A principios de 1975 la formación profesional vivió un gran momento en Alicante. La Escuela de Maestría estrenaba en el mes de febrero los cursos de delineante, auxiliar de laboratorio, calefactor y topógrafo. Todo ello gratis después de la gran apuesta del gobierno, que había destinado un millón de pesetas para potenciar esta vía de estudios. «Un trampolín para la universidad», anunciaban, y es que la célebre FP, hoy diversificada aún más y accesible desde la ESO, comenzó a coger fama por su rápido acceso al mundo laboral. Y aquello era solo el principio de un camino que sedujo a multitud de estudiantes que comenzaron a ver que otro recorrido era posible para trabajar.