Добавить новость
ru24.net
Eldiario.es
Февраль
2025
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28

Cuando es “más digno” vivir en una chabola que en un piso patera: “En Ibiza no quieren alquilarte nada si tienes hijos”

0

Las madres de tres menores y una mujer embarazada de ocho meses, todas migrantes sin permiso de residencia, explican su odisea para encontrar techo en la isla. Se enfrentan, además, a una demanda de desahucio después de okupar el terreno de un gran propietario en el municipio de Santa Eulària

Los Ayguavives Suaña, la familia rica de Barcelona que pelea para desahuciar a cientos de trabajadores okupas de Ibiza

“Con los chicos no te cogen, no te quieren alquilar en Eivissa si tienes hijos. Nosotros tenemos tres y es imposible”. Francisca tiene un termo y un mate entre las manos. Se lo lleva a la boca cuando termina de contar un episodio de su vida. Sorbe mientras escucha la pregunta, entorna los ojos tras los cristales de unas gafas de concha y, con serenidad, sigue explicando.

Su relato empieza así: “Soy paraguaya, de San Pedro [de Ycuamandiyú, en el interior del país] pero antes de venir a Eivissa vivía en Capiatá [en la periferia de Asunción]. Trabajaba en una empresa de limpieza que quedaba en capital. Mi horario empezaba a las siete de la mañana y tenía dos horas de viaje, así que amanecía a las cuatro. Me devolvía a casa de anochecida y tenía que hacer de madre, cocinar, y cuidar a mis hijos. Los sueldos no nos alcanzaban para llegar al final del mes. En la isla llevo cerca de dos años. Vine con mi marido y a los ocho meses trajimos a nuestros hijos. Los extrañábamos mucho. El mayor ahora tiene 14, el otro, 10, y la nena, nueve”.

Los tres, ese adolescente, esos dos niños, son, según la madre, la razón que explica por qué esta familia paraguaya vive en una chabola construida en el poblado de Cas Bunets. Antes, estuvieron cinco meses pagando un alquiler –un acuerdo ilegal–, a uno de los dueños del terreno que queda justo al lado del pedazo de tierra que, por necesidad, tomaron posesión el pasado otoño.

“Levantamos una caseta porque el servicio social venía mucho a vernos y necesitábamos tener a nuestros hijos en condiciones”. En esa finca permanecieron hasta que el 31 de julio una orden de desahucio dictada por un juez y las porras de una brigada de antidisturbios los echaron de una caseta de madera en la que habían invertido “mucho dinero”.

Entre albergues y alquileres sin contrato

Entre medias, desde que abandonaron la primera barraca y pudieron construirse la segunda, la madre y los niños durmieron un mes en el albergue de Cáritas. Al principio, recuerda Francisca entre chupada y chupada a la bombilla de su mate, sí hubo un alquiler en un piso normal y corriente. “Sin contrato, de palabra”, pero en una vivienda digna. 

–¿Os costó mucho encontrar vivienda cuando llegasteis a Ibiza, Francisca?

–La verdad que no. Mi marido trabajaba con el señor y el señor nos recogió en su departamento. Era rumano. El problema es que llegaron nuestros hijos y su novia también vino a vivir. Nos dijo que nos fuéramos, que con niños no podíamos estar allá.

Rosario está en segundo plano, sentada en una silla justo detrás del sofá donde se sienta Francisca. Su gorro es rosa, a juego con el termo donde la paraguaya conserva caliente el agua con la que va cebando el mate. Son las cuatro y media de una tarde de principio de febrero. El día se alarga, la luz es preciosa. Pero, aunque estén protegidas por un toldo, en este poblado ilegal sobre el que ya pesa una solicitud de demanda para desalojar a los cientos de personas que viven allí, hace frío. Suficiente para que Rosario se frote las manos cada poco. Está muy embarazada.

Dice una voz con acento peruano:

–Me voy para los ocho [meses].

–¿Es un niño o una niña?

–Una niña, una niña.

–¿Y sabes cómo se va a llamar o todavía no lo habéis decidido?

–Tenemos nombre.

–¿Se puede decir?

–Se llamará Belén. Por la estrella de Belén, por eso se va a llamar así.

–Cuando te quedaste embarazada, ¿vivías al otro lado de la valla, en Can Rova?

