La inquietante y lenta muerte de Enrique VIII, el rey inglés de las seis mujeres
Una reciente autopsia reveló detalles desconocidos de como se dio el fallecimiento de uno de los monarcas clave en la historia de Inglaterra
La absurda historia de la rivalidad entre españoles y británicos
En la historia de Inglaterra, el rey Enrique VIII es uno de los hombres clave, al ser no solo el principal exponente de la dinastía Tudor, sino también por el hecho de haber sido el que diera paso a la iglesia anglicana y provocara un cisma con el Vaticano, al no darle permiso para su divorcio de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
El rey Enrique VIII, sin embargo, también ha llegado a nuestros días por el hecho de haberse casado hasta en seis ocasiones, y haber decapitado a dos de sus esposas, Ana Bolena y Catalina Howard, que tuvieron una muerte diferente a la que disfrutaría el monarca inglés.
La desagradable muerte de Enrique VIII
La imagen de Enrique VIII ha ido fluctuando con el paso del tiempo, pasando de un icono de la historia de Inglaterra a una imagen más realista, y en ese aspecto su fallecimiento lo ha hecho también, al salir a la luz una autopsia que revela los espeluznantes últimos días que tuvo el rey Tudor.
Esta autopsia ha desvelado que la imagen del rey moribundo distaba de la de su juventud, y fallecería con un cuerpo deformado que incluía una pierna llena de llagas y úlceras, así como una cintura hinchada, con heridas de pus, que se unían a un ataque de gota, un conjunto que generó que desprendiera un mal olor que alcanzaba varias habitaciones.
Los últimos días de Enrique VIII: graves problemas de movilidad
El fallecimiento de Enrique VIII se dio el 28 de enero de 1547 en el Palacio de Whitehall de Londres en su dormitorio, del que no se había movido durante varios días debido al hecho de que sus problemas de movilidad se volvieron más constantes hasta impedir que pudiera salir.
En su lecho de muerte recibía la atención y ayuda, sin decirle que se estaba muriendo por miedo a represalias, en un problema de movilidad que se agravó tras haber sido causado por una herida grave mal curada.
La movilidad del rey Tudor se fue aminorando, lo que hizo que pasara de ser transportado mediante una especie de silla de ruedas a crear un sistema de poleas para poder desplazarlo, algo que se tornó casi imposible en sus últimos días, así como su carácter, lo que complicó el trato con la esposa que le sobrevivió, Catalina Parr.