Muere Bernardino Graña, el poeta gallego que cantó a las fuerzas marinas de Jackson Pollock y Reimundo Patiño
Su obra, influenciada al mismo tiempo por la Generación Beat y la lírica popular, fue decisiva en la renovación de la literatura gallega durante la dictadura
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El escritor y académico Bernardino Graña murió este sábado a los 92 años en Nigrán (Pontevedra). “Como o sol ou o mar non hai nada / como as formas xurdindo ou preguntas / non hai nada máis grande que o tigre / ou o peixe que no átomo xa agroma / e por iso defendo / unha lingua de carne e de lama”, escribió en su proteico poema Oda mariña ás forzas de Patiño e Jackson Pollock. Poeta del mar solo con permiso del vanguardista Manuel Antonio, la huella simultánea de la Generación Beat y de la lírica popular convirtió su poesía en una pieza clave de la supervivencia y renovación de la literatura gallega bajo la bota de la dictadura.
“Unha lingua de lama que aprenda / que non todo é falar e hai materia / e hai que andar e marchar de contado”, continuaba el poema, uno de los núcleos de Profecía do mar (1966), su segundo libro y talvez la obra sobre la que orbitó su trayectoria. Es, de hecho, la que incluye su texto más popular, O gato da tasca mariñeira: “Aquí non hai silencio porque hai homes / falan os homes falan / aquí non pasa o vento esa fantasma / os homes falan falan”, arrancaba el poema. “El paisaje, el habla, la experiencia amorosa y los ambientes marineros en los que creció dejaron una profunda huella en la lírica del autor”, señaló la Real Academia Galega, de la que era miembro numerario desde 2010, en un comunicado.
Bernardino Graña había nacido en Cangas, una villa de fuerte tradición marítima y sindical en la comarca de O Morrazo, en 1932. Licenciado en filología románica y autor de una tesis sobre el narrador y poeta portugués Miguel Torga, sus estancias de estudio en Madrid lo arrimaron al hoy mitificado grupo Brais Pinto. Fue esta una promoción de poetas y artistas gallegos emigrados en la capital española -entre ellos los escritores Xosé Luís Méndez Ferrín o Alexandre Cribeiro, el pintor Raimundo Patiño o el que más sería líder de la izquierda nacionalista clandestina, Bautista Álvarez-, que contribuyeron al giro modernizador de la cultura gallega. De aquellos años data su primer libro, oscuro y existencialista, Poema do home que quixo vivir: “Pregunto para que serve / tanto mundo / tanta néboa”.
Practicó además la narrativa de toda especie y el teatro. Su debut en novela fue tardío, al publicar en 2005 Protoevanxeo do neto de Herodes, una reescritura de la vida de Jesús. Pero fue la poesía la que concentró sus esfuerzos y sus hallazgos. Non vexo Vigo nin Cangas (1975) fue su título quizás más directamente político -“Cando enfrontados ventos, / cando o ceremonial do caos e asembleas, / cando o ceremonial do caos, guerra en Asia, / palbras e palabras: París, baile, / cando caen as bombas pola selva / contra o paxaro azul que lembra o ceo”, dice Vietnam 1972-, mientras Se o noso amor e os peixes Sar arriba andasen (1980) recurre a técnicas actualizadas de los trovadores medievales para cantar al amor. A este libro pertenece otro de sus poemas más conocidos, Como hei vivir mañá sen a luz túa?, que el cantautor antifranquista Suso Vaamonde convirtió en recordada canción.
Sima-Cima do voar do tolo (1984) supone un regreso al poema de aliento extendido, con aristas whitmanianas pero surrealizantes. “Refuxio cabo extremo perdición altura / ventimperio arrandeo de vaivén contínuo dubidante modo”, escribe con una mecánica vanguardista que no encontró demasiado eco entre sus coetáneos. Su siguiente libro, Himno verde (1992), anticipa algo así como la ecopoesía teorizada años después. “Sus grandes temas eran el amor, la ecología, siempre en defensa de los valores de la naturaleza, la alegría de vivir, y una inquebrantable lealtad a la tierra, a Galicia y muy especialmente a la comarca de O Morrazo y a las rías”, señaló el presidente de la Academia, Víctor Freixanes.
Su último libro de poemas lo tituló Acendede as almenaras (2008) -tres años después publicó la antología Ser auga, darse en auga. Y el poema que lo cerraba, Esta alma de cativo: “Queimados por sempre sexan, / quen queima mar, monte e meigas. // Amén. E pelados sexan / os que pelados nos deixan”.