Los historiadores cifran en al menos 463 los muertos en el campo franquista en el que al PP “no le constan” decesos
El investigador Dionísio Pereira sintetiza los datos a partir de la información recopilada por el proyecto Nomes e Voces, coordinado por la Universidade de Santiago: "Es una cifra de números, son solo las víctimas que están verificadas, con nombres y apellidos"
El PP relativiza en el Parlamento gallego el campo de concentración de San Simón: “No nos consta que hubiese muertos”
Al menos 463 personas de las que pasaron por el campo de concentración franquista de la isla de San Simón, en la ría de Vigo, murieron. Ocho, asturianos y leoneses procedentes de otro campo en la desembocadura del Miño, fusilados; un número indeterminado en sacas y paseos y más de 400 debido a las condiciones extremas del lugar y el maltrato de los guardias. Todas tienen nombres y apellidos, las registró el proyecto Nomes e Voces, que la Xunta de Galicia activó en 2006 tras un acuerdo con la Universidad de Santiago, y las sintetizó el historiador Dionísio Pereira. El Partido Popular aseguró este miércoles en sede parlamentaria que “no le constaba que hubiese muertes” en San Simón.
“Es una cifra de mínimos, solo las muertes que están verificadas a través de fuentes documentales, de historia oral o bibliográficas”, advierte Pereira en conversación con elDiario.es. Indignado al escuchar la intervención del diputado popular José Luis Ferro Iglesias, escribió una pequeña entrada en sus redes sociales: “Con toda seguridad no son todas, porque falta documentación (algo que todavía hoy lastra la investigación del criminal sistema penitenciario franquista) y también porque hubo múltiples sacas de presos que aparecieron muertos en muy diversos lugares de la provincia de Pontevedra”. El proyecto Nomes e Voces fue el esfuerzo más articulado y sistemático por perfilar el carácter, la intensidad y las víctimas de la represión del primer franquismo en Galicia.
Los franquistas recluyeron en San Simón, dos islotes de un total de 250 metros de ancho por 84 de largo, unos 6.000 demócratas y republicanos entre 1936 y 1943. Llegaron a hacinar unos 1.000 presos al mismo tiempo. Enfermedades como el tifus o la disentería eran habituales. Pereira relata como la base de datos de Voces e Nomes permite conocer la edad, la profesión o la procedencia de los muertos de San Simón. “Los que murieron en la isla debido a las condiciones de alimentación o las dolencias eran gente básicamente mayor y llegada de fuera, sobre todo de Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía”. Fue una práctica habitual del universo concentracionario del franquismo distanciar a los presos de sus lugares de origen.
“Hubo varios presos que se ahogaron tratando de escapar, entre ellos el marinero cenetista Manuel Sayar Orellán”, expone este especialista en historia del anarquismo, antes de recordar que la mortalidad en la isla subió “de forma dramática” a partir de 1939 debido “al rancho miserable y las extremas condiciones de humedad”. En el verano de 1941, tal y como los investigadores Gonzalo Amoedo y Roberto Gil Moure recogieron en su libro Episodios de terror durante a Guerra Civl na provincia de Pontevedra (Xerais, 2007), fallecieron allí 250 personas. “Al ritmo de 10 o 12 diarias”, puntualiza Pereira. El Ayuntamiento de Vigo, en cuyo cementerio municipal de Pereiró se enterraban los cadáveres, pidió a Redondela, el término municipal al que pertenece San Simón, que habilitase un nuevo camposanto por no ser capaz de afrontar el desbordamiento.
Todas estas evidencias y pruebas documentales, publicadas en investigaciones académicas, ensayos históricos u obras de divulgación, no impidieron al diputado del PP José Luis Ferro Iglesias asegurar que no tenían constancia “de que hubiese muertes en la isla de San Simón”. Ferro Iglesias redujo lo sucedido en el lugar, que será declarado de la Memoria Democrática por el Gobierno central tal y como reclamaban los colectivos de la memoria, a “los abusos del director de la prisión en aquel momento”. Se llamaba Fernando Lago Búa, el carnicero de San Simón -“persona de referencia de la brutal represión de los sublevados en Galicia”, en palabras del historiador Emilio Grandío- y su primer responsable, lo fusilaron los propios alzados contra la República en enero de 1937. Lo acusaban de promover una oscura trama de extorsión a los internos, pero los detalles del caso y los implicados son aún objeto de discusión.
Digna Rivas, alcaldesa socialista de Redondela, propondrá en el próximo pleno municipal declarar a Ferro Iglesias persona non grata por “su ataque a los valores democráticos y la convivencia” y faltar “a la verdad histórica” del campo de concentración franquista. Los parlamentarios de Partido Socialista y BNG que participaban en el debate en que el popular pronunció sus palabras también arremetieron contra lo sucedido. El nacionalista Luís Bará exigió una retractación por lo que calificó de “ofensa como nunca se dijo en este Parlamento a los cientos de personas que murieron en la isla de San Simón, que fueron sacadas de allí para ser asesinadas, que fueron fusiladas”. No solo no la obtuvo, sino que el presidente de la comisión parlamentaria, Julio García Comesaña, del PP, le retiró la palabra. Al día siguiente, Bará anunció una “batería de iniciativas parlamentarias” para reclamar una recitificación de los conservadores. “Además de negarse a desarrollar políticas de memoria histórica”, acusó al PP, “ocultan y niegan una realidad muy dolorosa para cientos de famlias cuyos familiares sufrieron cárcel en San Simón y que fueron enterrados en fosas anónimas”.