–Sí, estaba embarazada de dos meses cuando nos echaron. Es lo más desagradable que me ha pasado en Ibiza. Hubo violencia contra las mujeres. Por suerte, he conocido gente solidaria. La familia de un viejito, ibicenco, al que cuidé me regaló frazadas, mantas como dicen acá, colchas y ropa. Por Navidad me invitaron a comer con ellos.

La ruta que siguió para vivir en Cas Bunets no fue nada sencilla. Estuvo, con el padre de su hija, “desde el primero de agosto hasta el 24 de diciembre” en una tienda de campaña. La clavaron en otro terreno donde coincidían con otros desahuciados de Can Rova. Mientras tanto, ambos trabajaban. La policía les hizo una visita y abrió un expediente. Con el papel en la mano, Rosario, que llevaba menos de un año en Eivissa, fue a buscar a un médico: el documento acreditaba que vivía en España, y, según dice, así le dieron “la tarjeta sanitaria”. Desde entonces, un ginecólogo supervisa su embarazo. 

Sobrevivir en una caseta de madera

Las fiestas navideñas llegaron con otro regalo inesperado. La familia de su compañero –que es paraguayo y primo hermano de Francisca– les consiguió una caravana. Aparcada en un rincón de Cas Bunets, fue su primer hogar en el poblado y, ahora, viven en una caseta fabricada con maderas y pladur, cubierta por lonas de plástico. No tienen agua corriente, ni cuarto de baño en condiciones. Cocinan a gas y enchufan los electrodomésticos a la energía que producen pequeñas placas solares. Como el resto de un vecindario del que cada mañana sale un grupo de chicos, chicas, niñas, niños camino de los institutos y el colegio público que queda a apenas un quilómetro de distancia. 

“Es acomedido para nosotros”, dice Rosario sobre su hogar, y usa un adjetivo muy común en Perú que significa servicial. Como si la caseta fuera más bien una persona que les estuviera prestando la ayuda que necesitan. Allí criarán a Belén cuando nazca y terminará, por fin, una odisea en miniatura, la de encontrar techo en Eivissa. O, al menos, una parte porque Rosario tiene otros dos hijos. “El mayor tiene diez, el menor, nueve. Están en Lima, con sus abuelos. Su padre hace años que no me ayuda en nada con ellos”.

Unos estudios de Contabilidad se quedaron a medias en Perú. Llegaron, seguidos, los dos primeros embarazos. Trabajó como administrativa en una oficina de intercambio de moneda y envío de transferencias internacionales; a su padre lo ayudaba en una hacienda cafetalera. La necesidad de huir, pese a todo, siempre estaba presente. Rosario nació mucho después de que Vargas Llosa escribiera Conversación en La Catedral, pero también se hace la misma pregunta que los protagonistas de la novela. ¿En qué momento se había jodido el Perú? La duda viene de lejos, Conversación en La Catedral se publicó en 1969.

Unos estudios de Contabilidad se quedaron a medias en Perú. Llegaron, seguidos, los dos primeros embarazos. Trabajó como administrativa en una oficina de intercambio de moneda y envío de transferencias internacionales; a su padre lo ayudaba en una hacienda cafetalera. La necesidad de huir, pese a todo, siempre estaba presente. Rosario nació mucho después de que Vargas Llosa escribiera 'Conversación en La Catedral', pero también se hace la misma pregunta que los protagonistas de la novela. ¿En qué momento se había 'jodido' el Perú?

–Creo que desde que entró nuestra presidenta actual [Dina Boluarte, en el cargo desde finales de 2022], los peruanos no estamos siendo apoyados por nuestro gobierno. Los profesionales no están bien pagados y la inseguridad es un problema. Hay muchas matanzas, robos… Mi papá allá en Perú es cafetalero y sé que el tema de las extorsiones ha estado últimamente, pues, más activo. Esta isla no es idílica y mis papás, cuando se enteraron por las noticias de Ibiza sobre el desalojo que sufrimos, quisieron que yo me regresara. Pero estando embarazada no podía. Yo no puedo llevar un hijo más a mi país. Tengo que lucharlo aquí, y me gustaría, algún día, traer a los mayores. No quiero que sean víctimas de la delincuencia.

En 2023, según datos del balance de InSight Crime, Perú tenía una de las tasas de homicidios más bajas de toda América Latina (2,3; la de España es de 0,69). En enero de 2025, sin embargo, hubo 176 homicidios en el país. Más del triple que hace una década. 

