El pasado oculto de Papa León XIV que se destapó tras su ascenso como líder del Vaticano
Muy lejos de los muros del Vaticano, el papa León XIV, dejó una huella imborrable en su oculto pasado en Chiclayo, una ciudad del norte peruano con más de medio millón de habitantes y profundas desigualdades sociales.
Desde su llegada en 2014 como obispo, no solo celebró misas o bendijo procesiones: caminaba solo por los barrios más postergados, compartía mates con vecinos y dormía en parroquias rurales sin luz eléctrica. Le decían "el obispo de las sandalias", por su costumbre de evitar el protocolo y vestir ropa sencilla.
"Tenía una memoria impresionante para recordar los nombres, los rostros, y los problemas de cada lugar", cuenta Carmen Silva, catequista en la zona de Pueblo Joven.
De obispo a referente social:
"Lo veías con la sotana remangada y una pala en la mano", contó un vecino del distrito de José Leonardo Ortiz, una de las zonas más humildes de Chiclayo.
"No temía ensuciarse, organizaba ollas populares, visitaba enfermos casa por casa y se quedaba horas escuchando los problemas de la gente" remarca.
Durante las festividades religiosas, no dormía en hoteles. Prefería quedarse en casas de familias que lo recibían como uno más. Tenía un cuaderno azul donde anotaba, a mano, los pedidos de cada comunidad.
El día que desafió a "El Niño" para ayudar a los más vulnerables
Entre fines de 2016 y mediados de 2017, el fenómeno climático de El Niño arrasó con calles, viviendas y cosechas. Mientras las autoridades tardaban en reaccionar, Prevost ya estaba en los barrios organizando la ayuda.
"Cuando las lluvias destruyeron todo, él fue el primero en moverse. Salía a pedir donaciones a empresarios, juntaba ropa, comida, y al día siguiente salía en camionetas a repartir", recuerda Janinna Sesa Córdova, quien era entonces directora de Cáritas Chiclayo.
La imagen de Prevost con botas embarradas, casco y sotana remangada se volvió símbolo de resistencia. "No iba solo. Armaba equipos con voluntarios y se metía hasta el fondo de los barrios más complicados", agrega Sesa.
Dos plantas de oxígeno en plena pandemia: la hazaña silenciosa
Durante la pandemia de Covid-19, cuando el sistema de salud en Perú colapsó, Prevost impulsó la campaña "Oxígeno de la Esperanza". La iniciativa logró lo impensado: comprar dos plantas generadoras de oxígeno para uso gratuito.
"Gracias a su llegada a donantes nacionales e internacionales, se pudo salvar a muchísima gente. Veíamos familias llorando al recibir un balón de oxígeno. Era conmovedor", dice Sesa.
En ese momento, los hospitales no daban abasto y las filas para conseguir oxígeno eran interminables. "Prevost no solo lideró la campaña, él mismo fue a recibir los cargamentos. Estaba ahí, cara a cara con el dolor", agrega.
Retrasó su partida al Vaticano para ayudar tras el ciclón Yaku
En 2023, cuando ya se preparaba para asumir funciones en el Vaticano, el ciclón Yaku provocó nuevas inundaciones en la región. Prevost, una vez más, cambió sus planes.
"Estaba listo para irse, pero cuando pasó lo del ciclón, decidió quedarse. Se puso el casco, se calzó las botas, y salió a entregar ayuda con dos sacerdotes más. Lo vimos en Illimo y Pacora cargando cajas al hombro, como uno más", relata Sesa Córdova.
El Papa que no olvidó al pueblo
La figura de León XIV en Chiclayo no fue la de un alto funcionario eclesiástico. Fue la de un líder que compartía mates, rezos y lágrimas con la gente. Quienes lo conocieron aseguran que no se olvidó de esa tierra.
"Siempre decía que su misión era caminar con el pueblo, no por encima. Por eso se ganó el corazón de todos", resume don Luis, vecino del distrito de José Leonardo Ortiz.
Hoy, desde el Vaticano, León XIV lleva consigo ese legado. Y aunque la tiara papal le quede bien, en Chiclayo muchos siguen recordando al "obispo de las botas embarradas".