Alemania vota en pleno fascismo del esperpento

Alemania celebra elecciones generales bajo el ciclón del fascismo del esperpento que irradian al mundo los Estados Unidos de Trump. En principio no se prevén demasiadas sorpresas. Los neonazis de Alternativa por Alemania (AfD), aunque suben con fuerza en las encuestas hasta duplicar –ahora con un 20% de los votos– el resultado obtenido en 2021, quedarían en segundo lugar, en unos comicios que según las encuestas ganarán los conservadores de la CDU para gobernar con los socialdemócratas, aunque en este momento aún niegan esa posible coalición. Varios partidos más podrían obtener representación y tener parte en el resultado de gobierno.

Lo que está por ver es la influencia que va a tener el descomunal apoyo que la ultraderecha recibe de Elon Musk a través de X y el gobierno de Trump. Trufado de desinformación y hasta de posibles trampas, puede cambiar lo esperado. Millones de alemanes tienen -en principio- la palabra, sometidos a una serie de tensiones que en buena parte son nuevas para ellos.

Alemania ya no es la locomotora de Europa, casualmente lo es España por más que le eche tierra el conglomerado de la oposición aglutinada en torno al PP. Y cuando la economía afloja se nota en una sociedad que está sufriendo recortes a los que no estaba acostumbrada. En educación, salud, cultura, servicios... como siempre en todas partes. Sus estructuras, políticas también, están anquilosadas. Los candidatos de los partidos tradicionales no les resultan ilusionantes y la nazi es una pura e hipócrita contradicción. La gestión del socialdemócrata Scholz ha sido nefasta. Les ha influido enormemente la guerra sobre Ucrania, se habla de un ambiente militarista, incluso, en Alemania. Y tanto o más la de Gaza, aunque en otro sentido más ideológico. Los alemanes se debaten entre el complejo de haber sido la tierra del Holocausto judío y la condena al genocidio que practica Netanyahu. Oficialmente triunfa el primero y han llegado a prohibir actos que expliquen sensatamente la situación y a reprimir con dureza las manifestaciones propalestinos. El complejo, la verdad, no explica el apoyo al genocida de Israel al que se han sumado Los Verdes -que allí están a la derecha- y hasta parte de Die Linke (la izquierda).

Y sin embargo han situado como principal problema la emigración, el estandarte de toda la ultraderecha mundial. Rechazan a personas que llegan de otros países mientras abrazan las ideas fascistas que las criminalizan. En la calle miles de personas se agrupan frente al fascismo cantando a menudo el Bella Ciao, pero tampoco sabemos cómo influirá la gran traición al electorado que, en circunstancias parecidas, practicó Emmanuel Macron en Francia, empecinado en negar el gobierno a quien lo ganó: la izquierda. Está llevando a la inoperancia los que nombra y con gran probabilidad allana el camino a la Presidencia de la República a Marine Le Pen, pero Macron no cede.

Y, con todo, es extremadamente importante el resultado electoral de Alemania para rebajar el suflé ultra que están montando Trump y Musk con su delirante gobierno. Una nueva reunión de la internacional fascista en Washington convocada nominalmente por “el republicanismo” trata de forzar la extensión del movimiento. Por España volvió a acudir Abascal, anfitrión de la anterior en Madrid. Se hizo una foto con Musk, declaró su apoyo a Trump (y por tanto a Putin) y abanderó –según cuenta una de sus portavocías mediáticas– sus ataques a Europa.

Tiene interés informativo seguir el bombardeo de ese fascismo del esperpento que abanderan los Estados Unidos de Trump y Musk en la red del hombre más rico del mundo. Este viernes se mofaban de los estafados por Milei en Argentina y de los salvajes recortes de Musk en la administración estadounidense. Compartieron entre risas y saltitos una motosierra. Tampoco dista mucho de la burla y desprecio de Ayuso y su MAR a “las mierdas” de los muertos en las residencias, como ha dicho notablemente irritada.

Millones de personas siguen entusiasmadas con las actuaciones del trumpismo allí, como defienden aquí a Ayuso con los ancianos muertos sin asistencia médica incluidos. Todavía estaríamos a tiempo en España de cortar la barbarie que ya impera en Estados Unidos con todo el autoritarismo, las arbitrariedades, la censura o los bulos que han querido sembrar: el Covid fue un virus de laboratorio y premeditado, dicen: un genocidio. Y la gente harta de estar recluida ¡hace 5 años! Entrega su salud y sus vidas a los anticiencia, antimedicina, antivacunas. La revolución del fascismo esperpéntico representa un auténtico peligro vital. Y se extiende.

No paran de largar amenazas desde el gobierno. Ya hablan hasta de crímenes contra la Humanidad para encausar al Dr. Fauci, el científico que se encargó del control del Covid en lucha con la manga ancha de Trump. Igual pasó en Madrid, de ahí la comprensión que Ayuso encuentra a “sus mierdas”de los ancianos muertos. La gente estaba cansada de estar encerrada. Los enfermos en las UCI también y quizás con menos terrazas hubiera habido menos contagios.

