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"Tú no, Neil Gaiman": cómo el sistema de bandos y la "veneración carismática" influyen en los lectores tras las acusaciones de abusos

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El autor británico, autor del comic 'Sandman', de las novelas 'American Gods', 'Coraline' o 'Buenos presagios', así como por ser un feminista declarado y aliado de la diversidad sexual, ha sido acusado de abusos en medios de comunicación y denunciado por un presutno delito de violación en los tribunales

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Cuando la estatua de bronce erigida en memoria de un héroe se derrumba, los cascotes provocan un gran estruendo al chocar contra el pavimento. Cuando el protagonista del desplome es alguien vivo, un escritor adorado, un estandarte para los marginados, una mano amiga que toma partido desde sus redes sociales, ‘uno de los nuestros’ para sus lectores, entonces, el sonido del golpe llega a lo más hondo y se convierte, para buena parte de sus fans, en algo personal. Decepcionados, se preguntan ¿por qué tú?

Ese 'ojalá hubiera sido otro' que a veces emergen en torno a figuras como la de Neil Gaiman, escritor de culto para a la vez de alcance popular, tiene una explicación sencilla según Mariano Urraco, profesor de sociología y antropólogo de la Universidad Complutense de Madrid. “Es algo muy común por la inevitable tendencia de las personas a formarse bandos”, explica a elDiario.es. “Cualquier fenómeno de masas acaba generando una especie de culto o veneración carismática hacia la persona que genera ese fenómeno”, añade. “Cuando alguien se vincula a nivel profundo con una de estas figuras, las decepciones son tremendas y afectan mucho más que si la falta la hubiera cometido otro. Aunque hiciera lo mismo”, concluye.

Neil Gaiman (1960, Portchester, Reino Unido), es uno de los autores vivos más importantes de la literatura fantástica. Entre sus obras destacan Sandman, Good Omens coescrita al inicio de su carrera literaria junto al desaparecido Terry Pratchett, Stardust, Coraline o American Gods. Muchas de ellas, además, han contado con adaptaciones audiovisuales exitosas. Ahora, en la fulgurante trayectoria del británico se escribe un epígrafe nuevo: Neil Gaiman es el protagonista de varios testimonios de violencia sexual recogidos en medios de comunicación, así como de una denuncia judicial por un presunto delito de violación.

BDSM no consentido

Todo comenzó en julio de 2024, cuando el podcast Tortoise Media señalaba que el escritor británico había abusado de varias mujeres. Y, a mediados de enero de este año, un nuevo artículo publicado por la revista The New York Magazine apoyaba la tesis con testimonios de ocho afectadas que narraban su experiencia con él. En total, doce mujeres acusan a Neil Gaiman de haber cometido unos hechos que podrían considerarse como delitos de violencia sexual. Dos de ellas dependían económicamente de Gaiman y de su exmujer, la cantante Amanda Palmer, en el momento de los hechos, y cinco eran seguidoras de su trabajo.

A principios de este mes de febrero, Scarlett Pavlovich una de las participantes en el reportaje denunció a Gaiman por los presuntos delitos de violación, lesiones y coacción. Además, acusa a Palmer de facilitarle los encuentros a su exmarido y ser “claramente consciente” del peligro que este representaba. Pavlovich afirma en la acusación que el británico la violó repetidamente a partir de febrero de 2022, y que la pareja pudo incurrir en un delito de trata de personas. Pavlovich solicita al menos siete millones de dólares como indemnización.

Gaiman contestó con un comunicado en su página web: “No me importaban los sentimientos de la gente, y eso es algo que lamento profundamente. Fue egoísta por mi parte. Estaba atrapado en mi propia historia e ignoré la de los demás”. “Estoy lejos de ser perfecto, pero nunca he tenido una relación sexual no consentida con nadie”, añadió.

Tanto el británico como la artista Amanda Palmer son conocidos como grandes abanderados de las luchas LGTBIQ+ y por su apoyo al movimiento Me Too. En definitiva, Gaiman y Palmer se habían erigido como un símbolo, creando una comunidad de fans muy sólida gracias a su conexión directa desde sus plataformas y redes sociales. Hasta ahora.

“Al leer algo así te quedas helado y piensas cómo es posible que él no fuera consciente de que estaba ejerciendo una relación de poder con las mujeres con las que se acostaba”, reflexiona en conversación con este periódico Josh Ellis, escritor, programador y músico estadounidense afincado en Reino Unido, que conoció a Gaiman cuando acababa de cumplir veinte años y colaboraba con la revista Mondo 2000. “Es un gran autor, pero no sé si algún día volveré a leerlo”, señala.

