El Gobierno se abre a proteger el Faro de Trafalgar y deja en el aire el polémico proyecto para ubicar un restaurante

El Ministerio de Cultura ha anunciado este miércoles que ha iniciado los trámites para que el Faro de Trafalgar, en Barbate (Cádiz), sea declarado Bien de Interés Cultural. La mera incoación del expediente para protegerlo es un obstáculo a los planes de ubicar un restaurante con terraza en la histórica torre, que domina el Estrecho y está ubicada en pleno Parque Natural de La Breña y Marismas de Barbate. El expediente podría demorarse entorno a dos años, según varias fuentes.

De momento, el Ministerio de Cultura ha informado de que inicia los trámites del expediente de declaración del Faro de Trafalgar como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento. Ahora tendrá que recopilar los informes necesarios, pero el ministerio subraya que la mera incoación del expediente supone aplicar desde ya la protección que recibiría si se culmina con éxito el expediente, y que es la “máxima establecida por la ley”.

De ahí, que el anuncio de Cultura haya sido celebrado como una victoria por los colectivos que se oponían al proyecto, que cuenta con el impulso de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, dirigida por la exalcaldesa Teófila Martínez (PP). “Nos parece una gran noticia y esperamos que se paralice definitivamente y que el faro, como es el sentir de los gaditanos, siga siendo un faro, un símbolo histórico en el litoral”, celebra Lola Yllescas, portavoz de Ecologistas en Acción en Cádiz, integrada en la Plataforma El Faro no se vende, que recogió más de 10.000 firmas en change.org. “Creemos que este paso de Cultura va en la buena dirección del respeto a nosotros mismos”.

Adjudicado pero sin tramitarse la concesión

Fuentes de la Autoridad Portuaria aseguran que nadie les informó de la pretensión de que el faro sea BIC, y evitan hacer una valoración por ahora. La adjudicación del proyecto de restaurante y centro de interpretación a Pentágono Colón, S.L., una empresa sevillana de restauración, se anunció en el BOE en enero del año pasado, tras un trámite de “competencia de proyectos” (alguien declara su interés, se abre un plazo y cualquier interesado puede presentar ofertas). Sin embargo, tras la adjudicación no ha llegado a tramitarse la concesión, y lo cierto es que nada se ha movido en el faro. “Se ha ido demorando, hay que solicitar informes…”, explican desde la Autoridad Portuaria.

En el último año, las reivindicaciones de los opositores al restaurante han recibido el apoyo de la diputada gaditana Esther Gil de Reboleño (Sumar), que el año pasado preguntó al Gobierno en el Congreso. “Nos preocupa que, una vez más, los intereses económicos pretendan imponerse sobre el respeto a nuestro legado histórico y la preservación de nuestro entorno natural. Detectamos que faltaba el informe de Cultura en el expediente, y buscamos esta fórmula para paralizar el proceso”, relata.

El Ministerio de Cultura está dirigido por Ernest Urtasun, compañero de grupo de Gil. La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz está integrada en Puertos del Estado, dependiente del Ministerio de Transportes. Sin embargo, los nombramientos de los presidentes corresponden a las comunidades autónomas. Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz (1995-2015) e histórica del PP andaluz, es la presidenta de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz desde febrero de 2019. Fue nombrada por el Gobierno del PP y Ciudadanos, nada más llegar Juan Manuel Moreno a la presidencia de la Junta de Andalucía. 

“Terraza exterior, comedor interior y barra para aperitivo”

El faro, construido a mediados del siglo XIX, evoca de forma inmediata la batalla naval entre España y Francia. El Faro de Trafalgar ya fue incluido en 2017 en el ‘Catálogo de faros con valor patrimonial de España’, en reconocimiento a su valor como testimonio histórico de la tecnología y la ciencia de su tiempo. Se sitúa sobre una zona dunar a la que no se puede acceder con vehículos a motor. Además, pertenece a la Red Natura 2000 y es, desde 2001, una Zona Especial de Conservación y un Monumento Natural, ambos reconocidos por la Junta de Andalucía.

Por todo eso, el proyecto, que ha ido amasándose con discreción en los últimos años tras ser desechado por Costas el primer intento de ubicar allí un hotel, es uno de los más polémicos en la provincia, que aún conserva reductos de zonas de playa virgen y, para algunos proyectos, una resistencia a la explotación turística de espacios y recursos naturales.

Para los opositores, todo eso se ponía en cuestión con el restaurante. La Autoridad Portuaria anunció en diciembre de 2023 que había otorgado la concesión administrativa durante 15 años, prorrogable cinco más, a Pentágono Colón, S.L., que preveía una inversión de 838.850 euros. Según aquel anuncio, tendría “terraza exterior, comedor interior y barra para aperitivo”, y contaría con un “servicio de traslado” en vehículos eléctricos desde la zona de aparcamiento, situada a algo más de un kilómetro. Además, para garantizar la preservación de las dunas, se contemplaba la obligación de limpiar la arena del camino periódicamente, previa autorización de Costas.

Los opositores al proyecto siempre advirtieron que difícilmente se cumplirían estas condiciones. Hubo movilizaciones y varios colectivos mostraron su rechazo. Uno de ellos fue Ecologistas en Acción. “El faro es un hito que hay que conservar como tal y no convertirlo en una vulgaridad de bar de copas, como hay cientos en la costa”, señala Yllescas, su portavoz.

El valor simbólico frente a la explotación turística

Hasta ahora, la idea de ubicar allí un restaurante parecía contar con el beneplácito del Gobierno central, que el pasado abril aseguró en el Congreso que el proyecto estaba “orientado a la minimización de los posibles impactos ambientales”, tanto en la fase de construcción como de explotación, y enumeró todas las medidas prometidas por el adjudicatario. Además, aseguraba que no había ningún problema con la señalización marítima. El faro sigue siendo importante para el tráfico naval en el Estrecho, una de las zonas con más tránsito en el mundo. Ya no lo controla un farero, pero sigue operativo.

El Gobierno contestaba así a la pregunta formulada por Esther Gil de Reboleño, diputada gaditana de Sumar, quien quería saber si el Gobierno había valorado el impacto medioambiental y qué medidas se iban adoptar para evitar el impacto sobre un espacio natural protegido. “Toda esa zona está protegida. Que hicieran esto en un enclave de este tipo es una locura”, explica la diputada por teléfono.

Más allá de sus potenciales afecciones concretas, el proyecto de ubicar un restaurante con terraza en el Faro de Trafalgar tiene un importante peso simbólico en una provincia donde cada vez hay más presión para ceder ciertos espacios naturales a proyectos turísticos y hosteleros. “No se trata solo de la transformación de un faro en un nuevo negocio hostelero, sino de un modelo que sigue relegando a nuestra tierra a la explotación desmedida del turismo, sin valorar ni proteger aquello que nos hace únicos. De momento a esa zona nos salva el Levante, no es como Málaga, que está super turistificada”, señala Gil de Reboleño.

“Vivimos del turismo, pero no podemos venderlo todo y convertirlo en bar y restaurante. Hay que conservar la dignidad, la historia, la naturaleza. Y no conozco a ningún gaditano que le parezca bien que el faro de Trafalgar se convierta en un bar de copas”, añade Yllescas, quien recuerda que el Faro de la Isla de Las Palomas, en Tarifa, se ha mantenido como faro y a su vez se ha convertido en centro de interpretación: “. ¿Por qué no se hace eso con el faro de Trafalgar? ¿No tiene dinero la autoridad portuaria para conservarlo?”