El conflicto en Medio Oriente llega en un mal momento para la economía global
El conflicto entre Israel a Irán constituye un duro golpe para la economía mundial en un momento ya de por sí delicado. Aumenta los riesgos tanto para el crecimiento como para la inflación, al tiempo que limita la flexibilidad de las herramientas fiscales y monetarias que se pueden utilizar como respuesta.
La gravedad de los efectos adversos dependerá de la magnitud y la duración de los ataques y sus represalias. Sin embargo, dado el ya elevado nivel de incertidumbre, los mercados están respondiendo negativamente.
Los precios del petróleo cotizan más de un 5% más altos, alcanzando ya los u$s 70 por barril. Esta cifra sigue siendo inferior a los máximos de enero, de alrededor de 82 dólares por barril, y a los inversores les interesa saber cómo responde la OPEP+.
Sin embargo, los precios han registrado una escalada en las últimas semanas, avivando la tendencia estanflacionaria que amenaza la economía mundial. Los mercados bursátiles han caído, haciéndose eco de una incertidumbre aún mayor respecto a la actividad económica, con un mayor riesgo de que consumidores y productores se vuelvan aún más recelosos.
A principios de este mes, el Banco Mundial proyectó una ralentización del crecimiento mundial al 2,3 % en 2025, casi medio punto porcentual por debajo de la cifra prevista a principios de año.
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Aunque descartó una recesión mundial, advirtió de que, de materializarse las previsiones para los próximos dos años, el crecimiento mundial medio en los primeros siete años de la década de 2020 será el más lento de cualquier década desde la de 1960. En ese momento se contempló un precio medio del petróleo de u$s 66 por barril para 2025 y de u$s 61 el próximo año, ante la caída generalizada de los precios de las materias primas.
Los bancos centrales deberán aumentar ahora su vigilancia ante las presiones inflacionarias que aún no se han logrado contener. Esto reduce la probabilidad de que se produzcan rebajas de tipos de interés mayores en respuesta a cualquier ralentización.
El conflicto entre Israel a Irán constituye un duro golpe para la economía mundial en un momento ya de por sí delicado. Foto: Archivo.
Mientras tanto, cualquier respuesta fiscal llegaría en un momento en que los tipos de interés se mantienen elevados y los inversores muestran una gran sensibilidad al déficit y la deuda. Los presupuestos corren el riesgo de verse afectados debido a una menor recaudación fiscal y un aumento del gasto.
Estos posibles efectos económicos y financieros negativos son especialmente relevantes para Reino Unido. La Revisión del Gasto de esta semana ha evidenciado no solo la importancia del crecimiento económico, sino también el riesgo de que los hogares, ya en una situación delicada, se enfrenten a un aumento de los impuestos a partir de octubre. Esto contrarresta el beneficio de nuevas rebajas de tipos del Banco de Inglaterra, que ahora son aún más inciertas.
La economía mundial también se enfrenta al riesgo de sufrir efectos indirectos negativos. Con el tiempo, la incertidumbre derivada de esta nueva escalada de tensión en Oriente Medio podría considerarse un factor que agrava las perspectivas del orden económico mundial liderado por Estados Unidos, lo que aviva aún más las fuerzas de la fragmentación económica.
Los bonos del Tesoro estadounidense y el dólar, tuvieron una respuesta inicial relativamente moderada al ataque israelí a Irán del viernes 13 de junio. Foto: Shutterstock.
Esto, a su vez, llevará a los países a desconfiar de los mecanismos colectivos de estabilidad, obligándolos a adoptar medidas para garantizar una mayor resiliencia interna. En última instancia, la eficiencia de la economía mundial se verá afectada.
Tampoco pasará desapercibido que los dos índices financieros globales más importantes, los bonos del Tesoro estadounidense y el dólar, tuvieron una respuesta inicial relativamente moderada al ataque israelí del viernes 13 de junio. Ambos subieron ligeramente, pero ninguno experimentaron las ganancias de los activos refugio, como ha ocurrido en otras ocasiones. Esto también es relevante a largo plazo.
Debido a la prolongada influencia de EE.UU. en la economía global y su prolongado período de excepcionalismo económico, gran parte del resto del mundo tiene una sobreponderación del dólar y de los activos estadounidenses en general. Cuanta más influencia pierde Estados Unidos en la escena global, mayor es el incentivo para que los países reduzcan esta sobreponderación.
Desde cualquier perspectiva en términos de efectos económicos y financieros, esta nueva crisis en Oriente Medio es una mala noticia que llega en un mal momento.
Recuerda a las economías y a los mercados que deben lidiar con un conjunto de factores políticos y geopolíticos cada vez más inestables. Y fomenta una migración paulatina del panorama económico actual a uno que implica una mayor fragmentación y un mayor riesgo de inestabilidad financiera.