Pacto PP-Vox en Sevilla: el alcalde que no quería abrir debates ideológicos acaba por aceptar postulados de la ultraderecha

Lo dijo una y otra vez al presentar sus dos proyectos de presupuestos, para 2024 y 2025: eran cuentas descargadas de ideología y que perfectamente podía respaldar cualquier partido político. No solo eso, sino que el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), reiteró en campaña que en la política municipal sevillana “sobra mucha ideología y falta gestión”. “Lo que no quiero es abrir debates ideológicos a los sevillanos, no estoy para eso”, defendía el entonces candidato que hoy, como regidor, empieza a acumular acuerdos con Vox con los que está avalando varios de los mantras ideológicos de la ultraderecha.

Sanz no quería debates ideológicos, pero cuando ha tenido que cruzar este Rubicón, lo ha hecho para blindar la estabilidad de su mandato. Y eso consciente de que en las elecciones municipales de 2023 cosechó no pocos votos en la horquilla de centro-izquierda, en un momento especialmente convulso en el debate político nacional antes de que el PSOE de Pedro Sánchez resistiese contra pronóstico en las generales que se convocaron a continuación.

“Yo no quiero cambiarle la ideología al votante socialista en Sevilla, quiero que me preste su voto”, pedía Sanz, que logró arrebatarle un concejal al PSOE hispalense para imponerse. Surgió un ayuntamiento con un bloque de PP y Vox mayoritario, pero con lo que no contó el alcalde fue con que la formación de Santiago Abascal se iba a enrocar: o entraba en el gobierno local, o no contaría con su apoyo. Y así fue durante muchos meses.

Un final con el que todos contaban

Ha hecho falta año y medio para que esta historia de amor político, con la que todo el mundo contaba de antemano, cristalice en hechos. Hubo de por medio un amago de pacto de gobierno, en teoría desmontado por un Juan Manuel Moreno que no quiere coqueteos con la ultraderecha que salpiquen su perfil de moderación. Esa línea es la que ha mantenido de forma escrupulosa Sanz, una forma también de no asustar a ese voto prestado, hasta que el viacrucis para aprobar las cuentas de 2024 –que no estuvieron hasta agosto tras una cuestión de confianza que perdió– le hizo cambiar radicalmente de postura.

El alcalde tiene la certeza de que 2025 es el año clave de su mandato, y para eso necesita un presupuesto aprobado cuanto antes (la sesión plenaria para ello será el 15 de enero) que le permita echar a andar muchos de los proyectos que serán su cuenta de resultados en las elecciones de 2027. El objetivo es que el fruto de esta gestión dé el suficiente rédito electoral, incluida la retención del ciudadano que le respaldó como voto de castigo al PSOE.

En ese trance, Sanz lo ha apostado todo a desbloquear un mandato en el que, hasta la fecha, había encontrado más apoyos a su izquierda que a su derecha. Pero esto implica pagar el peaje de pactar con Vox, al que ha empezado a hacer concesiones para compensar su renuncia a entrar en el gobierno. La nueva sintonía cristalizó tras el verano, y pronto empezó a dar sus frutos: acuerdo para la limitación de pisos turísticos, aprobación de las ordenanzas fiscales, iniciativas de la ultraderecha que salían adelante en el pleno...

El peaje ideológico

Estos apoyos no habían tenido un coste ideológico excesivo hasta ahora, pero la cosa ha cambiado cuando ha llegado el momento de los presupuestos. Vox fue la única formación que presentó propuestas (PSOE y Podemos-IU van a la enmienda a la totalidad) y el PP le aprobó 14 de 20. Ahí se incluían aspiraciones que están en el ADN de la formación de ultraderecha: recortes en partidas de igualdad y atención a migrantes, un convenio con la asociación Provida para apoyo a la mujer embarazada y aumento de las partidas económicas para organizaciones asistenciales religiosas.

Eso fue el martes, y el jueves llegaba el momento de la foto oficial, con puesta en escena solemne y José Luis Sanz dando un nuevo paso en esta senda con la rúbrica junto a la portavoz de Vox (Cristina Peláez) del acuerdo que se ha bautizado Transformar Sevilla. Ahí, junto a proyectos como impulsar promociones de vivienda, transformar la Ronda Urbana Norte o aumentar la plantilla de la Policía Local, se colaban una oficina antiokupas, otra de apoyo a la natalidad y la reducción de plazas en los albergues municipales.

De este pacto se conocía después que incluye un anexo, en el que se rescatan casi todas las enmiendas que no fueron aprobadas el martes. Aquí vuelve a ocurrir lo mismo, y entre inversiones en polígonos empresariales, reasfaltado de calles y un museo del flamenco, se ha incluido una de las mayores prioridades de Vox como es dar mayor enjundia al día del patrón local, San Fernando, que a partir de ahora será fiesta mayor de la ciudad. Junto a ello, ayudas a la natalidad y limitaciones en las subvenciones para cooperación internacional y el colectivo LGTBI.

Un mandato desbloqueado

El acuerdo ha sido celebrado con alborozo por el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, en una visita al Parlamento andaluz, en la que no escondía el eco nacional de este paso e instaba al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, a tomar nota para replicarlo en Andalucía. Un Moreno, por cierto, que ha avalado una negociación de la que se le ha ido informando puntualmente.

Este entendimiento le garantiza a Sanz no solo el presupuesto para 2025, sino que va más allá porque muchos de los compromisos escapan de este marco temporal. De hecho, en el propio documento se resalta ante un “plan de trabajo conjunto” entre los grupos municipales de PP y Vox. El alcalde no lo considera un pacto de estabilidad –“ojalá lo fuera, no es tan ambicioso”–, pero sí que le despeja el mandato hasta las próximas elecciones al desbloquear proyectos de enjundia y guardarse en la recámara la bala de otra cuestión de confianza (la ley prevé dos) vinculada a las cuentas.

De puertas para fuera, el regidor lanza el mensaje de que esto es por el bien de la ciudad, que es una alianza sin “lecturas políticas”. “Sevilla no necesita debates partidistas y sí acometer obras”, defiende, poniendo el acento en que el acuerdo “lo firmaría cualquier sevillano porque recoge medidas sensatas y necesarias”. Eso sí, abriéndole las puertas a la agenda ultra de Vox y autoenmendándose en aquello de no abrir debates ideológicos.