Alivio global: tranquiliza comprobar que el temor a una guerra abierta es un límite que funciona
Las sociedades no se suicidan, dicen los optimistas, hasta que los misiles empiezan a surcar los cielos y reviven el temor de que la pesadilla de un conflicto de nivel nuclear se instale de una buena vez y ponga en riesgo una parte del planeta.
Eso fue lo que sucedió el sábado, cuando Estados Unidos anunció su operación Martillo de Medianoche, destinada a coartar el programa nuclear del régimen iraní, así como cualquier posibilidad de que pudieran producir armamento nuclear.
Después de 48 horas en donde las represalias y réplicas entre Irán e Israel no cesaron, el presidente Donald Trump anunció por sus redes sociales el fin de lo que bautizó la "guerra de los doce días", poniendo término a un escenario de conflicto que había elevado la preocupación diplomática a los máximos niveles.
El mundo financiero fue el primero en reaccionar, ya que pocos minutos después del anuncio los contratos a futuro del petróleo descendieron cinco dólares. La descompresión fue oportuna, porque si hay un elemento que ha sido desestabilizante en el pasado cada vez que Medio Oriente se volvía escenario de conflicto era el precio de la energía.
Donald Trump. (Fuente: archivo).
En 1973, los productores agrupados en la OPEP (en sus comienzos, doce países de los cuales siete eran árabes) resolvieron no exportar más crudo a los países que habían apoyado a Israel en la denominada guerra de Yom Kipur, básicamente a Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Canadá y Países Bajos. Cuando terminó la crisis, el precio del barril se cuadriplicó, pasando de 3 dólares a 12. El mundo, altamente dependiente de ese insumo, se enteró de lo que era la inflación. La historia se repitió a partir de 1979, cuando Irán tomó la Embajada de EE.UU. en Teherán y causó el segundo shock petrolero, con consecuencias similares.
El fin de semana, Irán había amenazado con bloquear el Estrecho de Ormuz (que conecta al Golfo Pérsico con el golfo de Omán, y es el canal de salida de 30% de la producción petrolera de la región). Pero más temprano, el mercado percibió un gesto de distensión y apagó algunas de las alarmas que se habían encendido el domingo. El régimen iraní había anticipado a Qatar el ataque que lanzó a la base estadounidense de Al-Udeid, ubicada en su territorio. Fue una primera señal, un preludio del anuncio sorpresivo de Trump.
Según el jefe de la Casa Blanca, Israel e Irán deben ser los primeros en cesar los ataques y respetar la tregua. Lo que vendrá, si eso ocurre, será un escenario de negociación que contemple revivir de alguna forma los tratados de no proliferación de armas nucleares. Tal vez haya que esperar que las palabras se transformen en hechos antes de celebrar. Pero tranquiliza saber que la clase política todavía reacciona ante la amenaza de caer al precipicio.