Andrés Suárez, músico: "No sé en qué momento el pensar distinto se convirtió en un problema en este país"
El cantautor ferrolano reflexiona sobre su carrera y el camino recorrido hasta hoy: "Cada momento ha sido igual de importante, desde tocar en el metro hasta llenar grandes recintos"
Programación - Andrés Suárez actúa este viernes en el Palacio de Festivales de Cantabria dentro de su gira 'Viaje de Vida y Vuelta'
Con una carrera marcada por la perseverancia y el amor absoluto a la música, Andrés Suárez, un cantautor con alma de rockero, ha logrado trascender géneros y fronteras, conectando con públicos diversos gracias a su autenticidad y sensibilidad artística. Desde sus inicios en el conservatorio de Ferrol hasta convertirse en un referente de la canción de autor, su trayectoria refleja un compromiso inquebrantable con su arte. Él mismo describe su viaje como una mezcla de momentos íntimos en pequeños bares y espectáculos multitudinarios que celebran la vida y la música sin límites.
El artista repasa los hitos de su carrera, los aprendizajes que le han dejado los escenarios de España y Latinoamérica, y su constante búsqueda por transmitir emociones genuinas antes de su concierto este viernes 17 de enero en el Palacio de Festivales de Cantabria. Reflexiona sobre el éxito de su disco 'Viaje de Ida y Vuelta', nacido en pleno confinamiento, y adelanta los detalles de su próximo proyecto. En cada palabra deja claro que su misión no es solo hacer música, sino crear espacios donde la gente pueda emocionarse, reír, llorar y, sobre todo, celebrar estar vivos.
¿Cómo fueron los inicios en sus primeros años en la música?
Mis inicios en la música vienen de familia: soy nieto e hijo de cantantes. Empecé en el conservatorio de Ferrol. De ahí pasé a montar un grupo con 14 años. Cambié el piano del conservatorio por la guitarra eléctrica del rock urbano. Desde entonces, la música ha sido mi vida. No he hecho otra cosa. Siempre he sido radical en ese sentido: o música o nada. Tengo la suerte de vivir de lo que amo, y abrazo ese premio cada día. Desde tocar en el Metro de Madrid o en Libertad 8, hasta llenar un Wizink Center o a cantar para 15 personas, cada momento ha sido igual de importante.
‘Viaje de Ida y Vuelta‘ ha sido un gran éxito, llegando a alcanzar incluso el número 1 en ventas. ¿Cómo se siente al ver cómo su música ha tenido ese alcance?
‘Viaje de Ida y Vuelta‘ es un juego de palabras necesario después de una pandemia. Lo escribí en 2020, un año marcado por el dolor y la incertidumbre que todos vivimos. Durante ese encierro domiciliario, estaba componiendo canciones tristes, duras y depresivas, reflejo del paisaje desolador que nos tocaba vivir. Pero decidí borrarlas todas y reivindicar la alegría. El disco abre con un reggae dedicado a una persona con Parkinson, como emblema del álbum: reivindicar la alegría incluso en los momentos más difíciles. Este álbum es una celebración de la vida y del hecho de estar aquí, aunque algunos, por desgracia no lo consiguieron. También tiene temas muy personales: un rock and roll dedicado a mis padres, una canción irónica sobre los haters, y otras que me llevaron fuera de mi zona de confort. Me enorgullece y es un disco al que siempre le tendré un amor especial.
Hablando un poco de tus fans, ¿cuál es la diferencia entre tu público de España y Latinoamérica? ¿Encuentra alguna diferencia entre las relaciones de ambos lados del charco?
No creo que haya un público mejor o peor. Es algo peligroso e irrespetuoso de decir. Pero es cierto que en Latinoamérica, mi segunda casa, se siente una pasión y un amor muy especial por la canción de autor española. Allí, artistas como Sabina o Serrat son venerados. Se estudian en los colegios, llenan estadios de fútbol y son considerados casi dioses. En España hace 20 años cantaba en el metro, y ahora estoy aquí llenando grandes recintos. Amo mi país, su cultura y su gente, pero lo que se vive en Latinoamérica tiene una intensidad que hay que experimentar para entender. Es impresionante y una gran lección sobre el amor por la música. Para mí es alucinante cómo al otro lado del charco aman de tal manera la palabra del cantautor. Me siento profundamente agradecido con eso. Recuerdo mi primer concierto en Buenos Aires, con apenas 20 personas en un bar. Cuando empecé a cantar, recuerdo que la gente se empezó a poner de pie. Estoy hablando de mi guitarra y mi voz en un bar. Yo pensaba que era una cámara oculta, que eso no podía ser real. Así es como yo siento en la música.
Su banda es una parte esencial de su directo. ¿Cómo trabaja con ellos para crear esa sinergia en el escenario?
Llevamos 18 años juntos. Son más que mi equipo, son mi familia. Ellos están conmigo en cada paso que doy, desde ensayar mi décimo disco de estudio hasta montar los escenarios y tocar los instrumentos. Uno tiene que ser agradecido siempre. Aunque, yo esté en el frente del escenario y reciba los aplausos, ellos son esenciales en todo lo que hago. Es un equipo que quiero profundamente y a quien debo mucho.
