La razón científica por la que los gatos hacen muecas raras al oler
Respuesta de Flehmen - Más allá del olfato, los gatos interpretan señales químicas con su órgano vomeronasal, un sistema especializado que les permite detectar feromonas y comprender su entorno de manera única
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Un gato se detiene en medio de la calle. Su cabeza se inclina levemente, sus ojos se entrecierran y su boca se abre en una mueca extraña. No hay nada repugnante a la vista, ningún hedor insoportable flotando en el aire, pero el felino parece profundamente concentrado en algo que escapa a la percepción humana. En realidad, no es un olor lo que lo detiene, sino un mensaje invisible, una huella química que otro gato dejó atrás.
Mientras los perros han sido históricamente reconocidos por su prodigiosa capacidad olfativa, los gatos poseen una herramienta secreta que los coloca en otra liga cuando se trata de descifrar su entorno: el órgano vomeronasal, también llamado órgano de Jacobson.
Cuando un gato pone cara rara, algo está pasando
Este pequeño pero sofisticado sistema, ubicado en el paladar, no se encarga de procesar olores como la nariz, sino de captar feromonas, sustancias químicas que comunican información entre individuos de la misma especie. Alex Taylor, experto en comportamiento felino de International Cat Care, lo explica a Live Science : “Esto puede parecer que el gato está haciendo una mueca, pero no hay un aspecto emocional en este comportamiento – el gato simplemente está detectando y procesando feromonas”.
Para facilitar la entrada de estas moléculas a su organismo, los gatos han desarrollado un mecanismo fascinante conocido como la respuesta de Flehmen. Al encontrar una señal química interesante, levantan ligeramente el labio superior, separan los dientes y dejan su boca entreabierta durante unos segundos. Aunque a ojos humanos pueda parecer una expresión de disgusto o sorpresa, en realidad es una maniobra precisa para llevar las feromonas hasta su órgano vomeronasal, donde son analizadas de manera instintiva.
Las feromonas juegan un papel esencial en la comunicación felina. No solo transmiten información sobre el estado reproductivo, sino que también permiten marcar territorio sin necesidad de recurrir a peleas. Mikel Delgado, investigadora en el Purdue University Veterinary College of Medicine, explica a Live Science cómo estos compuestos pueden fortalecer los lazos entre madres y crías, además de servir para identificar a otros gatos en la zona. “Los gatos dejan mensajes químicos cuando frotan su cara contra los muebles, arañan superficies, rocían orina o incluso al defecar”, añade.
Firmas químicas por todo el cuerpo
Los puntos estratégicos donde los gatos producen y liberan feromonas están repartidos por todo su cuerpo: la barbilla, las mejillas, el espacio entre los ojos y las orejas, los bordes de los labios, la base de la cola y hasta entre las almohadillas de sus patas. Cada marca que dejan es un mensaje, una firma olfativa que otros gatos pueden interpretar gracias a su órgano vomeronasal.
Cuando una feromona llega a este sistema, se disuelve en la saliva y viaja a través de los conductos nasopalatinos, pequeños pasajes que conducen directamente a dos sacos llenos de líquido en los que ocurre la magia del procesamiento químico.
Desde ahí, las señales se trasladan al cerebro, en concreto a la amígdala y el hipotálamo, dos regiones encargadas de regular el comportamiento social, la alimentación y la reproducción. A diferencia de los olores, cuyo significado puede cambiar con la experiencia, las feromonas generan respuestas automáticas. Los gatos no necesitan aprender su significado; lo llevan inscrito en su biología. Sin embargo, su reacción puede verse modulada por el entorno, la crianza o incluso por los niveles hormonales.
¿Solo para gatos? Otros animales con este sexto sentido
El órgano vomeronasal no es exclusivo de los gatos. También lo poseen muchas otras especies, desde reptiles hasta roedores. Jonathan Losos, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington en St. Louis, señala a Live Science que “la ventaja del órgano de Jacobson es que los animales pueden detectar una gama más amplia de moléculas en el ambiente que aquellos que carecen de este órgano”.
Aunque los perros son famosos por su agudo sentido del olfato, en términos de detección de feromonas, los gatos tienen la ventaja: poseen tres veces más receptores especializados en este órgano que los perros.
Curiosamente, los humanos también conservan una versión vestigial del órgano vomeronasal en el tabique nasal. Sin embargo, no hay evidencia concluyente de que juegue un papel en la comunicación química actual. Para los gatos, en cambio, sigue siendo una herramienta esencial, un canal invisible de información que los conecta con su entorno y con otros felinos de una manera que solo ellos pueden comprender.