El teatro fraterno y alegre de Juan Margallo

Juan Margallo fue el descubridor de Zaranda, allá́ por el 1987, para nosotros él era ya un referente, un nombre consagrado. Al conocerle personalmente supimos de su cercanía, de su humanidad desbordante. Nos cruzamos muchas veces con un afecto que fue creciente, que desembocó en una amistad perdurable.

Un hombre de teatro, con todo lo que eso significa, integridad, honestidad y amor al oficio, incansable artífice para que el teatro latinoamericano pudiera tener un espacio en este país. Increíble su labor al frente del FIT de Cádiz, donde menos en un despacho estaba en cualquier sala, arreglando siempre cualquier problema, implicando a todo el mundo en la solución de cualquier necesidad que acaeciera a cualquier compañía. Tramando siempre amistades, posibilitando encuentros…

Tuvimos la inmensa fortuna de vivir todo aquello y eso es también nos hizo seguir manteniendo el compromiso con un teatro que hable al corazón de cada hombre, que vaya más allá́ de los resultados de la obra, que se establezca desde el afecto, desde la posibilidad de una incidencia de mejoras sociales. Ese teatro fraterno y alegre que él siempre transmitía, el que perseguimos.

PD: Semanas antes de la segunda edición del Festival Iberoamericano de Cádiz. Su director Juan Margallo es invitado a ver a una compañía local a la Sala Cachorro de Sevilla. Se trata de Marimeneo Marimeneo de La Zaranda. El programa del Festival ya está cerrado. Aun así, Margallo decide programar a La Zaranda incluyendo una octavilla en el programa ya impreso. Ahí, América Latina se abrió al trabajo de La Zaranda que este año cumple 48 años de una de las más ricas y longevas carreras del teatro español.