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Karla Sofía Gascón y Javier Bardem se quedan sin Globo de Oro en la noche de ‘Emilia Pérez’ y ‘The brutalist’

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La actriz española no logró el premio a la mejor actriz de comedia o musical, pero su película sale como la más premiada con cuatro galardones, uno menos que el filme de Brady Corbet. Bardem no pudo con el fenómeno 'Shogun'

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Fue la noche de Emilia Pérez, pero por desgracia, no la de la actriz que interpreta al personaje que da nombre al filme de Jacques Audiard. El musical del cineasta francés fue la película que más premios se llevó en los Globos de Oro, empezando por el más importante, el de mejor comedia o musical, que en esta edición se dio el último porque era donde estaban las grandes favoritas de la noche (entre ellas la Palma de Oro, Anora, y el fenómeno de La sustancia).

Sin embargo, su protagonista, la española Karla Sofía Gascón, no pudo materializar el suyo como mejor actriz protagonista en una comedia o musical. Venció Demi Moore, pero no importó, porque cuando subieron todos a recoger el premio gordo de la noche, Jacques Audiard no dudó. Era ella, Karla Sofía Gascón, la fuerza de la naturaleza en torno a la que gira su película, la que debía dar el discurso final. “La luz siempre gana a la oscuridad. Nos puedes poner en jaulas, nos puedes apalear, pero no puedes cambiar nuestras almas, nuestras identidades. Soy quien soy, no quien queréis que sea”, dijo la actriz de Alcobendas, que ha recibido mensajes de odio y tránsfobos desde que ganara el premio a la mejor interpretación en Cannes.

Audiard ya había tenido oportunidad de dar su discurso, en el que habló de los tiempos oscuros, del cine como posibilidad de ofrecer luz en estos momentos tan inciertos. Por eso tuvo un gesto que le honra y que hizo que la ceremonia de los Globos de Oro tuviera un sello precioso. Emilia Pérez acabó la noche como la película más premiada con cuatro galardones: película de comedia o musical, película de habla no inglesa, canción original (El Mal) y actriz de reparto para Zoe Saldaña, el otro corazón de la película que venció a su gran rival, Ariana Grande, por Wicked. Saldaña, emocionadísima, también se acordó de Karla Sofía Gascón y usó el español para dirigirse a ella: “Nadie más que tú podía haber hecho Emilia Pérez. Eres única... ¡reina!”. Un premio muy importante para la actriz de origen dominicano de cara a sus opciones en los Oscar.

La otra gran vencedora de la noche fue, sin duda, The brutalist, la apabullante obra de Brady Corbet, de más de tres horas y media y rodado en VistaVisión sobre un arquitecto que escapa del nazismo y acaba sufriendo la ira del capitalismo salvaje en EEUU. Competía en la más despejada categoría de mejor película dramática y se llevó el premio al mejor filme, pero también el de Mejor dirección (impepinable) para Corbet y el de mejor actor en una película para dramática para Adrien Brody, que venció al otro favorito de la noche, Timothée Chalamet por convertirse en Bob Dylan en A complete Unknown.

Corbet aprovechó sus dos intervenciones para pedir respeto a los cineastas y que les dejen el corte final de las películas. “Me dijeron que esta película no se podía distribuir, que nadie la iría a ver… este premio es una oportunidad para todos los cineastas. Las películas no existirían sin vosotros. Nadie estaba pidiendo una película de tres horas y media sobre un arquitecto, pero funciona, pensemos en ello”, dijo en su segunda vez en el escenario. La primera la aprovechó para dedicárselo a la familia de Aubrey Plaza, la actriz de The White Lotus cuyo marido fallecía el mismo día de la gala a los 47 años. 

Hubo espacio para las sorpresas, que llegaron sobre todo en las categorías interpretativas. La más grande, en la de actriz dramática, donde las dos favoritas, Angelina Jolie y Nicole Kidman (también a Tilda Swinton por La habitación de al lado) vieron como la actriz brasileña Fernanda Torres lograba el premio por Aún estoy aquí, el emocionante filme de Walter Salles sobre una familia en la dictadura brasileña. La intérprete, sorprendida y emocionada, se acordó de su madre, Fernanda Montenegro, que hace 25 años estuvo en la ceremonia, nominada por otra película de Salles, Estación central de Brasil. Una cuadratura del círculo hermosa, perfecta y, sobre todo, de justicia con un papel luminoso. Torres sale disparada para luchar por la quinta plaza del Oscar a la Mejor actriz que ahora parece mucho más abierta que nunca.

También sorprendió (aunque no tanto) el de Mejor actriz de comedia o musical para Demi Moore por La sustancia, pero uno de los fenómenos culturales del año no podía quedarse sin premio. Se lo llevó a costa de la favorita Mikey Madison, que había arrasado en los premios de la crítica por Anora, y de Karla Sofía Gascón. 

“He estado haciendo esto durante mucho tiempo, más de 45 años, y esta es la primera vez que gano algo como actriz. Hace treinta años, un productor me dijo que era una actriz de palomitas. En ese momento pensé que esto era algo que no se me permitía tener. Que podía hacer películas que tuvieran éxito y ganaran mucho dinero, pero que no me podían reconocer. Me lo creí. Eso me afectó, hasta el punto en que hace unos años pensé que tal vez esto era todo. Tal vez no tenía nada más que ofrecer”, dijo Moore ares de agradecer el guion y la llamada de Coralie Fargeat en esta crítica a la presión sobre las mujeres para estar bellas y jóvenes.

