Las últimas horas antes del MIR: padres sufridores, amuletos y tensión para los futuros médicos especialistas
Este sábado, más de 32.000 estudiantes se enfrentan a las pruebas que determinarán si consiguen la plaza de Formación Sanitaria Especializada que marcará su carrera, pero no todos cuentan con la tranquilidad familiar y económica para afrontar de la mejor manera posible este reto
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Tensión, nervios y hasta ilusión para que sean las 20.30 horas, cuando todo habrá pasado. Eso es lo que se ha respirado durante las primeras horas de la tarde a las puertas de diversas facultades universitarias de toda España, donde unos 32.212 aspirantes han optado a algunas de las 11.943 plazas ofertadas este año para Formación Sanitaria Especializada por el Ministerio de Sanidad, un récord al incrementar la cifra un 2,9% respecto a las plazas ofertadas el pasado año. A las 16.00 ha comenzado la prueba. Por delante, 200 preguntas y cuatro horas y media de examen para conseguir la tan ansiada especialidad.
La Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha sido uno de los enclaves elegidos por el Ministerio para realizar la prueba. Alba Gutiérrez ha llegado de las primeras, casi tres horas antes del inicio del examen. Tiene 24 años y muchos nervios que sufre el cigarro que fuma con ahínco justo al lado de su hermana Covadonga, que le acompaña para templar los ánimos. “He estudiado hasta 14 horas al día y confío en mí, no he pensado en la posibilidad de no aprobar, aunque tampoco tengo claro qué especialidad elegiría”, asegura esta madrileña.
Algo más tarde, los responsables de la Facultad han comenzado a colgar las listas con el número de mesa que les tocará a los aspirantes, al igual que ha sucedido en el resto de 27 localidades del país en el que ha tenido lugar el examen. La capital ha sido la ciudad en la que más personas se han presentado a la prueba: 5.789. Le siguen Barcelona con 2.924 y Valencia con 2.503. Donde menos, Logroño, con 207; Girona con 239; y León con 282.
Algo retirada de la puerta se ha colocado María Gutiérrez, con 26 años recién cumplidos. Ha llegado a estudiar hasta 13 horas al día: “He dejado la vida social de lado, también los hobbies, excepto el domingo”, comenta esta joven que se debate entre elegir Medicina de Familia u Oncología y que ha venido acompañada de sus padres y su novio. Como amuletos, lleva una camiseta de la academia en la que se ha preparado el examen los últimos meses y una cruz cristiana.
Examinadores que gritan y camisetas de la suerte
Andrea Herrera tiene un amuleto algo especial: su madre ha venido desde México para acompañarla en esta jornada que ha comenzado con un cielo totalmente encapotado, al que algunos todavía se encomiendan. Ella estudió en México, tiene 29 años y es la segunda vez que se presenta al MIR: “El año pasado no me gustó nada el examinador que tuvimos. Nos gritaba y eso hacía que el estrés fuera a más. A ver si este año es mejor”, comenta.
Estos meses Herrera ha trabajado en una residencia, lo que le ha dejado unas cinco horas al día para estudiar. A su lado está Flor Cartagena, médica de Honduras que elegiría la especialidad de Psiquiatría. A sus 30 años, asegura que ese es su sueño. “Es la primera vez que me presento y espero que la última”, dice con gracejo. Ella era médica en Movistar+ para Quirón Prevención. “Dejé el trabajo en agosto para dedicarme a estudiar. A ver si después de hoy puedo retomar mi vida”, desea.
En las inmediaciones de esta facultad de la UCM hay otros tantos estudiantes extracomunitarios. Es el caso de Diego Laredo, 27 años, que arribó en la capital hace justo una semana. Entre síntomas de nerviosismo, asegura que prefiere alguna especialidad quirúrgica, como otorrinolaringología o urología, aunque no descarta psiquiatría. Este venezolano no ha dudado hoy en ponerse su camiseta de la suerte, en la que aparece un elefante algo desdibujado por el uso de la prenda. “Si me ayudó durante toda la carrera, también lo hará ahora”, vaticina.
Medicina Familiar sigue a la cabeza en número de plazas
En la convocatoria de este año, el Ministerio ha ofertado 2.508 plazas para Medicina Familiar y Comunitaria, a las que aspiran 15.106 médicos, según los datos del Ministerio. Mara Rey se decantará por una de ellas. Lleva nueve meses preparándose la prueba y ahora solo quiere enfrentar este singular parto. “Estudiaba unas 11 horas al día, con los domingos libres. Ha supuesto un paréntesis en mi vida”, dice.
Esta madrileña es consciente de la suerte que tiene al vivir con sus padres. “No es lo mismo enfrentar un examen con la comida hecha y la casa limpia que teniendo que trabajar para pagarte una habitación en Madrid”, sostiene. A pesar de no ser supersticiosa, a Rey le acompaña una foto de su gata, fallecida la semana pasada.
En torno a una hora antes de que todos los médicos convocados entraran en las aulas, el furgón de Prosegur que hacía unas horas guardaba los exámenes ha abandonado el lugar. Alrededor, ya eran decenas de aspirantes los que intentaban calmar los nervios. Uno de ellos era Roberto Molina, peruano. Quiere elegir hematología y es la segunda vez que se presenta al MIR, aunque esta vez lo hará acompañado de una cadenita que le ha regalado su novio. “Espero que me dé suerte”, sonríe.