“Tú no”

Leer o no leer la obra del autor, ese es el debate que se reactiva cuando afloran a la opinión pública comportamientos reprochables. Una pregunta cuya respuesta todavía no ha alcanzado un consenso general. Ángeles Garrido, que se inició con Mitos nórdicos, lleva siendo lectora de Neil Gaiman desde hace más de diez años; sus lecturas siempre le hicieron sentir “acompañada”. “Le cogí muchísimo cariño porque era alguien que siempre se mojaba públicamente ante situaciones injustas”, explica. En cambio, ahora: “Ha pasado de ser un referente a un monstruo del que no quiero saber nada”, asegura.

Una opinión que también comparte otro lector entrevistado, Dani González, quien descubrió Sandman cuando tenía 16 años. “Fue un cómic que me marcó profundamente, ya que hasta entonces mi acercamiento al género se limitaba a títulos como Hulk o La Patrulla X”, explica para decir que, desde ese momento, comenzó a seguir todo lo que publicaba Gaiman. Hoy, a sus 42 años, Stardust y American Gods se encuentran entre sus libros de cabecera de este género. “La noticia me impactó profundamente. El artículo donde se explicaban los detalles fue tan duro que me costó terminarlo”, relata para señalar que incluso mirar sus libros en la estantería los tiene todos se le hace muy duro. “Creo que nunca volveré a releer a Gaiman, pero me gustaría poder hacerlo y disfrutar de su obra por lo que es”, zanja.

“Cuando me enteré de todo se me escapó un tú no, joder”, admite Alicia Fernández Esclapez, gran lectora del británico. La suya es una sensación que, aseguran, ha tenido la mayoría de los entrevistados en este artículo. “Pasé por varias fases: primero por la de incredulidad, pensando que era imposible que alguien como Gaiman, tan sensibilizado con el feminismo, con el colectivo trans y con tantas otras causas, pudiera hacer algo así”. Después pasó a otra fase: “Estaba frustrada por lo que significaba que Gaiman hubiera hecho todo eso. Entonces leí el artículo y llegó la decepción absoluta”, declara para sentenciar que uno de los autores más inspiradores y creativos haya resultado ser “una estafa semejante”: “Me asquea”, resume.

Fernando de Sagarra es otro lector que se acercó a la literatura de Gaiman porque le encantaba la de Pratchett. “Lo considero, además de un gran autor, un faro de moralidad intachable”, explica para señalar que con Gaiman le pasaba lo mismo. “Ahora creo que es un sinvergüenza al que no le importan nada los sentimientos de los demás”. “Es alguien a quien no quiero volver a acercarme pero no puedo evitar pensar que, a pesar de lo que ha hecho, él no puede quitarme lo que yo sentí cuando leí Sandman por primera vez. Aquello ocurrió, también fue real”, argumenta.

Silencio en el entorno literario

Por el momento, la amplia mayoría de las voces relevantes del entorno literario está a la espera. Editoriales como DC Comics o Norton han declinado hacer comentarios e, igualmente, su agente literario no se ha pronunciado sobre el futuro de su relación laboral con el escritor.

Ante el silencio mayoritario, varios escritores consagrados en el mismo género que Gaiman como J.K. Rowling, Jeff VanderMeer, Maureen Johnson y Naomi Alderman, han criticado la tibia respuesta del mundo literario a las acusaciones, en declaraciones recogidas por The New York Times. Una de las denunciantes, Katherine Kendall, ha declarado en una entrevista con el diario británico The Times que “mientras sus editores y colaboradores profesionales guarden silencio, Neil seguirá teniendo un acceso sin restricciones a mujeres vulnerables”.

En lo referente al mercado editorial español, hasta la fecha ninguna editorial que cuente con la obra de Gaiman en su haber se ha pronunciado sobre el futuro de estas publicaciones.

No obstante, una publicación que dependía del crowdfunding sí ha tomado decisiones. La campaña de Kickstarter que anunciaba una nueva edición en novela gráfica de Good Omens, y que cuenta con el apoyo de más de 35.000 patrocinadores, ha permitido a sus mecenas que puedan retirar sus apoyos económico ya confirmados. Aunque siguen adelante con el proceso de edición, han acordado que “Neil Gaiman no recibirá ninguna ganancia de los beneficios obtenidos con esta edición” y todos los beneficios se dirigirán a una entidad conectada con el legado del desaparecido Terry Pratchett.

