Cuando los nazis intentaron borrar al violoncelista Pau Casals de un calendario

El nazismo no solo impuso su dominio con violencia y represión, sino que extendió su influencia a todos los ámbitos de la sociedad, incluida la música. Para el régimen de Adolf Hitler, el arte debía servir a su ideología, y cualquier forma de expresión que no encajara con sus principios era considerada una amenaza.

No bastaba con censurar ciertas obras o excluir a artistas de origen judío; el control llegaba hasta la más mínima representación visual o mención en publicaciones. En este contexto, un simple calendario desató la indignación de un funcionario convencido de que la música debía someterse al ideario nazi.

El calendario que enfureció a la censura nazi

Como publica La Vanguardia tras tener acceso a documentos de la época, Herbert Gerigk, un ferviente defensor de la censura musical dentro del Tercer Reich, tenía la tarea de supervisar qué artistas y piezas eran aceptables para la Alemania nacionalsocialista. En noviembre de 1937, se encontró con algo que lo exasperó: un calendario musical publicado por la editorial Spemann que incluía la imagen de Pau Casals.

Para él, la sola presencia del violonchelista catalán era inaceptable, a pesar de que no era judío. “El violoncelista, aunque no sea judío, es uno de los enemigos más acérrimos de la nueva Alemania”, escribió en un informe para la Reichsmusikkammer, documento que forma parte de los archivos requisados por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial y que se conserva en los Archivos Nacionales (NARA) en Washington.

Casals ya había demostrado que no estaba dispuesto a ceder ante el régimen nazi. En 1933, tras la llegada de Hitler al poder, rechazó la invitación de Wilhelm Furtwängler para tocar con la Filarmónica de Berlín. Su postura era clara: no actuaría en Alemania mientras “su vida musical no sea libre”. Su negativa lo convirtió en un adversario del régimen, mucho antes de que el mundo lo reconociera como un defensor de la paz.

El arquitecto de la purga musical

La reacción de Gerigk ante el calendario no se limitó a Casals. También criticó la inclusión de otros músicos que, según él, no representaban la visión cultural del Reich. Descalificó a la soprano Adela Kern por considerarla demasiado frívola y cuestionó la presencia de Elisabeth Rethberg, argumentando que llevaba años trabajando en el extranjero.

Además, mostró su desprecio por una imagen de los chicos del coro de Saint-Germain-l’Auxerrois de París, que incluía cruces de madera. A su juicio, la selección de fotografías carecía de “una línea coherente en el sentido de nuestra visión del mundo”.

El funcionario nazi tenía un propósito claro: eliminar cualquier vestigio de influencia que no se alineara con el partido. No era un simple censor, sino un arquitecto de la purga cultural. En los años siguientes, fue responsable de La enciclopedia de los judíos en la música, un documento propagandístico que sirvió para marginar y desacreditar a artistas de ascendencia judía.

El exilio de Casals y su resistencia al nazismo

Mientras tanto, Pau Casals se exilió en Prada de Conflent tras la Guerra Civil española. Se ha mencionado que oficiales alemanes intentaron convencerlo de tocar para Hitler, pero que él rechazó la propuesta alegando problemas de salud.

Sin embargo, la documentación localizada por La Vanguardia y conservada en los Archivos Nacionales de Estados Unidos demuestra que su postura era conocida en las altas esferas nazis. Casals no estaba dispuesto a doblegarse ante el régimen, y sus censores lo sabían perfectamente.