Tras los pasos de Unamuno en Salamanca: un recorrido en el que literatura e historia van de la mano
Salamanca marcó la vida y obra de Miguel de Unamuno. Hoy te invitamos a conocer los lugares que fueron clave para este genio de la literatura y la filosofía española mientras descubres una ciudad impregnada de cultura e historia
Alicante, capital de la gastronomía 2025: una guía completa para saber qué comer, dónde y algunos planes extra
Miguel de Unamuno llegó a Salamanca en 1891 al ganar la Cátedra de Griego de la Universidad. Entonces no lo sabía, pero esta ciudad pronto se convertiría en su refugio, en su inspiración y en el escenario de sus logros y controversias. Rector de la Universidad de Salamanca, concejal y hasta alcalde honorífico, Unamuno dejó una huella imborrable en la ciudad, tanto en el ámbito académico como en el cultural y político.
“Del corazón en las honduras guardo tu alma robusta; cuando yo muera guarda, dorada Salamanca mía, tú mi recuerdo. Y cuando el sol al acostarse encienda el oro secular que te recama, con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, di tú que he sido”, escribió sobre Salamanca, ciudad que amó profundamente y que inspiró muchos de sus poemas, ensayos y novelas. Hoy, casi noventa años después de su muerte, en sus calles y edificios históricos se respira todavía su legado. Y para comprobarlo, no tienes más que acompañarnos por esta completa ruta por la Salamanca unamuniana.
Comenzando el paseo: la Plaza Mayor y el medallón de Unamuno
Nuestra ruta empieza en el corazón de Salamanca: la Plaza Mayor. En el Pabellón de Petrineros, a la izquierda del Ayuntamiento, se encuentra el medallón que homenajea al escritor representando su rostro. Este lugar, epicentro de la vida social de la ciudad, también fue testigo de las tertulias de Unamuno en el Café Novelty, donde acostumbraba a observar el bullicio de la plaza y a reflexionar sobre la vida. “Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico”, dijo una vez sobre este emblemático espacio. Quizá, la cara más famosa y conocida de la ciudad.
El Ayuntamiento: un hito histórico
El Ayuntamiento de Salamanca también ocupa un lugar especial en la historia de Unamuno. Desde el balcón principal proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931. En su discurso, que comenzó haciendo referencia a los comuneros que cuatro siglos atrás se levantaron contra el primero de los Habsburgo, Carlos I de España y V de Alemania, expresó su esperanza por un cambio histórico para el país con la salida de Alfonso XIII. Hoy, independientemente del atractivo arquitectónico del propio edificio, su relación con Unamuno hace del Ayuntamiento una parada esencial en esta ruta.
De la Plaza Mayor a la Casa Museo Unamuno
Avanzamos hacia la Calle Libreros para visitar la Casa Museo Miguel de Unamuno, antigua residencia del escritor durante su etapa como rector de la Universidad. Esta casa del siglo XVIII, hoy convertida en museo, conserva su biblioteca personal con más de 6.000 libros, así como objetos personales, manuscritos y cartas que cuentan mucho sobre su vida y pensamiento. En el despacho, donde pasó largas horas escribiendo, se puede percibir el poder creativo de Unamuno, rodeado de los textos y herramientas que definieron su legado.
Además, la casa ofrece exposiciones temporales y actividades relacionadas con la figura del autor, lo que la convierte en un espacio vivo para quienes deseen profundizar en su obra. Es un lugar que invita no solo a conocer su historia, sino también a conectar con la pasión que Unamuno sentía por el conocimiento. Pocos sitios para sentirse tan cerca de sus pensamientos como este.
La Universidad de Salamanca y el Paraninfo
La Universidad de Salamanca fue el epicentro de la actividad de Unamuno. En el Paraninfo, situado en el edificio histórico, tuvo lugar su famoso enfrentamiento con Millán-Astray en 1936, donde pronunció la icónica frase “venceréis, pero no convenceréis” cuando el fundador de la Legión increpó su discurso a grito de “¡Mueran los intelectuales!”. Este episodio, símbolo de su lucha por la libertad de pensamiento y su valiente espíritu crítico, es quizá uno de los más recordados de su paso por Salamanca.
El Paraninfo, con su impresionante artesonado y detalles renacentistas, era el escenario de debates académicos, conferencias y ceremonias que celebraban el conocimiento y la cultura. Para Unamuno, este espacio representaba el corazón de la Universidad, un lugar donde se defendía la razón frente a la imposición. “La libertad no es un estado, sino un proceso; solo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Solo la cultura da libertad”, dijo en una ocasión, y esa es la filosofía que se respira en este recinto.
No olvides recorrer el Patio de Escuelas, donde se encuentra la estatua de Fray Luis de León, una figura que Unamuno admiraba profundamente. El escritor solía pasear por este patio, buscando inspiración en su historia centenaria y la calma que emanan sus muros.
El Convento de San Esteban: un refugio espiritual
En 1897, tras una crisis religiosa, Unamuno pasó tres días rezando en el Convento de San Esteban. Su lugar favorito era el Claustro de los Aljibes, con sus imponentes dragones esculpidos en las rejas. Este convento es un ejemplo perfecto de la arquitectura plateresca y un rincón de paz que aún conserva la esencia que cautivó al escritor.
Esta experiencia marcó profundamente su visión sobre la espiritualidad, llevándolo a reflexionar sobre la fe y el sentido de la existencia. En su obra Del sentimiento trágico de la vida, Unamuno abordó estos temas con una profundidad que puede llevarnos hasta momentos como este, en los que buscó respuestas en la soledad y el silencio del convento.
Calle Bordadores: la última morada de Unamuno
En esta calle se encuentra la Casa del Regidor Ovalle Prieto, donde Unamuno vivió sus últimos días y falleció el 31 de diciembre de 1936. Frente a la casa, una escultura rinde homenaje al escritor. Desde su balcón, Unamuno contemplaba la Torre de Monterrey y la Clerecía, inspiración para muchos de sus escritos.
En esta casa, Unamuno recibió visitas de amigos y estudiantes, manteniendo viva su pasión por la conversación y el debate incluso en sus últimos momentos. Su muerte marcó el final de una época para Salamanca, pero, como puedes ver, su legado sigue vivo en cada rincón de la ciudad.
Un paseo por el Tormes y el cementerio
Terminamos nuestra ruta cruzando el Puente Romano, desde donde se puede contemplar la ciudad en todo su esplendor. El Tormes, que Unamuno describió como “el cristalino espejo de Salamanca”, es el marco perfecto para ir terminando este recorrido lleno de historia, literatura y pasión por el conocimiento.
Si lo deseas, para poner un merecido punto final, no tienes más que acercarte al cementerio de San Carlos Borromeo donde los restos de Unamuno reposan junto a los de su hija mayor, Salomé, en un nicho que luce el siguiente epitafio: “Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar”.