Victoria Marrero, lingüista: "La lengua se ejercita igual que los bíceps"

Doctora en Lingüística por la Universidad Complutense de Madrid, catedrática en la Facultad de Filología de la UNED y presidenta de la Sociedad Española de Lingüística (SEL), Victoria Marrero ha desarrollado una larga carrera investigadora en la fonética del español.

¿En qué influye la lengua (el órgano) en nuestro modo de hablar?

Influye en dos sentidos muy importantes: primero, la lengua es un músculo y, como todos los músculos, hay movimientos a los que está más acostumbrado y otros movimientos a los que está menos acostumbrado, la lengua se ejercita igual que los bíceps. Las personas que hablamos español tenemos una serie de movimientos habituales que tenemos mucho más ejercitados que quien habla, por ejemplo, inglés de forma nativa. Esas costumbres articulatorias musculares sustentan lo que nosotros llamamos la base de articulación, que es lo que determina el acento extranjero. Un hispanohablante que no sea bilingüe no tiene los movimientos linguales habituales para los anglohablantes nativos, y por eso nos cuesta mucho pronunciar la erre que ellos tienen retrofleja, por ejemplo. El segundo sentido en el que influye la lengua afecta a menos personas, pero es importante: es el campo de las patologías, por ejemplo, los niños que tienen rotacismo, problemas para pronunciar la erre.

¿Por qué la erre da tantos problemas?

Desde el punto de vista de la producción, precisamente porque obliga a unos movimientos muy precisos de una zona muy pequeña de la lengua, el ápice, que tiene que tocar un punto concreto del paladar que es donde se injertan los dientes, los alveolos, y los tiene que tocar con fuerza muchas veces y muy rápido. Ese es un entrenamiento que es difícil para los extranjeros y para los propios niños que aprenden el español.

¿Qué otros sonidos y fonemas del español son poco frecuentes?

La ce, la interdental (/θ/), que la mayoría de los hispanohablantes tampoco hacemos. Es un sonido muy inusual y solemos pensar que es muy común por un prejuicio del que somos poco conscientes, y es que está también en inglés. Pero tanto con esta o con la erre no pasa nada si no se dice, tiene un efecto comunicativo muy limitado. La gente se acostumbra enseguida y lo considera un rasgo individual de tu manera de hablar.

Entonces nos entendemos, pero tenemos pequeñas diferencias individuales en el lugar exacto en el que cada persona coloca la lengua.

Sí, hay muchísima variabilidad individual. Es más, en las aplicaciones forenses de la fonética, el problema principal es que el rango de variación individual es tan grande como muchas veces entre personas. Una erre mía se puede parecer menos a otra erre mía que a la erre tuya. Pero cognitivamente anulamos esos factores de variación individuales.

¿Podríamos comunicarnos oralmente como lo hacemos ahora sin lengua?

No. ¿Sabes quiénes son los únicos mudos realmente? Las personas que han pasado por un proceso de glosectomía, es decir, las personas a las que les han tenido que cortar la lengua. Solo si te cortan la lengua, es imposible que tú hables. Si te quitan las cuerdas vocales, puedes seguir hablando con voz susurrada con técnicas que han desarrollado los otorrinos para que generes un flujo de aire suficiente, pero, si te cortan la lengua, ya no puedes hablar.