“Los que por desgracia somos de un lugar donde se sufre la inseguridad valoramos lo que tenemos acá. Por muchas cosas malas que a una le sucedan, no será igual que allá en nuestros países. No queremos que nuestros hijos vivan aquello, por eso que nos decidimos venir”. Suena una tercera voz más, también de mujer pero con otro acento. Colombiano. Es la de María Fernanda, madre de un chaval de dieciséis, que vino junto a su marido desde Quindío, el corazón del eje cafetero colombiano, una zona tan rica en recursos como marcada por los conflictos armados. 

Los que por desgracia somos de un lugar donde se sufre la inseguridad valoramos lo que tenemos acá. Por muchas cosas malas que a una le sucedan, no será igual que allá en nuestros países. No queremos que nuestros hijos vivan aquello, por eso que nos decidimos venir

María Fernanda

A día de hoy, por cada homicidio que hay en Perú, se cuentan más de siete en Colombia. “Y eso es que lo condiciona todo, en mi pueblo o entras en una fábrica de juguetería o en otra fábrica textil. Si una quiere desarrollar una ocupación diferente tiene que irse fuera”, dice María Fernanda.

Diez personas en un piso de cuatro habitaciones

Ella, “con el bachiller acabado y formación de esteticién”, voló sobre el Atlántico. Un amigo, también colombiano, les habló “maravillas” de Eivissa. “Acá hay famosos y oportunidades, nos decía, porque a él empezaban a irle bien las cosas. Ya había pasado el inicio, que es lo más duro”. Y se vinieron. El 14 de febrero hará tres años. El marido de María Fernanda, como el de Francisca, o la pareja de Rosario, “trabaja en la construcción”. Pronto lo emplearon. No ha dejado de currar, sobre todo en invierno. María Fernanda, como Francisca, como Rosario, hasta que avanzó demasiado su embarazo, se puso a limpiar casas, escaleras, villas. Sin contrato, no había NIE. Sigue sin tenerlo. Tampoco se ha podido empadronar. Ni siquiera en su primera casa: al llegar a la isla, una mujer salvadoreña les alquiló una habitación en un piso donde “hasta el salón” estaba alquilado:

–Éramos diez personas en un piso de cuatro habitaciones y un solo baño. Ya te puedes imaginar. Nosotros dormíamos en un cuarto, los tres, una cama para el niño y un colchón, en el suelo, para nosotros. No pagábamos mucho para lo que una está acostumbrada a ver en Ibiza, 460 euros, pero aquello no era forma de vivir. Una de las inquilinas, que estaba harta del abuso, contactó al dueño, un señor ibicenco. 

Éramos diez personas en un piso de cuatro habitaciones y un solo baño. Ya te puedes imaginar. Nosotros dormíamos en un cuarto, los tres, una cama para el niño y un colchón, en el suelo, para nosotros. No pagábamos mucho para lo que una está acostumbrada a ver en Ibiza, 460 euros, pero aquello no era forma de vivir

María Fernanda

–¿Arregló la situación? Se estaba cometiendo un delito en su propiedad.

–Dijo que no tenía idea de lo que aquella salvadoreña estaba haciendo el piso, le quiso quitar el contrato, pero cuando se dio cuenta que, con tanta gente allí, aquello era un negocio, lo que hizo fue duplicar la renta: de 900 a 1.600. Y la salvadoreña siguió subarrendando. Más después del desalojo que sufrimos acá al lado en verano, cuando nos dicen que la casa que hemos construido en este terreno no es digna para vivir, yo siempre contesto que no, señor, que acá estamos en unas condiciones más que dignas porque no hay pisos para rentar y los que hay están llenos de gente. Cuando nos echaron de Can Rova estuve viviendo semanas a la intemperie, junto a la valla. El ayuntamiento no nos dio chance de pasar la noche o ducharnos en el pabellón que habilitaron. Decía que el cupo de personas que podían acoger estaba lleno.

A Francisca y Rosario les apena lo que acaba de contar María Fernanda, no quieren ocultar un detalle incómodo. La colombiana vuelve a la carga para profundizar en ella: “Pero por desgracia, más que nada he visto ese abuso lastimosamente de los mismos latinos. Se aprovechan de que otra persona, incluso, a veces, de su mismo país esté en una situación mucho más vulnerable. Eso nos obliga a ser sumisas, por desgracia”. Sus amigas asienten mientras la escuchan.

