Carmina Gustrán, historiadora: “La conmemoración de la muerte de Franco está abierta a quien crea en la democracia”
La historiadora y gestora cultura zaragozana defiende que el objetivo de los actos que coordina "es conocer el pasado y difundirlo, rendir homenaje a la gente que se implicó en la defensa de las libertades"
Alemania, Portugal, Italia o Grecia desmontan el rechazo frontal del PP a la conmemoración por los 50 años de la muerte de Franco
Historiadora y gestora cultural (Alagón, Zaragoza, 1982), Gustrán ha sido recibida de uñas en algunos sectores como comisionada por el Gobierno para la conmemoración del 50 aniversario de la muerte del dictador, y no solo desde la derecha. Ella defiende que el programa de actos que coordina bajo el nombre de ‘España en libertad’ es para todos. Y defiende también su oportunidad en plena ola reaccionaria.
Por edad, no tiene vivencias del año 1975. ¿Ha hablado mucho con su entorno sobre el final de Franco?
La historia familiar y las historias cotidianas siempre me han interesado especialmente. Desde pequeña, grababa a mis abuelos y a algunos vecinos hablando de la Guerra Civil y la dictadura. Sobre la Transición también he ido preguntando, pero no tanto de forma sistemática. Es algo que me gustaría hacer y creo que el proyecto 'España en libertad' nos lo va a permitir incluso a una escala grande. Es uno de los objetivos: el explorar esa memoria colectiva de la gente normal. Mis padres, que eran jóvenes en los 70, y que no estaban especialmente politizados, sí me han hablado del miedo y la incertidumbre que había.
Felipe González se refirió a la apertura del programa conmemorativo, que presidió Pedro Sánchez el pasado día 8 en el Museo Reina Sofía, como “un acto puramente de partido”.
No lo fue y, de hecho, yo no tengo ninguna vinculación con el PSOE. Llego aquí desde el mundo académico y el cultural y el mensaje que quiero lanzar es que la conmemoración está abierta a cualquier persona que crea en la democracia y que la defienda; la mano está tenida a todos los partidos políticos. En todo caso, es un proyecto del Gobierno, en el que no está el PSOE en solitario.
Dijo también González que no veía motivos para recordar la muerte del dictador. ¿Por qué cree usted que sí hay que marcar este aniversario de fecha redonda?
En cuanto a por qué celebrar el 1975 y no el 77 o el 78, como están diciendo algunos historiadores, podríamos alegar bastantes motivos. Por un lado, a nivel historiográfico, hay consenso sobre que la Transición empieza en el 75. Por supuesto, el 20 de noviembre no empieza ni la libertad ni la democracia. Sabemos que hay cientos de muertos entre estos años. Es un proceso complejo en el que los movimientos sociales, obreros, la oposición antifranquista en general, los movimientos feministas, tienen muchísimo que decir, y es gracias a ellos que tenemos una democracia más abierta de la que hubieran querido algunos. Conmemorar el 75 te permite reconocer a esos actores, digamos, menos institucionales. Es una forma de no invisibilizar cosas que están pasando al mismo tiempo y que, de alguna forma, construyen la Transición. Además, conmemorar cuándo termina oficialmente la dictadura o una guerra es lo que se suele hacer también en otros países. Portugal lo hace con el 25 de abril; en Alemania, con el fin de la guerra; en Francia, con el fin de la ocupación nazi. La democracia no volvió al día siguiente, pero son fechas cargadas de valor simbólico.
¿Cuáles son las principales virtudes de la programación que se desarrollará en los próximos meses?
Queremos llegar a muchos públicos y abrir una conversación sobre qué es la democracia, en un momento en el que parece que no tiene tanta buena fama como debería. Estamos previendo unas citas institucionales para rendir homenaje a todos esos colectivos que estuvieron luchando desde el tardofranquismo para que llegara la democracia, pero, al mismo tiempo, desarrollaremos otros actos más participativos y más interactivos, sobre todo para el público juvenil. Hay exposiciones, ciclos de cine, charlas, debates… o un ‘escape room’ que queremos ubicar en un ‘container’ y llevarlo por capitales de provincias. Es un programa que sigue en construcción y estamos abiertos a propuestas.
Antes de que diera comienzo, ya habían sido cuestionadas la seriedad e independencia de este conjunto de actividades y a usted le habían afeado opiniones políticas expresadas años atrás. ¿Pensó que sería tan discutida su labor, que irían a por usted fiscalizando sus redes sociales, por ejemplo?
La verdad es que sí lo esperábamos. No me ha sorprendido y tampoco me preocupa especialmente. Lo que tenemos que hacer es un trabajo lo más riguroso, lo más inclusivo y lo más participativo posible. El objetivo es conocer el pasado y difundirlo, rendir homenaje a la gente que se implicó en la defensa de las libertades y en la democracia; celebrar y hablar de por qué estamos mejor ahora que hace 50 años.
