La Galicia fuera de campo: una muestra recorre el siglo XX a través de prácticas artísticas alternativas, populares o de resistencia
El investigador Germán Labrador propone una historia contada desde abajo en la que el arte dialoga con lo subalterno a partir de la metáfora de Castelao, un ojo de vidrio. La exposición se inaugura el 28 de enero en el Auditorio de Galicia de Santiago de Compostela
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Un ollo de vidro, las memorias de un esqueleto publicadas por Castelao en 1922, es un dispositivo. Sirve, por ejemplo, para ver las cosas desde una perspectiva autónoma, distorsionada, esperpéntica si el esperpento consiste en una crítica furibunda y sarcástica del mundo burgués. Y es también la metáfora que ha elegido el investigador Germán Labrador para titular la exposición que comisaria en Santiago de Compostela: Ollos de vidro. As formas doutra historia de Galicia. La muestra recorre el siglo XX y lo que ha transcurrido del XXI a través de prácticas artísticas alternativas, populares, marginales o de resistencia, del activismo por la memoria histórica a la pintura naíf, de los cultos a difuntos a los retratos de los internos en un manicomio. “Intentamos revisar una historia moderna de Galicia, pero contada desde abajo”, resume Labrador (Vigo, 1980).
Ollos de vidro, que se inaugura el 28 de enero en el Auditorio de Galicia de la capital gallega, estructura su narración a modo de destellos. Los recuerdos que relampaguean en un instante de peligro, argumentaba el filósofo Walter Benjamin: las vanguardias galleguistas durante la Segunda República, la resistencia íntima de las mujeres en la posguerra, la cultura militante clandestina, el Laboratorio de Formas que idearon Luís Seoane y Díaz Pardo, la contracultura en los 70, las respuestas a la crisis ecosocial en curso. “Exploramos la posibilidad de elaborar una historia política distinta a partir de una historia cultural distinta, de un archivo histórico diferente”, señala el comisario, “en diálogo con la cultura popular, con formas críticas, con disidentes en la sombra”. Y en la que las conexiones entre lo moderno y lo popular, entre lo visible y lo invisible, son centrales. La Galicia del fuera de campo de los relatos oficiales vista a través de un ojo de vidrio.
La exposición, una de esas que la crítica suele denominar de tesis, reúne materiales diversos, óleos, dibujos, libros, documentos, escultura, carteles, fotografías, vídeos. Los nombres de los autores incluyen consagrados –Álvaro de la Vega, Jorge Barbi, Manuel Sendón–, anónimos autodidactas o activistas popularísimos de la cultura popular –O Xestal. Transita caminos a menudo inesperados. “Nos interesa investigar el tiempo profundo, que tiene que ver con lo tradicional y lo ancestral, desde una óptica casi decolonial”, dice Labrador. Para ello, Ollos de vidro también atiende a rituales colectivos todavía vivos –con un pie en las culturas precapitalistas– como el Entroido, las costumbres relacionadas con los muertos en el tránsito hacia el invierno o incluso la matanza del cerdo. “Es asombrosa la capacidad del universo popular gallego de resistir el capitalismo, por lo menos hasta los años 60. Si estuviésemos en Centroamérica, no dudaríamos en hablar de mundos indígenas”.
Labrador ejerció de director de Actividades Artísticas del Museo Reina Sofía de Madrid entre 2020 y 2023. Participó en el comisariado de Esperpento. Arte popular y revolución estética, una muestra que se puede visitar en ese centro hasta marzo y que enlaza con algunas de las ideas movilizadas en Ollos de vidro. La búsqueda de alternativas a la modernidad o los futuros que nunca fueron es una de ellas. El investigador remite de nuevo a Castelao, lo que pudo ser y no fue: una singular síntesis de cultura popular y vanguardia, republicanismo, imaginarios de izquierda y, en resumen, una modernidad democrática autóctona. “Aquello lo intentó aniquilar la violencia genocida del 36. Lo sustituyó por una sociedad en que mandaba la toma vertical de decisiones. De cierta manera aún lo hace”, indica, “pero nosotros buscamos también el peso de esas memorias rotas”.
Los años de la ruptura
La Guerra Civil lo cambió todo. Lo que sobrevive a los muertos de aquel verano es una cultura de resistencia, que la muestra explora en sus diversas vertientes. Hay artistas autodidactas que trazan líneas de fuga de la realidad: la Santa Compaña eléctrica de Manuel Lema Otero. La estética “produce habitáculos” insumisos. Y la intimidad, “zonas sin dominación donde se piensa y se recuerda”, especialmente la de las mujeres: la fotografía casi utópica de Maruja Roca, la ensoñación figurativa de la pintura de María Antonia Dans, mucho después las Matrias de Viki Ribadulla. Casi en paralelo fraguaba un arte militante que buscaba el punto en que se cruzan de nuevo vanguardismo y cultura popular: Estampa Popular Galega, grabadores próximos al comunismo y a la izquierda nacionalistas, algunos célebres –Reimundo Patiño, Elvira Martínez, Xaime Quessada, Xavier Pousa.
“Los años 70 fueron los años de ruptura”, afirma Labrador, que dedicó un magnífico y extenso ensayo, Culpables por la literatura (2014), a las letras españolas de la época. Para el caso gallego, del que se ocupa Ollos de vidro, señala tres ejes vertebrales: el teatro alternativo, el Laboratorio de Formas y la refundación de Sargadelos –“un linaje traicionado por el secuestro y destrucción de Sargadelos”–, y la revolución antipsiquiátrica de Conxo, el manicomio de Santiago de Compostela. Documentos y cerámica, publicaciones y obra gráfica, lo ilustran. Y una primicia nunca hasta ahora exhibida en público: los retratos de internos del psiquiátrico que realizó Kukas (Marcelino de Santiago Viqueira), artista célebre por sus marionetas. “Los locos eran vistos por la contracultura como una especie de filósofos cínicos”, argumenta Labrador, “como la mirada del outsider”. La lucidez reservada a aquellos que vagaban fueran de la razón consensual.
¿Qué hacer ante el Juicio Final?
Ollos de vidro da un salto y centra su última parte en la crisis ecosocial en curso. El comisario destaca una pieza del actor y pintor Anxo Barnaga: la reconstrucción actualizada del Pórtico da Gloria de la catedral de Santiago que empezó a pintar durante la catástrofe del Prestige, abandonó y recuperó ahora. “El Pórtico es, al fin y al cabo, el concierto del Juicio Final. Los músicos están afinando sus instrumentos. Cuando empiecen a tocar se acaba el mundo. La pregunta que invocan es política: ¿qué hacemos?”, dice. Ollos de vidro también acoge dos obras comisionadas, una del colectivo Nova Escultura Galega a partir del Estanque do Papa del Xardín do Pasatempo en Betanzos y otra del músico Xoán Xil, una reflexión sobre “los sonidos de la subalternidad”.
Es esta, finalmente, una historia de Galicia a contrapelo, “nunca una genealogía de éxito”. “Durante el proceso de elaboración”, asegura, “aprendimos a desconfiar. Son trabajos censurados, legados interrumpidos, experiencias rotas”. Pero la historia borrada, concluye Labrador, está siempre y de alguna manera inscrita en la historia oficial. Por azares –Ollos de vidro comenzó a prepararse hace dos años, sin noticia alguna de las conmemoraciones que preparaba la Xunta–, el Gobierno gallego ha decretado 2025 como Ano Castelao.