Simplemente nazismo
Se llaman a sí mismos libertarios pero son liberticidas. No quieren Estado que ponga límite a sus negocios ni nos proteja de ellos, pero quieren toda la represión del Estado y del algoritmo para perseguir a rojos, progres, feministas, bolleras, maricones, trans, moros, negros, latinos, menas, okupas, palestinos
Dos imágenes casi iguales. 80 años de diferencia. Una, en blanco y negro. La otra, en color. La primera, de la marea de judíos llegando al campo de Auschwitz, de cuya liberación se cumplieron ocho décadas este lunes. La segunda, el éxodo masivo de palestinos volviendo, también el lunes, a lo que queda de sus casas. Unos van aterrorizados, otros llenos de júbilo. Pero lo aterrador es que los felices palestinos de la segunda imagen se dirigen a un campo de concentración, a su expulsión o a su exterminio. Trump propone “simplemente limpiar Gaza”. Simplemente. Simplemente una limpieza étnica, simplemente deportar a dos millones de personas. De manera “temporal o permanente” a Jordania o a Egipto donde, dice, “tal vez puedan vivir en paz”. Tal vez. A quién le importa. Ese ya no sería su problema. Tal vez, simplemente, podrían morirse.
El plan ha sido aplaudido por los más radicales dentro del radical gobierno israelí que no quieren el alto el fuego, quieren que siga el genocidio. El plan Abraham de EE.UU. es reconocer los asentamientos ilegales de colonos y normalizar las relaciones con los países árabes. El plan puede ser anexionarse Cisjordania donde Israel sigue matando, como alerta el secretario general de Naciones Unidas, porque los judíos tienen sobre ella “derecho bíblico”, según defendió la nueva embajadora de Trump en la propia ONU. El plan es el último capítulo de la colonización, explicaba a este diario un activista israelí anti ocupación que lleva medio siglo estudiando el conflicto. “Hay que terminar el trabajo”, decía en otro artículo una mujer judía en territorios ocupados. Al genocidio le llaman simplemente “el trabajo”. “La zona de interés” llamaban los nazis al enclave de los campos. “La solución final” le llamaron al Holocausto.
Podemos seguir negando la evidencia, pero el elefante del nazismo está en mitad de la habitación. La historia puede volver a repetirse, decían el lunes los supervivientes de Auschwitz. El nazismo no empezó con las cámaras de gas, los hornos crematorios, los campos de exterminio, empezó con los discursos de odio al otro en la política, las plazas y los medios, escribió Primo Levi, el escritor judío superviviente del mismo campo. Empieza proponiendo una limpieza en Palestina. Empieza con las brutales redadas y deportaciones. Empieza persiguiendo a las personas trans y no binarias. Empieza demonizando la libertad sexual y el progresismo. Empieza como está empezando Trump. Empieza con Milei acusando de pederastia a los homosexuales en el Foro de Davos ante un abrumador silencio.
El nazismo no empezó exterminando a los judíos, antes quiso expulsarlos, pero los países del entorno se negaron a colaborar con la limpieza. Tal vez no por humanidad ni por democracia, simplemente por egoísmo. Por eso no pararon a Hitler a tiempo. Pero Europa tiene la oportunidad y la obligación de enmendar su mayor error histórico y parar al monstruo que se extiende por el mundo de manos de los que se llaman a sí mismos libertarios pero son liberticidas. No quieren Estado que ponga límite a sus negocios ni nos proteja de ellos, pero quieren toda la represión del Estado y del algoritmo para perseguir a rojos, progres, feministas, bolleras, maricones, trans, moros, negros, latinos, menas, okupas, palestinos. ¡Viva NUESTRA libertad, carajo, y que os jodan al resto!
“Comenzó cuando la gente dejó de preocuparse por eso, cuando la gente se volvió insensible, obediente y ciega, con la creencia de que todo esto era normal”, escribía Primo Levi. Comienza cuando a la gente le parece normal el genocidio en Gaza. Comienza con el saludo nazi de Musk. Comienza cuando la gente vota a un golpista condenado por delitos sexuales. Comienza cuando la gente aplaude la deportación en Estados Unidos porque se quedarán con los trabajos de los deportados. Comienza cuando llaman feminazis a las feministas, menas a los menores sin padres o inquiokupas a las familias sin dinero. Comienza cuando el PP censura a Pons por defender a la obispa que le pidió a Trump piedad con los inmigrantes, los gays y los refugiados. Comienza cuando Ayuso le da una medalla al que acusa de pederastia a los homosexuales. Comienza cuando normalizas en la televisión a franquistas y neonazis. Comienza cuando los papagayos de las redes repiten la palabra “woke” como insulto contra la defensa de los derechos humanos. Comienza cuando los jóvenes en Reino Unido dicen que prefieren una dictadura a una democracia y que el feminismo ha ido demasiado lejos. Comienza cuando la gente se vuelve insensible, obediente y ciega, y cree que es normal votar a los partidos del odio. Ya ha comenzado. ¡Exageras! ¡Todo eso no es nazismo! Todo no, todavía no. Llámalo, entonces, simplemente nazismo.