Desconexión asegurada: 15 pueblos para perderse en las montañas de León
Desde los Ancares hasta el Valle de Sajambre, las montañas de León esconden pequeños pueblos llenos de historia y tradición
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La provincia de León se extiende entre paisajes muy variados que comprenden valles, cumbres y áreas montañosas, pero también llanuras, bosques y grandes lagos. En zonas como los Ancares, el Valle de Valdeburón, el Valle de Sajambre, el Valle de Valdeón y otras áreas cercanas, se conservan pequeños pueblos que mantienen viva una tradición rural y un patrimonio histórico y natural que bien merece la pena conocer.
Cada localidad invita a pasear por calles empedradas y a descubrir construcciones centenarias, mientras senderos y pequeños riachuelos acompañan el ritmo pausado de la vida del campo, con algún que otro mugido de fondo. Pueblos bonitos en León hay muchos y muy diferentes, pero estos quince te acercan a algunas de las montañas de mayor belleza de la provincia para que puedas conocer la esencia de una región que se disfruta con tranquilidad y autenticidad.
Acebedo
Ubicado en el Valle de Valdeburón y parte del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, Acebedo tiene mucha historia que contar. Su arquitectura de piedra y sus calles empedradas reflejan siglos de tradición en el medio rural leonés. El retablo de la iglesia de San Nicolás de Bari está considerado uno de los más antiguos de la provincia de León, mientras que su torre separada, con un reloj de época, recuerda tiempos pasados. Las rutas de senderismo que rodean el pueblo permiten disfrutar de un entorno natural donde reina la serenidad.
Soto de Sajambre
En el Valle de Sajambre, a los pies de Peña Santa, Soto de Sajambre conserva la arquitectura tradicional de la montaña. Las casas con corredores e incluso un característico hórreo destacan el estilo rural de la zona. El Museo Escuela Félix de Martino, impulsado por un antiguo vecino que regresó tras 'hacer las Américas' en México, es testimonio de la historia local. Por lo que, entre su privilegiada ubicación y su encanto intrínseco, este pueblo ofrece un ambiente tranquilo donde olvidar el bullicio de las ciudades.
Santa Marina de Valdeón
Situado a 1.156 metros, Santa Marina de Valdeón es el pueblo más elevado del área y se integra en el Parque Nacional de Picos de Europa. Su altitud le permite contemplar amplias vistas de las montañas y sus valles, por lo que es un mirador excepcional. La iglesia de Santa María es el único vestigio de un antiguo monasterio, aunque llaman igualmente la atención una docena de hórreos tradicionales y un potro de herraje, que también forman parte de su patrimonio cultural. El entorno es ideal para pasear disfrutando del paisaje.
Lois
En el municipio de Crémenes se encuentra Lois, reconocido por su “Catedral de la Montaña” construida en mármol rosa, que rememora el estilo del siglo XVIII. Las casas señoriales refuerzan el aire tradicional del pueblo mientras que la Casa del Humo y la antigua Cátedra de Latín nos hablan de la importancia que tuvo la educación y la arquitectura en la localidad. En Lois lo que apetece es recorrer sus calles para apreciar el valor de su legado cultural.
Tejerina
Situada en el municipio de Prioro y a 1.200 metros, Tejerina se emplaza entre los Picos de la Teja y la Piedra del Agua. Un molino restaurado en la entrada del pueblo nos dará la bienvenida para recordar su pasada actividad harinera. La iglesia de San Pedro, de estilo renacentista del siglo XVII, y el Monumento a los Pastores completan su oferta patrimonial. Aquí el silencio lo rompe el sonido del agua, tanto la que recorre sus calles como la de la cercana cascada del Gorgolón.
Portilla de la Reina
En la Tierra de la Reina se encuentra Portilla de la Reina, un pueblo que se organiza en tres barrios por la confluencia de sus ríos. Su arquitectura se integra en un paisaje de rocas y pendientes, dejando relucir el carácter rural de la zona mientras las construcciones se adaptan como pueden a las formas de la montaña. Una vía ferrata y la proximidad a la Sierra de Orpiñas permiten disfrutar de actividades al aire libre, como la escalada o ascensos por corredores invernales. La convivencia entre lo construido y la naturaleza es evidente en cada rincón.
