Ansiedad y desplazamiento ante el avance imparable del M23 en el este de la República Democrática del Congo
Casi un millón de personas se han visto desplazadas por la ofensiva del grupo rebelde M23, con el apoyo del Ejército de Ruanda, en las regiones de Kivu Norte y Kivu Sur, donde ya controla las principales ciudades
Quiénes son los rebeldes del M23 y por qué están combatiendo en República Democrática del Congo
El grupo rebelde M23, con el apoyo inestimable del Ejército de Ruanda, sigue con su avance por el este de la República Democrática del Congo sin encontrar resistencia. En cuestión de dos semanas se han hecho con el control de las dos capitales de las regiones de Kivu Norte y Kivu Sur, Goma y Bukavu respectivamente, ciudades que suman más de 3,5 millones de habitantes.
En su entrada en Bukavu se ha enfrentado a menos resistencia que en Goma, donde unas 3.000 personas murieron en la ofensiva y 700.000 tuvieron que huir de la zona.
Aunque no hay datos oficiales, la ONU ha denunciado la muerte de tres niños de entre once y quince años, según informó desde Ginebra la portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Ravina Shamdasani. “También estamos documentando casos de malos tratos, violencia sexual y de género relacionada con el conflicto, reclutamiento infantil y forzado, intimidación y amenazas de muerte”, señaló la portavoz.
Además, al menos 150.000 personas han huido en Kivu Sur ante el avance del M23, lo que eleva a casi un millón los desplazados por la ofensiva rebelde en menos de un mes. “La crisis va a peor a medida que las personas huyen a áreas donde la ayuda humanitaria no puede llegar debido a la inseguridad”, lamentó recientemente el portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Eujin Byun.
La organización Médicos sin Fronteras informó el jueves de que uno de sus trabajadores y un niño han sido heridos de gravedad por las balas que alcanzaron su centro de Masisi, en Kivu Norte, donde los ataques de las fuerzas gubernamentales continúan de forma puntual para intentar recuperar sus posiciones. Además, la ONG asegura que atendió a 48 personas con heridas de bala en Bukavu, que suman un total de 315 en toda la provincia de Kivu Sur, y expresó su preocupación por posibles brotes de enfermedades infecciosas como el cólera.
Tras entrar en Bukavu, el líder del M23, Corneille Nanga, reiteró la amenaza de llegar hasta la capital Kinsasa y deponer al Gobierno del presidente Félix Tshisekedi, si este no se sienta en la mesa a negociar una paz: “Vamos a por la liberación total del pueblo congoleño”, dijo el líder rebelde.
El martes, los insurgentes llegaron sin contestación a Kamanyola y comenzaron a desatar el pánico en Uvira, la siguiente gran ciudad en su camino, a 80 kilómetros de distancia y con más de 700.000 habitantes. En esa urbe, los vecinos reportaron el miércoles disparos entre soldados de la RDC y el grupo aliado de autodefensa wazalendo por desavenencias sobre cómo se están enfrentando al imparable M23.
Una ofensiva con implicaciones regionales
La llegada a Uvira podría implicar nuevas dimensiones regionales. La ciudad se encuentra a tan solo 25 kilómetros de Buyumbura, capital de Burundi, situada al otro lado del Lago Tanganica, situado entre la RDC y Burundi y otros países. El Gobierno de Ruanda es enemigo del de Burundi, liderado por Evariste Ndayishimiye, quien acusó a principios de mes a su homólogo ruandés, Paul Kagame, de aplicar un plan “expansionista” en la región mediante la “anexión de territorio vecino”.
De momento, ningún indicio hace pensar que el M23 podría entrar en territorio de Burundi buscando llegar a su capital, pero los 10.000 soldados burundeses desplegados en apoyo de la RDC se han retirado a su país, tras ser incapaces de proteger el aeropuerto de Kavumu, a las afueras de Bukavu, ante la llegada de los rebeldes. Además, se ha informado de que al menos 500 soldados congoleños también habrían cruzado la frontera para refugiarse en Burundi, al igual que más de 40.000 civiles, según datos de ACNUR. Los refugiados “llegan en muy mal estado”, según ACNUR, y “en muchas ocasiones ya han sido desplazados internos en varios sitios de la RDC antes de llegar a Burundi”.
El nivel de ansiedad por la ofensiva del M23 es tal que a 1.600 kilómetros de distancia, en Kinsasa, algunas embajadas extranjeras están empezando a mover a su personal en vehículos blindados y trasladando a algunos al otro lado de la frontera hacia Brazzaville, capital de la vecina República del Congo.
El avance imparable de los rebeldes ha generado rumores en la capital de un alzamiento contra el Ejecutivo de Tshisekedi, que se niega a sentarse a negociar con el grupo armado y pide hacerlo directamente con el Gobierno ruandés que, a su vez, niega cualquier involucración directa en el conflicto. El presidente de la RDC negó la caída de Bukavu, cuando ya se había producido a lo largo del fin de semana, para después admitirlo, lo cual denotó su falta de control sobre la situación y le colocó en una posición de debilidad.
El Gobierno ha negado cualquier rumor de golpe de Estado y ha pedido no dar pie a la “desinformación” que pretende debilitar al país. “El presidente Tshisekedi fue elegido por el pueblo congoleño para un mandato de cinco años. No aceptaremos ningún golpe de Estado que involucre al Ejército ruandés para desestabilizar las instituciones del país, legal y legítimamente establecidas”, dijo en la red social X el ministro de Justicia, Constant Mutamba.
Por el momento, las peticiones de la RDC para que los socios de Ruanda presionen al país no ha surtido el efecto deseado. Kinsasa acusó a los equipos de fútbol Arsenal, Paris Saint-Germain y Bayern de Múnich de llevar camisetas “manchadas de sangre” porque en ellas aparecía el logo turístico de Visit Rwanda, pero ninguno ha cancelado el acuerdo con Ruanda y solo representantes del equipo muniqués dijeron que enviarán delegados a Kigali para monitorizar la situación. Por su parte, el Gobierno ruandés ha dicho que esas presiones amenazan con crear una guerra regional.
En la última semana, la presión sobre Kigali ha aumentado. El jueves, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió sanciones contra James Kabarebe, ministro de Estado de Ruanda, a quien acusa de controlar el recurso de los minerales para financiar al M23. Días antes, Bélgica denunció que Ruanda estaba atacando la integridad territorial de la RDC y el Gobierno laborista de Reino Unido llamó a filas al Alto Comisionado de Ruanda, el máximo representante diplomático del país ante Londres.
La contestación de Kigali ha sido muy distinta: ha decidido unilateralmente suspender su acuerdo de cooperación con Bélgica, acusando al país de aliarse con la RDC; mientras que solo ha “lamentado” en un comunicado las palabras del Gobierno británico, lo mismo que con Estados Unidos, cuyas sanciones calificó de “injustificadas” sin adoptar más medidas.
El cambio de Gobierno en Londres en julio de 2024 paralizó el acuerdo para enviar a migrantes que llegaran a Reino Unido de forma irregular a Ruanda, a cambio de más de 600 millones de euros, de los cuales la mitad ya se habían desembolsado a pesar de no haber llegado todavía ningún migrante a Kigali. El 40% del presupuesto anual del Gobierno ruandés viene de los cerca de 1.300 millones de dólares de ayuda al desarrollo que recibe de sus socios internacionales.