Mónica García ha abierto un melón con los médicos
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El Ministerio de Sanidad ha abierto un melón que está causando mucho revuelo: quiere que los jefes y jefas de servicio de los hospitales públicos se dediquen en exclusiva al Sistema Nacional de Salud. Que se limite por ley, a través del Estatuto Marco –algo así como la biblia de las condiciones laborales de los profesionales sanitarios–, la posibilidad de compaginar el trabajo en la sanidad pública y la privada.
Sabemos, aunque no tenemos datos precisos que lo pongan negro sobre blanco, que hay muchos médicos y médicas que por las tardes pasan consultas privadas. Incluso –los menos, espero– que tienen emporios de clínicas, como el caso tan loco que desvelaron los compañeros de El País del jefe de servicio de Dermatología de La Paz.
“El pluriempleo es alto en el sector pero desigual según especialidades y regiones”, dice un informe del Ministerio. Lo más lejos que se ha llegado es a estimar, a partir de los datos de la patronal de la sanidad privada, cuántos profesionales trabajan a tiempo parcial fuera del sistema público. En especialidades como psiquiatría, neumología, neurología, oftalmología o ginecología, el porcentaje supera el 50% y se pasa del 75% en el caso de los cirujanos (cardiovascular, plástica o maxilofacial).
Con estas cifras, imagínate tú si es un tema que interesa. Así que volvemos a la propuesta del Ministerio. La ministra lo contó en una rueda de prensa que era para hablar de la gripe y nos dio un titular inesperado que ha traído mucha cola durante el resto de semana.
Hay sindicatos que se inclinan a apoyar la medida, como Comisiones Obreras. Pero otros, como los madrileños de Amyts, no le ven buen color a la cosa. Piensan que es “empezar la casa por el tejado” y advierten que, si obligan a las jefaturas a tener exclusividad, “va a ser muy difícil encontrar a personas dispuestas”. Casi nada. La Organización Médica Colegial, que agrupa a los colegios de médicos de España, dice que es mejor motivar a los profesionales que obligarles a hacer determinadas cosas.
El asunto tiene miga porque entra en juego, seamos claras, el dinero y se dirige a dinámicas súper instauradas en el ecosistema sanitario. Uno de los argumentos que utiliza el Ministerio para explicar su propuesta –de momento, es solo eso porque el texto no está terminado y después le espera un trámite legislativo larguísimo– es que se utiliza el prestigio de la pública para el propio beneficio en la privada. También que la medida pondría fin a posibles conflictos de interés.
¿Tú cómo lo ves?
Mientras estabas a otras cosas...
- Este hospital público madrileño –por cierto, gestionado por la compañía Ribera Salud– ha estado diez días sin endocrinos y ahora tiene un tapón de citas pendientes y solo dos médicos a tiempo parcial. Detalles.
- Si no tose el del asiento de al lado del autobús, te tosen en la panadería. Si te sientes rodeado por virus, esta guía de los patógenos invernales te interesa.
- Venga, y buenas noticias de la Organización Nacional de Trasplantes. El número de órganos donados vuelve a marcar un récord en España, con un 10% más que hace un año. Un éxito del sistema y, sobre todo, de la solidaridad de la gente en momentos muy chungos.
Siempre nos quedará Asisa
Por enésima semana no sé desde hace cuántas: Muface. Adeslas y DKV, dos de las tres compañías que prestaban la asistencia sanitaria privada a los funcionarios y sus familias, se han bajado del carro porque no les sale a cuenta. No da suficientes beneficios porque los mutualistas se han hecho mayores y eso, querido, en seguros es un riesgo. Así que solo queda Asisa.
Mientras escribo este boletín, la patronal de la sanidad privada (ASPE) está diciendo que también quiere negociar con el Gobierno para evitar que las aseguradoras acaparen las mejoras económicas del nuevo contrato. Se quejan de que estas compañías pagan muy poco a los médicos que están en sus cuadros, una cosa que ya contamos hace dos años y parece no haber cambiado.
Y hasta aquí los enredos de la semana. La que viene, más.
Sofía