Ha sido descrito como un cantautor con alma de rockero. ¿Qué significa para usted esta combinación, y cómo cree que se refleja en su música?
Yo vengo del rock: de La Fuga, Marea, Extremoduro, y también de NOFX y Rancid. Pero al mismo tiempo, te hablo de Juan Luis Guerra, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, y de mis versiones en los bares. Para mí, la música es música y mis conciertos reflejan eso. Empiezan tranquilos y terminan con la gente subida en las butacas dándolo todo. Entiendo que hay que etiquetar la música y definir estilos, pero yo amo desde el rock and roll al heavy pasando por la música clásica. Y mis conciertos tienden, por supuesto, al rock and roll porque vengo de ahí.
¿Qué es lo que más disfruta estando en el escenario frente a su público?
Todo. Los conciertos multitudinarios en recintos grandes son espectaculares, pero cantar en un bar, a centímetros de alguien, no hay mayor examen en la música que ese. Conquistar con solo tu guitarra y tu voz es insuperable. Hoy se habla mucho de la inteligencia artificial y los directos online, pero nada reemplaza el contacto humano. Mirar a alguien a los ojos mientras cantas y lograr que se emocione… Eso es lo que nos mantiene vivos.
Para los músicos más jóvenes que lo ven como referente, ¿qué consejo les daría sobre la perseverancia y la constancia en la industria musical?
El mejor consejo que puedo darles es el que me dio mi madre: trabaja, después trabaja, sigue trabajando, y cuando estés agotado, sigue trabajando. La suerte también se trabaja. No creo en los milagros, con todo respeto, creo en el esfuerzo y la dedicación. Si te lo curras y crees en ti mismo, las cosas terminan llegando.
Trabaja, después trabaja, sigue trabajando, y cuando estés agotado, sigue trabajando. La suerte también se trabaja. No creo en los milagros, con todo respeto, creo en el esfuerzo y la dedicación
Sabemos que está trabajando en un nuevo disco. ¿Podría adelantarnos algo sobre la línea que tomará este proyecto y qué pueden esperar sus fans de estas nuevas canciones?
Va a ser un disco diferente al anterior, simplemente porque la vida sigue y yo también. El último era muy vital, alegre, lleno de amor y humor. Este es más visceral y emotivo, porque refleja un momento de mi vida más cercano el desamor. No se puede ser feliz todo el tiempo, y escribo lo que siento. Son canciones muy sinceras en las que quiero que el público descubra que me he dejado la piel y el alma en ellas.
Vivimos en tiempos convulsos en muchos sentidos. ¿Cree que la música tiene un papel importante como herramienta para generar conciencia social o política?
Sin ánimo de ese recuerdo amargo a la mente que es la pandemia, se decía que la música, la literatura y el arte nos salvaron durante esa época. Personalmente, si no tengo música, realmente se habría perdido el raciocinio y el juicio. Ponerme una canción y cerrar los ojos, llorar y luego poder visitar a mis padres en Galicia a 700 kilómetros, fue lo que me salvó. Vivimos una realidad tan jodida, con perdón de la expresión, entre la DANA, la pandemia, la preguerra y la guerra, que parece que va todo cuesta abajo. Cuando llega la gente a un concierto y yo canto 'Rosa y Manuel', que habla sobre el Alzheimer de mis abuelos, o una canción dedicada a mis padres, la gente se pone a llorar.
Y veo cómo luego hacemos una coña con el público para que se ponga a reír, ahí es cuando siento que mi trabajo está bien hecho cuando logro que el público se evada de la realidad. Durante esas dos horas de concierto, las personas no quieren oír hablar de política ni de conflictos. Quieren evadirse, y yo también. El poder ver a mis músicos abrazados, brindando con una copa en la mano y diciendo: “Vamos a celebrar que estamos vivos y que estamos aquí”, eso es algo que me gusta también de la música, que es una evasión maravillosa. Sirve para dejar los problemas fuera del escenario y centrarse en la música, en disfrutar.
Hoy en día, se habla mucho sobre si los artistas deben posicionarse políticamente. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Yo tengo una posición política como tengo una posición social, como tengo una posición familiar, como tengo una posición en el amor. Todos tenemos una posición, el problema es cómo se vive ahora. Desde el año 2020, en este país, expresar una posición implica que se pueda romper una familia o un grupo de amigos. Ese es el problema, que la política superó el raciocinio y que estamos llegando a un punto de crispación social. Ese nivel de crispación social que nos está llevando a un lugar peligroso. Tengo ideales, pero respeto a quienes piensan diferente. Es más, creo que esas diferencias nos enriquecen porque me van a hacer pensar. Ojalá volvamos a un momento donde podamos debatir sin que eso implique una guerra emocional o social. No sé en qué momento el pensar distinto se convirtió en un problema en este país.