Cofiñal
Con raíces en la romanización de la Cordillera Cantábrica, Cofiñal conserva huellas de antiguos asentamientos y del paso del tiempo. Su nombre, derivado del latín Confin, nos hace pensar en la frontera entre León y Asturias. El pueblo, que ha superado incendios y conflictos, hoy se muestra con casas de estilo indiano y vestigios de trincheras. La cascada de los Forfogones se integra en un paisaje donde la naturaleza se funde con la historia.
Peñalba de Santiago
Esta aldea berciana es reconocida por la iglesia de Santiago de Peñalba, una muestra del arte mozárabe. Sus estrechas calles y arquitectura tradicional reflejan el carácter histórico de la zona, con casas que parecen darse calor agrupándose unas contra otras. El entorno natural, apto para el senderismo, invita a recorrer sus caminos y a contemplar paisajes típicos de El Bierzo, por lo que Peñalba de Santiago ofrece un plan sencillo y relajado.
Valdorria
Ubicado en el municipio de Valdepiélago, Valdorria se asienta a unos 1.337 metros de altitud y presenta un importante desnivel en su núcleo, por lo que su topografía permite disfrutar de panorámicas sobre valles y montañas. El arroyo de Valdecésar recorre la zona baja y una pequeña ermita, la de San Froilán, destaca sobre la Peña Santa como testigo de tiempos de Reconquista.
Palacios del Sil
En el noroeste de León se encuentra Palacios del Sil, rodeado de robledales y antiguas brañas vaqueiras. Su puente medieval y los tradicionales hórreos forman parte de la herencia cultural de este pueblo que nos recuerda que estamos a un paso de Asturias. De hecho, el uso ocasional de la lengua asturleonesa y la tradición del bolo vaqueiro forman parte de su identidad. Por lo que una visita a Palacios del Sil nos ayuda a tomar un poco de conciencia de dónde estamos mientras recorremos sus calles y disfrutamos del entorno natural.
Retuerto
A 1.200 metros, en la Montaña de Riaño y Mampodre se encuentra Retuerto, donde su iglesia parece vigilar desde lo alto de La Llomba. Como verás, la disposición del pueblo sigue la tradición montañesa y se funde con el paisaje natural. Desde aquí, las rutas por la sierra del Pármede ofrecen breves caminatas, permitiendo conocer la flora y el entorno rural. Retuerto es un buen ejemplo para comprobar cómo la vida en la montaña se adapta de forma sencilla a su medio natural.
Valporquero
Valporquero es conocido por sus famosas cuevas, llenas de formaciones y aguas subterráneas, pero también se distingue como pueblo de alta montaña en el Alto Torío. Tal y como demuestra su trazado urbano, que se adapta a la abrupta orografía del lugar. El entorno, marcado por puertos ganaderos y faedos, permite disfrutar de amplias vistas y paseos por senderos cercanos. Aquí la tradición lleva la voz cantante y hace que sus paisajes sean perfectos para desconectar.
Librán
Ubicado en la comarca de El Bierzo, Librán destaca por la abundante vegetación que envuelve sus calles. Rocas, bosques y riachuelos configuran el paisaje que acompaña la vida del pueblo, mientras que un conjunto de arte rupestre y rutas poco transitadas invitan a descubrir el pasado de la localidad y su relación con la naturaleza. Librán es ideal para hacer una pausa y disfrutar de un ambiente rural discreto y poco conocido.
Horcadas
Situado en el término municipal de Riaño, Horcadas se distingue por sus casas de piedra y madera, restauradas con cuidado. El pueblo se ubica en una hondonada por donde desembocan pequeños regueros de la Sierra del Pando, por lo que queda al resguardo de las montañas. El pico Gilbo custodia el entorno y la presencia de antiguas lápidas sugiere asentamientos que se remontan al siglo X, con indicios prerromanos. Horcadas, en cualquier momento del año, ofrece un ambiente tranquilo y cargado de historia.
Balboa
Y terminamos en los Ancares, unas de las comarcas que más puede sorprender al visitante. Aquí, Balboa se presenta con construcciones tradicionales, entre las que destacan las pallozas de origen celta. Un castillo en ruinas, visible desde la colina, recuerda la historia de la localidad. En julio, el pueblo acoge un festival de reggae, el Reggaeboa, que pone un toque de color y contraste sin alterar su esencia.