Perdonamos a los que nos gustan

Pero aunque la mayoría de los lectores contactados se sienten decepcionados y rechazan volver a leer a Neil Gaiman, existen otras posiciones. Ricardo Jonás, lector y periodista, ha reflexionado mucho al respecto. “Los que hemos sido adolescentes en los años noventa y escuchábamos black metal sabíamos que era música de gente que es literalmente nazi, así que estamos acostumbrados a poner distancia”, explica. Él opina que se puede separar la obra de la persona que la crea. “Te puede gustar un cierto tipo de música, que te eleve o te desahogue” pero teniendo “claro” un juicio moral sobre la persona.

“Entiendo perfectamente a quien decide no acercarse más a su literatura tanto como a quien sí, es una cuestión muy personal. Todos nos movemos por lógicas sentimentales. La apreciación de una obra artística tiene un componente tanto sentimental como intelectual. Nos afecta más, y también tendemos a perdonar más cosas a aquellos que nos gustan”, continúa para señalar que él quedaría “destrozado” si, en lugar de Neil Gaiman, que no es su escritor favorito, hubiera sido Stephen King el protagonista del escándalo.

En una posición similar se mueve Miguel G. Barea, lector y profesor de secundaria, “A mí me gusta Sandman por la obra en sí, no por quien la haya escrito”, argumenta. Para Barea, el boicot y el castigo a corto plazo tienen sentido. “Es normal, no es lo mismo leer a un autor vivo, que puede seguir recibiendo beneficios económicos por su trabajo, que a alguien que ya haya fallecido. En ese caso lo que tú como lector hagas con su obra ya no le va a afectar para bien o mal”.

Este lector opina que, por “muy mala persona que sea Gaiman”, su trabajo contrasta con sus hechos. “Sandman es abiertamente queer y se publicó en una época en la que el mundo apenas lo era”, apunta.

De la anécdota al insulto

Cuando Josh Ellis conoció a Neil Gaiman, en una entrevista para Mondo 2000, no se imaginaba que acabaría convirtiéndose en uno de los personajes secundarios de su aclamada novela American Goods. “Jamás he conocido a nadie con ese magnetismo, con aquella locuacidad. Habla como escribe, sin balbuceos, con elocuencia”, recuerda. “Cuando salió el libro, fui a una firma. Aún no lo había leído y él me dijo algo así como que me iba a resultar interesante. No me podía creer que todavía se acordase de mí”, relata.

Poco tiempo después, sus amigos empezaron a decirle que tenía que leer ese libro, que él estaba allí. “Cuando vi la descripción del personaje Technical Boy, tuve claro que una de sus principales inspiraciones había sido yo aquella tarde en la que me presenté con mis kilos de más, mi cara llena de granos, mi pelo largo y sucio, mis gafas oscuras y mis ganas de mostrarle a mi escritor favorito lo interesante que era. ¡El personaje incluso hablaba como yo!”, exclama incidiendo en que Gaiman había incluido retazos textuales de su conversación.

Pese a la poco agraciada descripción, Technical Boy, en su momento, le halagó. Hoy, a sus 47 años, piensa que Gaiman se rió de él. “Ahora soy consciente de que aquello fue una burla. De que aquel retrato dibujaba a un capullo. Y sí, quizá fui un capullo, pero con veinte años puedes serlo, ¿no? Con 40 o 60 la cosa ya es muy diferente”. Este lector considera que a pesar de los comentarios que el británico ha ido acercándose a su audiencia, en el fondo, “siempre estaba despreciando y utilizando a los demás”.

En Sandman, Gaiman crea el personaje de Richard Madoc, un escritor frustrado que, tras el éxito de su primera novela ha perdido las ideas. En busca de inspiración, secuestra a Calíope, la musa griega de la poesía, y la mantiene cautiva durante décadas, violándola repetidamente para obtener un torrente inagotable de creatividad. “Se está diciendo mucho que Gaiman era el propio Madoc pero que no lo sabía. Yo creo que sí lo sabía, que era un autorretrato consciente. Y nosotros, sus lectores, le pusimos la máscara de héroe salvador”, ironiza Josh Ellis. En el cómic Calíope acabará siendo rescatada por el protagonista, Morfeo, que castigará a Madoc con ahogarse en sus propias ideas y jamás ser capaz de volver a escribir una sola línea.




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