Molina es uno de los aspirantes a una de las 9.007 plazas ofertadas únicamente para Medicina. En total, son 32.212 estudiantes que optan por una de las 11.943 plazas abiertas por el Ministerio en Medicina, Farmacia, Enfermería y de las titulaciones del ámbito de la Psicología, la Química, la Biología y la Física, una oferta récord con 366 plazas más que el año pasado. De todas ellas, 836 están reservadas a personas con una discapacidad mínima del 33%, y 927 al cupo de estudiantes extracomunitarios.
El privilegio de solo estudiar
Como decía Rey, las condiciones familiares y económicas juegan un papel determinante a la hora de poder preparar el MIR. Flavia Iovino es italiana, tiene 27 años, y el 30 de diciembre dio a luz a un hijo en Madrid. Vivía en Roma, y allí ya tenía una plaza como residente en cirugía vascular, lo mismo que elegiría en España. “En verano trabajaba 12 horas al día en la Cruz Roja y en una residencia para mujeres con discapacidad en Alcalá de Henares, así que poco he podido estudiar. Vengo a tentar a la suerte”, relata.
Algo parecido es lo que le ha pasado a Mariana Quintero, que a sus 30 años es la segunda vez que se presenta al MIR, después de intentarlo hace cuatro años. “La especialidad que elija es cosa de la Mariana del futuro”, afirma con una sonrisa en la boca. Ella es de Venezuela y el trabajo como médica de urgencias en Sanitas no le ha dejado demasiado espacio para el estudio, apenas unas dos horas diarias.
Patricia Ramos tampoco tiene tan claro qué elegiría. A sus 24 años, asegura que le llama mucho el contacto con el paciente, por lo que medicina de familia está entre sus primeras opciones. “Cuando he rotado en los centros de salud he visto médicos muy comprometidos, y ahora que tengo motivación quiero vivirlo”, cuenta antes de mencionar la sobrecarga con la que lidian habitualmente los médicos de cabecera.
Ella también vive con sus padres, que le acompañan: “Aquí está mi madre sufridora, que ha estado al pie del cañón. A los dos les agradezco mucho el acompañamiento que he tenido”, comenta. Las palabras de Ramos irradian esa energía y cuidado necesarios para atender, cuando se convierta en médica de familia, a un paciente. En estos meses, además, ha compartido su proceso de estudio por TikTok tras el nombre de @Patiramosglez, donde ha mostrado sus inseguridades, pero también aprendizajes, por si le pudieran ayudar a algunos compañeros.
Lexatin anoche, ahora café
Justo en frente de la Facultad de Geografía e Historia está la biblioteca de la UCM María Zambrano. Sus parroquianos miraban con perplejidad lo que sucedía apenas unos metros más allá, mientras que su hall se ha convertido en comedor improvisado para los aspirantes. Muchos de ellos se afanaban en conseguir un café en las máquinas. También se han visto bebidas energéticas, y hasta algunos han pedido comida que les han traído repartidores en moto y bicicleta. Atrás han quedado los Lexatin que algunos de ellos se han tomado para superar la noche previa.
La mayoría de los aspirantes han llegado acompañados, hasta de sus perros, mientras que algunos médicos solitarios se refugiaban en sus auriculares. También ha habido espacio para el negocio. Varias personas con un peto naranja se han afanado en entregar hasta 1.300 bolsas de tela de publicidad de una academia de estudio, con una botella de plástico, un bolígrafo con forma de jeringuilla y unas golosinas en su interior.
La ministra defiende el Estatuto Marco
Una vez comenzado el examen, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha recalcado ante los medios de comunicación que “este año rozamos el éxito en lo que a plazas se refiere, la mayor oferta de este país”. Asimismo, ha recalcado frente al Ministerio, en el Paseo del Prado de Madrid, que intentarán que se queden vacantes el menor número de plazas. “Vamos a garantizar que el Sistema Nacional de Salud sea la casa de estos profesionales, donde les vamos a cuidar y retener su talento, que sus condiciones laborales mejoren y más profesionales trabajen acorde a lo que han estudiado”, ha defendido.
García también se ha referido a las negociaciones actuales en torno al Estatuto Marco, que “recoge legislación europea que mejora las condiciones laborales de los sanitarios y sentencias ganadas en España por los sindicatos, en cuanto a guardias, descansos y recuperación de la paga extra”. Por otro lado, ha recalcado que “el Estatuto Marco no es un convenio colectivo, sino que habla de todos los profesionales, y mejora inequívocamente sus condiciones tras muchos años de maltrato”.
Las últimas fotos, besos y abrazos a los estudiantes han llegado algo antes, sobre las 15.00 horas, cuando han comenzado a entrar a la Facultad. Para entonces, unos tenues rayos de sol habían abierto el cielo, y una hora después en la zona tan solo quedaban los acompañantes sufridores que aguardarían hasta la salida. En las aulas, con cuatro horas y media por delante de examen, cientos de médicos resolvían su futuro como especialistas sanitarios.