¿Qué falta para que terminen de cicatrizar las heridas tanto de la Guerra Civil como de las décadas de represión posteriores?
Nos falta mucho proceso de escucha, de hablar entre todos; dejar a un lado el partidismo e intentar entendernos como sociedad. Si conseguimos crear espacios de diálogo, la conmemoración habrá sido un éxito. Tenemos mucho conocimiento porque los historiadores, los politólogos o los sociólogos llevan muchos años trabajando sobre el franquismo, y ahora hay una gran oportunidad para difundirlo a la sociedad. Pero no simplemente para señalar qué malo era Franco, sino para debatir sobre qué queremos en el presente, qué hemos conseguido, qué tipo de sociedad nos gustaría desarrollar. Nos falta esa visión colectiva y con ella se podrían cerrar mejor las heridas.
Nos falta mucho proceso de escucha, de hablar entre todos; dejar a un lado el partidismo e intentar entendernos como sociedad. Si conseguimos crear espacios de diálogo, la conmemoración habrá sido un éxito
Como historiadora, ¿qué cree que queda por saber del franquismo?
Ha habido deseos de blanquear la dictadura y de vender falsos mitos de Franco como el gran impulsor del desarrollo o el que hizo pantanos y consiguió que tuviésemos todos agua o el que reforestó el país, y cuando vas a los archivos y ves las fuentes es muy fácil desmontar eso. Hay que desmontar mitos, sobre todo por lo que está pasando en las redes. Es muy fácil decir, por ejemplo, que gracias a Franco no se inundó Valencia con la DANA porque desvió el curso del río Turia. El otro día estábamos con el subsecretario de Transición Ecológica y nos decía que la documentación explica cómo ese dique a las afueras de Valencia lo que ha hecho, en realidad, es que la riada fuera mucho más violenta en esa otra zona que está alrededor. Y, por otra parte, también queda mucho por saber sobre la dictadura: hay que hablar de la represión de los gitanos, de los grupos LGTBI, de las mujeres; estudiar también el tema de las incautaciones, el de las empresas que se enriquecieron con trabajo esclavo. El mundo académico ya está trabajando y hay que encontrar espacios para transmitir a la sociedad nuevas perspectivas.
Usted es aragonesa. ¿Qué le parece que en su comunidad se haya derogado la Ley de Memoria Democrática autonómica para sustituirla por un denominado “plan de concordia” en el que se borran las referencias al franquismo y su acción represiva?
Me parece un error y muy triste. La gente que piensa que esa Ley de Memoria Democrática enfrenta es que no se la ha leído. Lo que pretende es cerrar heridas difundir, conocer y reconocer lo que se ha hecho mal en el pasado. Y hablar de “plan de concordia” es un falseamiento de la palabra concordia y me parece un retroceso enorme.
Insiste en que el programa ‘España en libertad’ busca particularmente a los jóvenes. ¿Han detectado mucha ignorancia sobre el franquismo?
Lo que más me preocupa son las encuestas que dicen cómo más del 20% de los jóvenes no ve con malos ojos un régimen autoritario o no entiende por qué la democracia es mejor que otros regímenes políticos. Ahí tenemos que trabajar. Esto va mucho de memoria, pero también de presente y de futuro.
Estos días se visualiza muy fácilmente cómo la pulsión autoritaria se está extendiendo. Aunque manejemos conceptos recientes como el de ‘tecnofeudalismo’ para analizar la realidad, hay quien considera que se nos está quedando un mundo demasiado parecido a la Europa de los años 30, la de antes de nuestra guerra y la mundial que la sucedió.
Como historiadora, no creo en eso de que la historia se repite, pero sí se pueden establecer algunas analogías. Vemos cobrar fuerza a ciertas pulsiones autoritarias, antidemocráticas, que deberían ponernos en alerta. Es una de las cosas que en el equipo del comisionado nos ayudan a imaginar acciones y a intentar crear espacios de encuentro. Es parte de la responsabilidad que sentimos; si podemos portar un pequeño grano de arena en la discusión y en la construcción de alternativas, estaríamos muy contentos .
¿Espera a Felipe VI en alguno de los actos programados en los próximos meses?
Sí, ya ha confirmado su asistencia a Auschwitz, al homenaje a las víctimas del Holocausto, en el que ya había participado en otras ocasiones. Y me han confirmado que participará en un acto que se quiere realizar en otoño sobre el papel de la monarquía en la democracia.
¿Y al Partido Popular?
Está, por supuesto, invitado a muchos de estos actos. Estaba invitado al acto del 8 de enero en el Reina Sofía. Ojalá podamos colaborar y ojalá decidan sumarse a esta celebración. Ellos siempre han sido adalides de la Transición y de la Constitución y la conmemoración también va de eso.