Ni se esperaba el premio para Sebastian Stan, que optaba por partida doble como Mejor actor dramático y como Mejor actor en una comedia o musical. Finalmente se llevó el segundo por A different man, por la que ya ganó en el Festival de Berlín. Una comedia negra sobre un hombre con una malformación en la cara que decide operarse para descubrir que todo sigue igual. “Tenemos que acabar ya con nuestra ignorancia y nuestra incomodidad en torno a la discapacidad. Tenemos que normalizarlas y seguir exponiéndonos a nosotros y a nuestros hijos a ellas. Fomentar la aceptación. Una forma de hacerlo es seguir defendiendo historias que sean inclusivas”, dijo el actor que también se acordó de su otra película, The apprentice, donde da vida a Donald Trump de joven.

Donde no hubo campanada fue en Mejor actor de reparto. Kieran Culkin apunta al Oscar por A real pain. Ha arrasado en los premios de la crítica y se ha llevado el primer premio importante. Está haciendo lo que se llama la carrera perfecta en un papel que llega en su mejor momento y en el que repite los patrones de su personaje en Succession (y que muestra en cada entrevista y premio que gana).

Muchos daban por hecho que el de Mejor guion sería para Anora, pero aquí llegó otro de los giros que tenía preparada la Asociación de Prensa Extranjera, que prefirió la adaptación de Peter Straughan en Cónclave, el thriller papal que solo ganó este premio, pero que provocó que Anora se fuera como la gran derrotada de la noche. El premio a Cónclave llegó el mismo día que saltó la polémica debido a las declaraciones de Megyn Kelly, expresentadora de Fox News, acusándola de “profundamente anticatólica”. En la sala de prensa Straughan fue preguntado y respondió sin ambages: “No creo que la película sea anticatólica. Fui criado como católico. Yo era monaguillo. Creo que el mensaje central del Cónclave es que la iglesia siempre tiene que volver a encontrar su núcleo espiritual, porque tiene mucho que ver con el poder”.

Para cerrar con la sorpresas, el premio a la Mejor película de animación fue para el filme más independiente de todos, Flow, la película lituana sin diálogos sobre un gato en una inundación que conquistó a todos en Cannes y ha ido convirtiéndose en una película dispuesta a desafiar a Pixar y Dreamworks.

Tampoco pudo llevarse el Globo de Oro la otra opción española de la noche, Javier Bardem, que optaba al premio en las categorías televisivas como actor de reparto por Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez y que se tuvo que enfrentar al fenómeno Shogun, la serie de Disney+ que arrasó llevándose los cuatro premios a los que optaba: serie dramática, actor en serie de drama, actriz en serie de drama y actor de reparto. Los premios televisivos de la Asociación de la Prensa Extranjera casi calcaron los Emmy de hace unos cuantos meses, ya que en comedia repitió triunfo Hacks (que también logró el de Mejor actriz de comedia para Jane Smart); y como miniserie triunfó Mi reno de peluche, el fenómeno inesperado de Netflix que también logró el de actriz de reparto.

Poca sorpresa y poco riesgo en una gala que, eso sí, volvió a parecerse a sus mejores noches, aquellas en las que Ricky Gervais o Tina Fey y Amy Poehler mostraban el lado canalla que los Oscar nunca se atreven. Tras un par de ediciones donde la ceremonia hizo aguas sin encontrar ni el tono ni el presentador adecuado, la cómica Nikki Glaser invocó el espíritu de Gervais para ofrecer una ceremonia divertida y llena de mala leche. Ella fue allí a hacer bromas a costa de los invitados y lo hizo de una forma inmejorable.

Comenzó su monólogo describiéndo los Globos de Oro como “la gran noche de Ozempic”, haciendo referencia al medicamento que se ha popularizado entre las celebrities para adelgazar. Se rio de la poca audiencia que tiene Peacock, el servicio de streaming de NBC, y lanzó unas cuantas bromas hacia Weinstein y el Me Too. “Es la primera vez que estoy rodeada de productores en el Hotel Beverly Hills y tengo todas mi ropa puesta” o cuando dijo que la gala quedará para el recuerdo cuando dentro de cinco años la gente buscara la imagen del tipo “al que finalmente pillaron”. Hubo también dardos para Joker 2, y demostró que no hubo miedo a bromear sobre cualquier tema cuando describió a Adrien Brody como un “doble superviviente del Holocausto” haciendo referencia a su papel en El pianista y el que le llevó de nuevo a la gala, el de The brutalist. 

Glaser sorprendió y convenció en una ceremonia que muestra que Hollywood ya ha perdonado a la Asociación de Prensa Extranjera y que también confirma que el cine de calidad pasa por los festivales de cine y los premios cada vez les prestan más atención. Emilia Pérez fue la revelación de Cannes y The brutalist la de Venecia. Ambas eran proyectos que antes de su paso por aquellos certámenes parecían de nicho, y que gracias a la repercusión en sus primeras proyecciones consiguieron que la industria pusiera los ojos en ellas.




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