Las Gargantas del Verdon: el secreto mejor guardado del sur de Francia
A pesar de ser el segundo cañón más profundo de Europa, las Gorges du Verdon siguen siendo un destino poco conocido donde la aventura, la naturaleza y los pueblos encaramados a las montañas se combinan para ofrecer una escapada llena de color
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Encajado entre las imponentes montañas de la Provenza y los Alpes franceses, el río Verdon ha ido tallando pacientemente uno de los cañones más bonitos del continente europeo, e incluso del mundo entero. Las Gargantas del Verdon, o Gorges du Verdon en francés, son un auténtico regalo de la naturaleza. Es el segundo cañón más profundo de Europa, solo superado por el del río Tara en Montenegro, y sus enormes acantilados de piedra caliza, su biodiversidad y el color de sus aguas hacen de este lugar un destino perfecto para disfrutar al aire libre.
A pesar de su grandeza, las Gargantas del Verdon siguen siendo un destino relativamente desconocido para muchos viajeros. Y eso que es un enclave cercano y fácilmente accesible. Ofrece una combinación perfecta de aventura, relax y paisajes de postal, permitiendo llevar a cabo muy diferentes planes: desde sumergirse en la naturaleza más salvaje hasta dejarse llevar por la tranquilidad de sus pueblos, pasando por sus llamativos senderos entre montañas y numerosos deportes de aventura.
La naturaleza más espectacular
Es difícil describir la grandiosidad de este cañón sin quedarse corto. Se extiende a lo largo de 25 kilómetros con acantilados que en algunos puntos alcanzan los 700 metros de altura. Las aguas de un turquesa casi irreal serpentean entre las paredes rocosas, creando un contraste que nos haría pensar que todas las fotos han sido retocadas. Desde lo alto, los buitres leonados vuelan sobre nuestras cabezas con majestuosidad, dejando claro que somos unos meros invitados en su territorio. La fauna es diversa y abundante, pero estos planeadores no dudarán en dejarse ver en las alturas.
Los amantes de las vistas panorámicas tienen a su disposición un recorrido circular de 140 km de carretera. Esta ruta, que puede iniciarse desde Castellane o Moustiers-Sainte-Marie, ofrece una sucesión de miradores a cada cual más espectacular, como el Point Sublime, donde el cañón se abre en toda su inmensidad, o la Route des Crêtes, donde entre curva y curva llegamos a pasar por hasta 14 miradores. La Corniche Sublime, en la vertiente sur, nos lleva hasta el Pont de l’Artuby, un impresionante puente de 182 metros de altura desde el que los más atrevidos pueden practicar puenting.
Aventura para todos los gustos
Las Gargantas del Verdon son un destino perfecto para quienes buscan emociones fuertes. Los deportes acuáticos son una de las principales atracciones de la zona. Desde el Pont du Galetas podemos adentrarnos en kayak por el estrecho pasillo de roca que marca la entrada al cañón, mientras que también es posible surcar las aguas del lago de Sainte-Croix en paddle surf o en embarcaciones eléctricas, disfrutando de la serenidad que transmite el entorno. Para los que buscan algo un paso más allá, el barranquismo en el cañón de Ferné o el rafting en los rápidos del Verdon ofrecen una dosis extra de adrenalina.
Para un plan más tranquilo, los aficionados al senderismo también tienen aquí un paraíso. La ruta Blanc Martel, de 14 kilómetros, es la más famosa y recorre el corazón del cañón desde el Chalet de la Maline hasta el Point Sublime, con pasos tallados en la roca y túneles que requieren linterna. Para los más expertos, la ruta de l’Imbut ofrece un recorrido más exigente atravesando variadas formaciones geológicas y pasos más técnicos sobre el río. Y para quienes buscan una caminata más relajada, la ruta de los Pêcheurs desciende hasta el lecho del Verdon, permitiendo incluso darse un baño en sus (heladas) aguas.
Si lo tuyo es la escalada, también estás de enhorabuena porque las paredes del Verdon son todo un desafío, con más de 1.500 rutas equipadas que lo convierten en uno de los mejores destinos del mundo para este deporte. También es posible descender en parapente desde los altos riscos y maravillarse con la vista aérea del cañón, aunque eso ya quizá sean palabras mayores. Pero por falta de planes, que no sea.
Pueblos con encanto donde hacer una parada
Además de ser un destino eminentemente natural, la región de Verdon esconde pueblos llenos de encanto en los que siempre puede ser interesante hacer una parada. Porque no todo va a ser caminar o hacer deportes de aventura, no pases por alto Moustiers-Sainte-Marie, que ubicado entre acantilados y conocido por su loza artesanal, es una joya medieval de callejuelas empedradas. Allí, si subes los 262 escalones que llevan hasta la capilla de Notre-Dame-de-Beauvoir, conseguirás una de las mejores vistas del valle.
Por su lado, Castellane es puerta de entrada a las Gargantas del Verdon. Conserva su esencia medieval con sus callejuelas adoquinadas y su mercado semanal, donde se pueden encontrar productos típicos provenzales. Y aquí también hay una capilla encaramada en lo alto de un promontorio rocoso: la de Notre-Dame du Roc.
Rougon es un pequeño pueblo de montaña con casas de piedra y vistas privilegiadas al cañón. Suele ser el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de la más absoluta tranquilidad, pudiendo observar normalmente desde aquí a los buitres sobrevolando el cañón. Trigance, en lo alto, tiene un castillo medieval reconvertido en hotel, además de un encantador casco antiguo. Mientras que Sillans-la-Cascade, famoso por su impresionante cascada de 44 metros, combina naturaleza y ruralidad a partes iguales.
Un poco más allá: el lago de Sainte-Croix
En el extremo oeste del cañón encontramos el lago de Sainte-Croix, un lugar perfecto para concluir un completo día recorriendo las Gargantas del Verdon. Con una superficie de 2.200 hectáreas, este lago de origen artificial se ha convertido en toda una tentación para los amantes de los deportes acuáticos. Aquí se pueden alquilar kayaks, hidropedales o simplemente disfrutar de un baño en sus tranquilas aguas cuando el calor aprieta. También hay pequeños pueblos ribereños, como Bauduen o Sainte-Croix-du-Verdon, donde se puede degustar la gastronomía provenzal asomados a las aguas del lago.
Para aquellos que visiten la zona entre finales de junio y mediados de julio, un paseo por la meseta de Valensole se vuelve imprescindible. En estas fechas los campos de lavanda en flor tiñen el paisaje de un profundo violeta, y si vas en otro momento, siempre puedes recorrer las tiendas de la zona en busca de perfumes, jabones, aceites e incluso miel de lavanda.
Cómo llegar y cuándo ir
El acceso a las Gargantas del Verdon es más fácil de lo que parece. En coche, la mejor opción es tomar la autopista hasta la Costa Azul y luego adentrarse en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul. Para quienes prefieren volar, los aeropuertos de Marsella y Niza son los más cercanos, y desde allí se puede alquilar un coche para recorrer la zona con total libertad. De un modo u otro, la opción más recomendable es contar siempre con un vehículo propio.
La mejor época para visitarlas es la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son agradables y la afluencia de turistas es menor. En verano, aunque el calor puede ser intenso, el atractivo de sus lagos y ríos permite disfrutar de una experiencia refrescante, aunque es cierto que siempre coincidiremos con muchos más viajeros.