Un cambio necesario en nuestro Salón de la Fama
El Emergente
Por Ignacio Serrano
El Salón de la Fama del Museo del Beisbol en Venezuela reúne la figura y legado de 77 individualidades, contando ex peloteros, managers, ejecutivos, periodistas y voces legendarias. Desde su creación, en 2002, y a partir de la primera promoción de inmortales, entronizada en 2003, lo más granado del pasatiempo nacional ha entrado para siempre al lindo pabellón ubicado en Valencia.
Es un proyecto hermoso. En un rápido recorrido, sus visitantes pasean por la historia de nuestra pelota, caminando entre antiguos uniformes, fotografías, gigantografías e implementos originales de las estrellas y clubes de ayer y hoy.
El pequeño templo ubicado en la parte superior, donde se agrupan las estatuillas de los miembros del Salón de la Fama, es el punto culminante. Allí, desde el domingo, estrenan su espacio Robert Marcano y Omar Vizquel. Merecida consagración.
Las dificultades económicas que vivimos los venezolanos afectan también el Salón de la Fama. Pese a ello, sus puertas siguen abiertas, aunque proyectos y reformas se ven a menudo mediatizados por las dificultades.
Hoy, a propósito de Marcano y Vizquel, planteamos un pequeño cambio, que no debería comprometer las ya ajustadas finanzas de proyecto y que pudiera servir para hacer justicia con los héroes de nuestra infancia, no importa cuándo haya ocurrido ésta.
Es recurrente que los astros con impacto en las Grandes Ligas dominen la votación que cada año se realiza en el Comité Contemporáneo. El lugar no está destinado a ellos, en exclusiva, como tampoco está destinado solamente a los protagonistas de la LVBP. Si fuera lo primero, un Robert Pérez no tendría cabida. Si fuera lo segundo, no podría albergar la memoria de Luis Aparicio, cuyo carácter único se forjó en la MLB. Y si nos limitáramos a unos y otros, dejaríamos por fuera a Marcano o a los personajes míticos de los tiempos fundacionales, jugadores como los Héroes de 41, que hicieron grande este deporte en los tiempos del amateurismo.
Los estatutos nos obligan a cubrir todas las áreas y escoger a los mejores de todos los tiempos, no importa dónde se lucieron. Pero muchos votantes, no digamos ya el público en general, parecieran desconocer que estamos obligados a investigar y considerar la carrera completa de cada postulado, así se haya consagrado en un circuito ajeno a Venezuela.
Eso crea ruido y confusión, y contribuye con la constante postergación de ex estrellas como Leonardo Hernández (el primer 60-60 de nuestra pelota), Edwin Hurtado (el mejor pitcher criollo en postemporadas), Juan Carlos Pulido (el zurdo más ganador de la liga local) o Luis Raven (uno de los máximos jonroneros nativos en la historia). Son cuatro entre muchos ejemplos.
Casos así estarán siempre eclipsados por los Vizquel, los Bob Abreu, los bigleaguers que seguirán llegando. Y no es justo.
Como no es posible ampliar los votos en la papeleta (actualmente solo seis), dividamos la planilla del Comité Contemporáneo. Que los años pares entren los elegibles con sello grandeliga y los impares sean los viejos guerreros de la LVBP. Igual habrá uno o dos consagrados por vez, pero podremos ser más justos con todos, incluyendo esos importados de fuste que hoy en día están quedando fuera, porque no hay modo de darles la consideración que merecen.
Columna publicada en El Nacional, en su edición del martes 27 de noviembre de 2018.