Si esta luz del coche no se apaga, prepárate para un buen susto en el taller de hasta 500 euros
Seguridad al volante - Ignorar la advertencia no solo aumenta los costos de reparación, sino que también compromete la seguridad del vehículo y sus ocupantes
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Si la pequeña luz amarilla con forma de motor sigue encendida tras arrancar, más vale ir sacando la calculadora. Lo que podría empezar como un simple testigo en el salpicadero puede terminar en una factura de taller de hasta 500 euros, y eso, si con algo de suerte. Porque cuando la centralita del coche levanta la voz, es porque algo serio está pasando bajo el capó.
Ese testigo está ahí para alertar de que la ECU, la unidad de control del motor, ha detectado un fallo. Esta centralita, que es el cerebro electrónico del coche, vigila constantemente los parámetros vitales del motor, como el encendido y la alimentación. Si algo se sale de lo normal, su única forma de comunicarlo es encendiendo esa luz. Es un aviso serio de que algo en las profundidades del coche necesita atención urgente.
Por qué no debes ignorar la señal de avería de motor
Aunque el testigo se apague por sí solo al arrancar, si vuelve a encenderse mientras se conduce, no hay lugar para la indiferencia. Puede que el coche siga funcionando, pero el problema sigue ahí, acechando, y podría empeorar en cualquier momento. Y cuando lo haga, el coste no será solo económico; también estará en juego la seguridad del propio coche y sus ocupantes, así como la de otros conductores.
Las razones detrás de esta alarma pueden ser tan variadas como complejas. Desde un sensor de oxígeno defectuoso hasta problemas en el sistema de escape o en la mezcla de combustible y aire. En el mejor de los casos, sobre todo si la luz parpadea, se trata de un fallo menor, pero si se queda estática también podría significar que una pieza crucial del coche está en riesgo. Ignorar la advertencia puede llevar a daños mayores y mucho más caros.
No es solo cuestión de dinero. Continuar conduciendo con el testigo encendido puede afectar a otros componentes del vehículo, provocando un efecto dominó de averías. Un sensor que no funcione correctamente puede alterar la combustión del motor, lo que a su vez puede dañar el convertidor catalítico o incluso afectar al turbo. Todo por no haber prestado atención a esa pequeña luz amarilla.
Por supuesto, no siempre significa una catástrofe inminente. A veces, el problema se reduce a una tapa del depósito de combustible mal ajustada o a un error momentáneo en un sensor. Sin embargo, intentar adivinar la causa sin un diagnóstico adecuado es un juego peligroso.
Si persiste el aviso hay que acudir a un taller cuanto antes
En muchos casos, el coche continúa funcionando con normalidad, lo que puede llevar a pensar que no es grave. Pero esa sensación de falsa seguridad puede salir muy cara. La centralita no da falsos avisos; si detecta un fallo, es porque algo no está funcionando correctamente. Esperar demasiado tiempo antes de llevar el coche al taller podría resultar en una avería mucho más costosa, incluso con la necesidad de reemplazar piezas vitales del motor.
Lo más recomendable es acudir cuanto antes al taller para que un profesional realice un diagnóstico adecuado. Con la ayuda de una máquina de diagnóstico, el mecánico podrá leer el código de error almacenado en la centralita y determinar la causa exacta del problema. De este modo, es posible reparar la avería antes de que se convierta en algo más grave y costoso. Aunque nadie quiere enfrentarse a una factura abultada, posponer la visita al taller podría multiplicar el gasto inicial.