Los recortes de la Administración Trump, además, van a afectar, informa el New York Times, a las universidades y hospitales de todos los Estados. La reducción de los presupuestos es de tal calibre que puede desalentar la investigación incluso. Es un retroceso mundial en medicina e investigación. El delirio trumpista va a costar muchas vidas. De quienes no les importan, naturalmente  Pero Elon Musk no para de hablar de fraude, todo es fraude en el complejo del Estado y todos a cuantos ataca son “criminales”, un calificativo que prodiga.

La democracia se está evaporando en apenas un mes. La separación de poderes no existe para el clan. El de Trump es omnímodo, el de un autócrata. Musk avisa que ningún juez de ninguna parte puede censurar una decisión del presidente.

Se impone la censura. El Departamento de Estado de EEUU obliga a todos sus empleados a cancelar las suscripciones con cualquier medio de comunicación hostil a Trump.  Incluyendo El New York Times, The Economist o la Agencia Reuters. Y ya ha vetado en las ruedas de prensa a la agencia Associated Press. Musk ha pedido “largas penas de prisión” para los integrantes del mítico programa de la CBS '60 minutes'. Es más que un síntoma. A ver qué hace con Rupert Murdoch que le ha corregido a toda portada en el New York Post.

La siembra de odio, irracionalidad, violencia, va a traer graves consecuencias, pero los primeros en tratar de resolverlo han de ser los propios estadounidenses, y aunque hay protestas todavía aparecen bastante tibias. Incluso se ha manifestado quien fuera vicepresidente con Trump en la anterior etapa Mike Pence, con gran respeto le corrige sobre el tema de Ucrania. Sin más. Y parece mucho para afrontar la soberbia del presidente.

En cuanto a Europa debe centrarse en su reacción y sigue mostrando tibieza. La primera prueba está el domingo en Alemania. El cordón sanitario a la ultraderecha funcionó bastante bien, sobre todo con Merkel. Democristiana, nacida y criada en Alemania Oriental, siempre ha sido una antifascista inequívoca. Intentan mantenerlo y la AfD, a pesar de su éxito, está un tanto aislada. El proyecto de colaboración con ellos del líder conservador Friedrich Merz provocó una gran repulsa. Tuvo que retirar la propuesta.

Cuesta creer que el país que participó en la génesis de la Primera Guerra mundial, desencadenó el horror de la Segunda, que sufrió las consecuencias de su derrota dividida y ocupada, vote nazismo aunque sea en porcentaje insuficiente. Es volver a las andadas. No les demos tiempo. Al lado de Abascal, en la cumbre republicana de Washington, Steve Bannon, el primer promotor de Trump y de muchos líderes ultras en Europa, ha hecho el saludo fascista, como Elon Musk. Pero Alemania no puede fallar a la democracia aun albergando en su seno esos genes. Puede que sea el país que más ha experimentado en sus entrañas los cambios de régimen: del nazismo al comunismo y a la sociedad de consumo y a su degradación.

Cuando los ciudadanos germano orientales derribaron el muro de Berlín, en la mítica Alexander Platz había unos grandes almacenes con ropas que parecían de décadas anteriores, todas las tiendas de la ciudad lo parecían. Un año después, cuando la reunificación, los más exquisitos maniquíes vendían lo último en moda internacional. Treinta años más tarde, en el aniversario de aquel noviembre histórico de 1989, había abierto en el mismo sitio un Primark de varias plantas. No era un cambio casual, no son cambios casuales, son de mundo. Un abrazo a la sociedad de consumo y ya del feísmo y en serie que explota en su fabricación para abaratar precios. Con un vuelco vertiginoso al capitalismo y cuanto acarrean los cambios de esa magnitud. “Las cosas dejaron de tener un valor, para tener un precio” había escrito el gran pensador José Luis Sampedro. Luego ha ido a más,. Todo tiene un precio. La salud, desde luego. La vida que en algunos casos parece que no tenga ninguno.

Con el fascismo falla estrepitosamente el reparto. De forma que se quita a unos para dárselo a otros. Y hay a quienes nunca les toca, básicamente porque no forman parte del modelo. Del sucio modelo, blanco, hombre de preferencia, rico, egoísta e hipócrita de costumbres morales. Por eso echan y persiguen a los emigrantes y a toda diferencia. La embajada estadounidense en España exige a sus proveedores demostrar, documentado y por escrito, que no aplican políticas de diversidad e inclusión en sus empresas.

Si, como se ha dicho siempre, la democracia es el menos malo de los sistemas posibles, el fascismo es la suma de lo peor de todos ellos, el del daño máximo para la mayoría.