Un historiador investiga el impacto emocional de un naufragio en Normandía ocho siglos antes del Titanic
El investigador ha analizado la tristeza que generó el suceso en las familias y en toda la sociedad a la que pertenecían las 300 personas que murieron
Una vía de agua por una compuerta rota provocó el naufragio del 'Argos Georgia'
El Blanche Nef era un gran barco con bandera inglesa. Porque lo que uno quizás nunca hubiera imaginado es que, siendo una de esas majestuosas estructuras marítimas que surcan los mares, llegase a hundirse tras chocar contra una roca. Sí, una historia que, ocurrida en el año 1120, se repetiría en 1912 con el hundimiento del Titanic.
La primera de las diferencias entre ambas tragedias es que el Blanche Nef se hundió en las costas normandas, en concreto cerca de la localidad francesa de Barfleur. Era un barco tipo vikingo, que avanzaba gracias a sus velas y al trabajo en los remos de una tripulación compuesta por unos cincuenta hombres.
Fue un 25 de noviembre y, tras el grave accidente, la mayoría de las personas que viajaban a bordo murieron. Entre las víctimas, nobles, caballeros y marineros. En total unas 300 personas.
El heredero de Enrique I, entre las víctimas
Una de las víctimas que destacaba entre el pasaje fue William Adelin, heredero del rey Enrique I, una muerte que causó una gran tristeza y desolación entre los diferentes miembros de la familia real inglesa, que además enredó el siempre complicado debate de la sucesión.
Y sobre el impacto emocional de dicho desastre marítimo es lo que ha investigado Harriet Strahl, un estudiante de doctorado del departamento de Historia de la Universidad de Durham, una investigación que ha llegado a ser publicada en el Journal of Medieval History.
Según el estudio de Strahl, los estragos del acontecimiento afectaron a diferentes sectores de la sociedad inglesa de la época: tanto a la familia real como a las comunidades monásticas y la sociedad en general de aquella Inglaterra.
El estudiante de doctorado ha basado gran parte de sus investigaciones en las narraciones que hizo un monje de la abadía normanda de Saint-Évroult de nombre Orderic, que recapituló los nombres de todos los fallecidos que viajaban a bordo pero también la fe de los mismos, la conexión de muchos de ellos con la comunidad de la propia abadía y el dolor que había causado el trágico choque del navío.
Curiosamente en el mismo lugar del accidente del Blanche Nef pero esta vez en 1860 hubo otro naufragio, en este caso el del barco “Luna”, buque estadounidense del que solo llegaron a salvarse dos de sus más de cien pasajeros.