirada de transformación del negocio.
Una cosa es resiliencia, una cosa es competitividad bajando los costos, y otra cosa es crear valor. En un proceso de destrucción creativa, donde algunos podrán quedar relegados, otros se van a reinventar, y otros van a nacer, hay que apostar a la innovación si queremos acompañar este mercado global.