Amor en tiempos de guerra
Las novelas y relatos sobre el amor en tiempos bélicos son abundantes. El año pasado, los libreros franceses otorgaron el premio a la mejor novela a El soldado desafinado de Gilles Marchand (Burdeos, 1976), que ha traducido Lydia Vázquez para Seix Barral (Barcelona, 2024, 230 págs.). El tema –el amor entre, Émile, un joven de familia adinerada y Lucie, una sirvienta alsaciana– puede parecer un tanto tópico.
Sin embargo, la originalidad está en el modo de contar la relación, condicionada por el estallido y desarrollo de la Primera Guerra Mundial. El narrador, anónimo, es un antiguo combatiente, que fue herido pronto y que después se dedicó a investigar sobre desaparecidos o a intentar recuperar el honor de militares injustamente tratados. A él acude la madre de Émile, porque está convencida de que su hijo, al que dan por muerto en las trincheras, sigue vivo.
A partir de este comienzo, la novela sigue los pasos complejos de una investigación que parece destinada al fracaso, pero en la que el narrador se va implicando con pasión, en la medida en que va conociendo nuevos datos sobre las andanzas de los amantes para encontrarse de nuevo. Al final, la trama toma un giro sorprendente, con el que quedan patentes los males que aquella conflagración ocasionó a millones de jóvenes que fueron llevados al horror de las trincheras y que son los protagonistas de la historia, a los que se intenta honrar. Males que pueden aplicarse a todas las guerras.