Las negociaciones para la paz en Ucrania saltan por los aires tras una bronca sin precedentes de Trump a Zelenski
La ruptura entre Kiev y Washington, precipita también el deterioro de las relaciones de Europa con Estados Unidos
De Yalta 1945 a los gritos de Trump: negociaciones clave para intentar entender éxitos y fracasos en Ucrania
El acuerdo de paz para Ucrania, que supuestamente estaba “muy cerca” de cerrarse, según Donald Trump, ha saltado por los aires en cuestión de minutos. Trump, quien presume de ser un gran negociador, la emprendió a gritos y ataques contra el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, este viernes en su visita a la Casa Blanca.
Tras ser arrinconado en el Despacho Oval y en directo ante el presidente y su número dos, JD Vance, Zelenski dejaba la Casa Blanca sin siquiera firmar el acuerdo sobre las tierras raras de Ucrania. En cuestión de dos horas las placas tectónicas de la geopolítica se han desplazado alejando las posibilidades de un acuerdo y aumentando la distancia entre EEUU y sus socios europeos.
Al mismo tiempo, Trump daba por finalizada la rueda de prensa conjunta con su homólogo, y volvía a atacarlo en Truth Social diciendo que había faltado “al respecto a Estados Unidos” y aseguraba que podía “volver cuando esté listo para la paz”. “Tuvimos una reunión muy significativa en la Casa Blanca hoy. Se aprendió mucho que nunca se habría entendido sin una conversación bajo tal fuego y presión. Es increíble lo que sale a través de la emoción, y he determinado que el presidente Zelenski no está preparado para la paz si Estados Unidos está involucrado”, ha escrito el magnate.
A la hora, el presidente ucraniano respondía así en X: “Gracias, Estados Unidos, gracias por su apoyo, gracias por esta visita. Gracias al presidente, al Congreso y al pueblo estadounidense. Ucrania necesita una paz justa y duradera y estamos trabajando precisamente para conseguirlo”. Zelenski se ha levantado de una mesa de negociación en la que nunca se le ofreció una silla y en la que nunca se le quiso. El mismo Trump dijo la semana pasada que la presencia del ucraniano, a quien tambiñén ha llamado “dictador”, no era necesaria para avanzar las conversaciones con Rusia.
La ruptura que se vivió el viernes en Washington es la culminación del rápido enfriamiento que se ha producido en las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania desde que Trump llegó al poder. Mientras, Europa mira con el estómago encogido como se diluyen las posibilidades de un entendimiento para reconducir la situación y se ve abocada a elegir bando. El cortejo previo del presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer, no fue suficiente para que Trump suavizara su postura con Zelenski. De hecho, Macron fue el primero en salir en defensa del ucraniano y gradualmente los europeos empezaron a cerrar filas con Kiev. Macron habó por teléfono con Zelenski justo después del incidente en la Casa Blanca.
El domingo se espera que Zelenski participe en la reunión convocada por Starmer en Londres. Mientras tanto, en Moscú sonríen con las imágenes de un Zelenski impotente en territorio hostil, mientras Trump se inflaba impulsado por la agresividad de los suyos, que jugaban con la ventaja del idioma y el hecho de estar en su terreno.
Antes de arrinconar al ucraniano, el presidente estadounidense había insistido a la prensa que no está alineado con el presidente ruso, Vladímir Putin. Poco después de la salida de Zelenski, Kirill Dmitriev, consejero de Putin, calificaba de “histórico” en X el momento vivido en la CaSa Blanca. Dmitriev es el CEO del Fondo de Inversión Directa Ruso y asistió a las recientes conversaciones entre Estados Unidos y Rusia en Arabia Saudita. El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvedev, fue un paso más allá: “El cerdo insolente fue abofeteado”.
El ucraniano había llegado una semana después de que Trump le llamara “dictador” y viera como también compraba el discurso del Kremlin sobre la necesidad de celebrar elecciones en el país en guerra. Después de las presiones y las amenazas reiteradas (“Si no actúa rápido se quedará sin país”), Zelenski acabó cediendo y parecía dispuesto a firmar el acuerdo de explotación económica de tierras raras sin que Washington diese su compromiso con la seguridad del país. Si esto no fuera suficiente, al llegar a la Casa Blanca Zelenski se encontró con un interlocutor dispuesto a recrearse en su situación de poder frente un Kiev que durante estos tres años de guerra ha dependido en gran parte del apoyo militar y económico estadounidense.
“Deberías dar las gracias”, mordió el vicepresidente J.D Vance a Zelenski. “Sin nosotros no tienes cartas” y “no estás ganando la guerra”, insistía Trump. Todo mientras Zelenski intentaba reconducir la situación. A cada frase por parte de los estadounidenses, la embajadora ucraniana en EEUU, Oksana Markarova, se fundía cada vez más en su silla. Markarova ya tenía la cara entre las manos cuando Trump le reprochó a Zelenski no ser un “tipo duro”.
El ego de Trump siempre ha jugado un importante papel en geopolítica. Macron apeló a este con su efusividad masculina el lunes y Starmer con la invitación real el jueves. Pero cuando Zelenski ha intentado no plegarse ante el republicano, este estalló. Que el ucraniano se le plantara, aun era peor si se tiene en cuenta que Trump lo veía como causa de uno de los procesos de impeachment que vivió en su anterior mandato.
Durante la primera Administración Trump, Zelenski ya tuvo que navegar entre las llamadas del presidente estadounidense, quien insistía en que trabajara con su entonces abogado, Rudolph W. Giuliani, en una investigación contra Joe Biden y su hijo Hunter. The Wall Street Journal informó que Trump repitió la propuesta a Zelenski hasta en ocho ocasiones durante aquella llamada telefónica del 25 de julio. A las puertas de la campaña electoral de 2020, Trump ya había insinuado que quería que Ucrania investigara cualquier posible conflicto entre las gestiones diplomáticas de Biden en el país y la relación de su hijo con un oligarca ucraniano propietario de una empresa de gas.
Durante el primer mandato de Trump, Estados Unidos ya enviaba asistencia a Ucrania después de que Rusia tomara el control de Crimea en 2014 y apoyara la insurgencia armada en el este del país. Las presiones del presidente estadounidense contra Zelenski coincidieron con la congelación de un paquete de ayuda para Ucrania. El líder ucraniano vivió un déjà-vu cuando el año pasado Trump instigó el bloqueo en el Congreso de un crucial envío de ayuda militar y económica para Kiev.
Estados Unidos suspendió la asistencia a Ucrania a principios de julio de 2020. La llamada en la que se presionó a Zelenski para que colaborara en la investigación sobre Biden tuvo lugar el 25 de julio. Kiev no supo que la ayuda había sido suspendida hasta agosto. El Congreso estadounidense inició una investigación contra Trump para averiguar si realmente había retenido la ayuda a Ucrania con el fin de presionar al país para que abriera una investigación contra Biden y su hijo. La polémica estalló tras las sospechas de una injerencia rusa en las elecciones de 2016, en las que Trump derrotó a la demócrata Hillary Clinton.
En los días posteriores al escándalo, Trump seguía negando las presiones, aunque admitió la existencia de la llamada con Zelenski. Por su parte, el ucraniano terminó negando las presiones cuando se encontró con el republicano en la Asamblea General de la ONU en septiembre de ese mismo año.