Si París bien vale una misa, Venezuela vale un rosario de esperanzas
“Quien no conoce la historia está irremediablemente condenado a repetirla”. Esa oración que es casi una máxima universal, expresa muchas cosas. La frase que titula este escrito y que la historia atribuye a Enrique de Borbón, protestante y pretendiente a reinar en su nación de origen, la eligió providencialmente para simular convertirse al catolicismo y así poder reinar en Francia como Enrique IV. La prioridad o su interés como estadista (quizás por su pragmatismo y ambición), le dio sentido a su selección pública -lo que no le quitaba el sentido a sus convicciones en cuestiones religiosas ni esas pendejadas del idealismo- que ha resultado de lo peor por el maniqueísmo perverso, del poder económico mundial. Globalismo le dicen.
Maquiavelo describió en su más famoso libro El Príncipe, las variedades más sutiles de los versátiles pragmatismos para inmiscuirse en el poder político. También un manual para mantenerse en el tapete del poder público gubernamental. He escrito algunas veces que muchos de los dirigentes de los partidos políticos actuales no se han tomado el tiempo suficiente ni para leer el libro Coquito. Espero que no confundan dirigencia con liderazgo, porque parafraseando a Emilio Lovera citaría: “Se parecen igualitos”. Lamento informarles a mis desocupados lectores. No es lo mismo. ¡De pana!
En la última elección realizada en el país hubo una gran sorpresa. No ha sido la única, aunque sí tengo que confesar que ha sido la más descomunal, colosal y apoteósica. Eso no demerita el triunfo logrado en 2015 por la unidad y la mayoría de los diputados electos a la Asamblea Nacional. Tampoco minimiza los triunfos obtenidos en las cinco gobernaciones que lograron vencer a pesar del ventajismo, triunfalismo, artimañas, vivezas criollas, colaboracionismo institucional, Clap-sismo selectivo y todas esas triquiñuelas de «Les Enfants Terribles» de la revolución.
Los estados triunfantes fueron: Mérida, Táchira, Anzoátegui, Nueva Esparta y Zulia. Los 4 primeros eran líderes militantes del Partido del Pueblo. En el caso del Zulia, no. No hay ninguna diferencia, quizás la variable fue que mi buen amigo Juan Pablo Guanipa prefirió emular la actitud quijotesca plasmada en la frase de Felipe II. «Prefiero perder mis estados a gobernar sobre herejes”.
Eso no desmejora a los otros. Ellos que también son conocedores de la historia universal y optaron por recordar el sentir histórico que le valió a Enrique IV al juramentarse como rey de Francia renunciando al protestantismo. De allí la frase que se le atribuye: “¡París bien vale una misa!”.
La política es para usarla al servicio de los ciudadanos
No pretendamos que con nuestro poco conocimiento del pensamiento y la evolución política milenaria, de la historia universal, y de aquellos que se han curtido en las luchas políticas sociales, tener más conocimientos. No actuemos con la deportiva arrogancia ni multipliquemos las vanidosas ignorancias de todos los “expertos” que pululan en las redes.
Son muchos los portadores de la verdad absoluta y de las soluciones mágicas a nuestros problemas sociales y políticos. Esa es la realidad de las redes. Opiniones de miles que no tienen idea de nada.
La política es para personas serias. El momento que vivimos es inédito y será único. Servirá para análisis y estudio en las futuras generaciones. Tengo confianza en que quienes lideran las soluciones para estabilizar política y económicamente nuestro país, lo logren para beneficio de todos. Tengo esperanza en el futuro.
La historia universal nos ha regalado un capítulo para que la humanidad conozca y reconozca en la eternidad a Venezuela. ¡Ojala sea para el aprendizaje! Ojala sea a a manera pedagógica e instructiva. Dios permita que sea para el bienestar de todos en esta aldea global.
Anhelo que esta épica sea no menos interesante que la caída del Imperio Romano, el Renacentismo, la expansión de Castilla, la derrota de Hitler, el derrumbe del Muro de Berlín, la creación de la ONU y el estandarte democrático que ha representado el triunfo de Edmundo en el mundo.
Venezuela no solo será Bolívar. Será Páez, será su democracia, será su gente y será para el fin de los tiempos una nación de ciudadanos. La de los ciudadanos que triunfaron sin violencia en el tiempo más violento de nuestra historia civil.
Quizás no esté de acuerdo con muchas cosas que habrá que hacerse. Con lo que sí estoy de acuerdo es que si hay que hacerlas, hay que hacerlas. De allí que resuena en mi corazón: Si París bien vale una misa, Venezuela vale un rosario de esperanzas.
@CarluchoOJEDA
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