Explica Francisca que una kelly sin permiso de residencia difícilmente cobrará “más de 10 o 12 euros la hora”. “Hagan la cuenta”. 

La avaricia de Europa

Explica Rosario que al llegar a Eivissa pasó “dos meses de interna con una familia que tenía un bebé” al que ella cuidaba “desde el amanecer hasta la una de la mañana, cuando sus padres cerraban el restaurante donde trabajaba”. El sueldo, mil euros al mes. “He estado dos meses así y no he tenido ni un solo día de salida. No creo que un europeo acepte un abuso como el que yo viví. Luego, para mantenerme el sueldo, como ya habían metido al niño a la guardería por verano, querían que trabajara toda la mañana en su restaurante. El señor es de acá, de España, y la mujer es de la República Dominicana”.

Explica Rosario que al llegar a Eivissa pasó "dos meses de interna con una familia que tenía un bebé" al que ella cuidaba "desde el amanecer hasta la una de la mañana, cuando sus padres cerraban el restaurante donde trabajaba". El sueldo, mil euros al mes. "He estado dos meses así y no he tenido ni un solo día de salida. No creo que un europeo acepte un abuso como el que yo viví"

Explica María Fernanda que estuvo un mes levantándose a las cinco de la mañana para ir a Sant Antoni a limpiar una escalera requerida por una italiana que cuando llegó el momento de pagar desapareció y la bloqueó en su móvil.

–¿Se imaginaban que en Europa existiría esta avaricia?

Responde María Fernanda:

–La verdad es que pensaba que sería diferente. Entiendo que no quieran alquilar su piso por 600 euros todo el año cuando, en seis meses de verano, van a sacar muchísimo más. Cada uno le da el valor que quiere a lo que tiene. Pero están haciendo que la sociedad se ponga de esta manera y es un problema

–Ya.

–Y, claro, tú te creces aquí, la luchas, la trabajas, estás en tu tierra, de una u otra manera no vas a querer ceder tu espacio así. Hasta ahí yo lo entiendo, ¿sí? Pero el ayuntamiento, que es el que se encarga de todo, pues…

David Fechenbach escucha la conversación de las tres mujeres. La paraguaya, la peruana y la colombiana forman parte de tres de las treinta familias que firmaron un poder a este abogado para que las represente. El objetivo es frenar el desahucio, al menos, hasta el próximo 31 de diciembre.

“En Can Rova, cuando supimos que nos querían sacar, intentamos unirnos para resistir a la justicia, pero fue imposible. Ahora creo que tendremos un poco más de suerte”, dice Francisca. 

En Can Rova, cuando supimos que nos querían sacar, intentamos unirnos para resistir a la justicia, pero fue imposible. Ahora creo que tendremos un poco más de suerte

Francisca

“Espero que nos dejen vivir aquí, somos varias mujeres que estamos embarazadas y hay muchos menores. Somos gente trabajadora. No somos delincuentes ni malas personas. Si hemos venido acá es para trabajar”, dice Rosario. 

“Si hay un desalojo, para el ayuntamiento va a seguir siendo mal. Estamos en España y las leyes serán las que tú quieras, pero [Cas Bunets] es la solución que encontramos porque está imposible: no sólo para los latinos, para la mayoría de las personas, incluso las que nacieron acá, está imposible rentar”, dice María Fernanda.

Entonces, interviene el abogado para preguntarse: “¿Qué ocurrirá si los propietarios de este terreno, que son grandes tenedores, y el Ayuntamiento de Santa Eulària siguen adelante con la idea de volver a desahuciar a estas personas? Probablemente, que okupen el terreno más cercano que encuentren sin uso”.




Moscow.media
Частные объявления сегодня





Rss.plus




Спорт в России и мире

Новости спорта


Новости тенниса
ATP

Буэнос-Айрес (ATP). 1-й круг. Карбаллес Баэна встретится с Лайовичем, Дьере – с Мюллером






В «Ростехе» сообщили о передаче двигателей ПД-8 для испытаний самолета SJ-100

Travel-эксперт Тариел Гажиенко: в какие страны не стоит ездить в одиночку

«Активные граждане» определят лучшие работы фотоконкурса, посвященного зимней столице

КХЛ. «Адмирал» — «Авангард». Видеотрансляция: смотреть хоккей онлайн