La incómoda herencia de Jean-Marie Le Pen que su hija intenta silenciar para conquistar El Elíseo
La formación de extrema derecha ha ensalzado en los últimos días la figura de su fundador, recientemente fallecido, evitando recordar las declaraciones racistas, homófobas y antisemitas que marcaron su vida política
Muere Jean-Marie Le Pen, el ultra que llevó a la extrema derecha a la primera línea de la política en Francia
“La provocación lleva a la provocación. Jean-Marie Le Pen siempre fue un provocador y a alguien así se le responde con provocaciones”. La frase pronunciada hace unos días por el veterano periodista francés Alain Duhamel resume bien las reacciones que siguieron a la muerte de la figura tutelar de la extrema derecha francesa.
El día que se anunció su fallecimiento, el pasado 7 de enero, cientos de personas se reunieron en París de manera espontánea en la Plaza de la República con botellas de champán, para celebrar la desaparición de un hombre que se calificaba a sí mismo “diablo de la república”, consciente del rechazo visceral que provocaba en la mayoría de la población francesa.
Entre la clase política, muchos prefirieron no abordar la cuestión, ante la imposibilidad de hablar del expresidente del Frente Nacional (rebautizado en 2018 como Agrupación Nacional) sin mencionar las declaraciones racistas, homófobas y antisemitas que marcaron su carrera política. “Su papel en la vida pública es ahora una cuestión que debe juzgar la Historia”, se limitó a decir el Palacio del Elíseo en un comunicado.
El primer ministro, François Bayrou, cuya continuidad en el cargo podría depender de la abstención de Marine Le Pen en una moción de censura, escribió en X un mensaje más elogioso. “Más allá de las polémicas, que eran su arma favorita, y de los necesarios enfrentamientos de fondo, Jean-Marie Le Pen fue una figura de la vida política francesa. Los que nos enfrentamos a él sabíamos lo combativo que era”.
Esas “polémicas” plantean hoy un problema a sus herederos políticos, que intentan reivindicar la figura del que fue su líder durante medio siglo, al tiempo que buscan ocultar o minimizar los discursos de odio que mantuvo. “A lo largo de seis décadas de combate político activo, demostró ser un visionario que llevó al debate público las grandes cuestiones que configuran la vida política actual, como la demografía y su corolario, la inmigración, así como la globalización y el declive de Francia, la soberanía nacional y el riesgo de dilución en la Unión Europea”, defendía el comunicado oficial de Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés).
Ninguna mención a las afirmaciones de Le Pen sobre la “desigualdad natural de las razas”, su participación en las torturas durante la guerra en Argelia, la estigmatización de las personas seropositivas, la negación del Holocausto o la condena judicial por “apología de crímenes de guerra” en los años 70 por editar un disco titulado El Tercer Reich. Voces y canciones de la revolución alemana.
Ruptura
Desde que Marine Le Pen tomó las riendas de la formación en 2011 y comenzó su estrategia de normalización (dédiabolisation en francés), destinada a eliminar las declaraciones más controvertidas —sin cambiar los ejes programáticos o la orientación del partido—, la figura de su padre se convirtió en un obstáculo. En particular, dificultaban un elemento clave en la estrategia: la conversión de una formación antisemita a un “baluarte contra el antisemitismo”, papel que reivindican en los últimos años.
La ruptura entre padre e hija llegó en 2015, en un contexto de buenos resultados en las elecciones municipales que anticipaban el crecimiento electoral de Marine Le Pen dos años después en la presidencial de 2017. En abril de ese año, en una entrevista en BFM-TV, Jean-Marie Le Pen, que aún era presidente de honor del Frente Nacional, repitió que, para él, las cámaras de gas eran “un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”.
Le Pen fue suspendido de sus funciones, una decisión a la que se opuso, llevando a su hija y a su partido ante los tribunales. Marine Le Pen acusó entonces a su padre de “perjudicar al Frente Nacional” ya que no soportaba que ella le hubiera eclipsado con sus mejores resultados. Éste respondió afirmando que le “avergonzaba que [Marine] llevara su nombre”.
El episodio ha sido recordado en las últimas semanas por periodistas y politólogos franceses que lo señalan como la manifestación de una diferencia fundamental entre Jean-Marie y Marine Le Pen: una concepción diametralmente opuesta sobre los objetivos del partido. A diferencia de su hija, Jean-Marie Le Pen nunca buscó el poder, para él la provocación y la promoción de sus ideas eran un fin en sí mismo.
Reconciliación
No obstante, después de casi una década alejados, padre e hija se reconciliarían en los últimos años de la vida del fundador del partido. Un acercamiento facilitado por el hecho de que Jean-Marie Le Pen fue apartándose de la vida política activa.
En los días posteriores a la muerte de su padre, Marine Le Pen explicó en una entrevista exclusiva en el Journal du dimanche que nunca se “perdonaría” la decisión de excluirlo del partido. “Sé que le causó un inmenso dolor. Tomar esa decisión fue una de las cosas más difíciles que he hecho. Y durante el resto de mi vida, siempre me haré la pregunta: ¿Podría haber hecho las cosas de otra manera?”.
En realidad, en la familia Le Pen y en el principal partido de la extrema derecha francesa, la intimidad y la política son inseparables desde hace mucho tiempo. Para una parte de la base militante de, en particular los grupos más radicales, Jean-Marie Le Pen ha sido siempre un icono. Otros, los nuevos dirigentes, temen que el recuerdo de Le Pen pueda volver a diabolizar el partido que ahora intenta transmitir el mensaje de que está listo para gobernar.
El problema de imagen se materializó el pasado jueves en la iglesia de Notre-Dame du Val-de-Grâce, en el quinto distrito de París, donde se celebró una misa en conmemoración de Jean-Marie Le Pen (el entierro había sido unos días antes en Bretaña). El diario Libération se hizo eco de que decenas de miembros de grupos radicales, además de conocidos activistas racistas y antisemitas vinculados a la ultraderecha, habían intentado acceder a la ceremonia para rendir tributo al que identifican como una figura tutelar. En muchos casos el servicio de seguridad del partido les impidió el acceso.
Marine Le Pen se ha convertido en experta en navegar estos dilemas ante la opinión pública francesa. “No tenemos nada de qué avergonzarnos en relación a nuestra historia”, afirmó en el coloquio con el que se celebraba el 50 aniversario del partido en octubre de 2022. Un acto en el que no participó su padre, pese a ser uno de los miembros fundadores.