La española que retrata el genocidio de Gaza en ARCO: "El arte debe subrayar algo tan monstruoso"

“La normalización del genocidio en Gaza en insoportable”, fue el mensaje que la artista Tania Blanco escribió en las pancartas con las que se unió a una serie de marchas convocadas en Londres para apoyar a Palestina. La pintora española está siendo uno de los nombres más comentados de ARCO, la Feria de Arte contemporáneo más importante de España, que se está celebrando esta semana en Madrid. El motivo: sus obras Autorretrato de periodista palestina trabajando en Gaza y Hallamar. Dos piezas expuestas de forma conjunta en la galería FormatoComodo, con los que pretende romper con el relato que existe sobre la población palestina.

“Se habla de las vidas palestinas como algo genérico y creo que no se termina de comprender que abarca todo tipo de vidas humanas, tanto femeninas como masculinas, e infantiles. Gente con todo tipo de vulnerabilidades”, explica a elDiario.es.

Que las protagonistas de sus piezas sean dos mujeres tampoco ha sido una elección casual. “Ellas son especialmente vulnerables. Cuando se tratan los números, no se ve a las personas. La palabra 'palestinos' queda como si fueran algo abstracto, y son personas”, comenta. También defiende que “desde el arte había que subrayar algo tan monstruoso como lo que se ha estado y se sigue viviendo ahí”. “Ese es el punto de partida, trasladar mi activismo a la intimidad”, en este caso de su estudio, en el que realizó estas dos obras: “Quería salir del ruido de las marchas y las protestas, y tener este momento de calma y de empatía, sentir ese drama de otra manera”.

La primera protagonista de sus piezas es la cineasta, activista y periodista palestina Bisan Owda, que desde el inicio del genocidio israelí, se ha convertido en una de las voces más destacadas a la hora de transmitir la realidad en la que viven los palestinos en Gaza. El año pasado ganó un premio Emmy de Noticias y Documentales por su reportaje Soy Bisan, desde Gaza, y aún estoy viva, que publicó en la plataforma AJ+.

Tania Blanco intentó ponerse en contacto con ella, pero no fue posible, así que decidió buscar entre sus propias fotografías para tomar una de ellas como punto de partida de su cuadro. Eligió una que la periodista se había hecho a sí misma en una calle de Gaza completamente en ruinas: “Traté de ser lo más fiel a su composición. Mi intervención ha sido más bien a nivel de luces y la paleta cromática. En la manera de construir los volúmenes en las pinceladas, las veladuras”, describe sobre su trabajo.

De la Palestina fértil a la destruida

La segunda pintura es Hamallar, que toma como título el nombre de la mujer que retrata Rallamah, al revés, en un guiño a una práctica que llevaba a cabo Leonardo Da Vinci. Para ella usó una fotografía tomada entre finales del siglo XIX y principios del XX. “Probablemente, pertenece a la época en la que llegaron los primeros colonos a la Palestina donde había un paisaje de paz. Lejos de la barbarie que escenificó en la Nakba en 1948”, comenta la autora. En ese periodo, los colonos contaban con la tecnología fotográfica que les permitió tomar la instantánea utilizada, y que posteriormente fue coloreada.

“Quería mostrar el contraste entre una Palestina fértil, exuberante y la actual”, señala. Su protagonista está vestida con los bordados típicos palestinos, el tatreez; y una chaqueta realizada a partir de la técnica tahiri, que usaba cuerda enlazada para generar dibujos ornamentados. La Ramallah que da título al cuadro es en realidad una mujer anónima. “Le he puesto nombre para quitarle el mismo grado de anonimato con el que cuentan los números de palestinos asesinados. Ponerles nombre y materializarlo en un cuadro, darle una segunda vida a esa fotografía”, explica.

Tania Blanco destaca que el material con el que fue tomada la fotografía, gelatina de plata, fue relevante a la hora de querer darle una segunda vida en su pieza, por cómo “la documentación histórica de Palestina se desvanece en el mundo digital. Quería darle materialidad a través del mundo pictórico”.

Arte crudo, incómodo, espinoso

La artista lamenta que el contexto actual esté regido por “muchísima hipocresía a nivel política y mediático, la gran parte de los medios responden a lo que los poderes oligárquicos hegemónicos dictan porque los medios son también medios de propaganda, y no tanto de información”. En contra de ello, “el arte es una vía, un territorio donde hay más libertad”.

“Cada artista elige de qué manera aborda su trabajo y habla de su tiempo, de cuestiones más íntimas y personales. Cada uno decide vivir más dentro de una burbuja de creación o si te lanzas a hablar de cosas más incómodas”, valora. En su caso ha optado por la vía “más cruda, quizás más incómoda, que te complica un poco más el camino”. Una opción que, reconoce, le da “sentido” a su vida: “Si no lo hiciera así, me sentiría mal. Ya que he decidido vivir en la austeridad y un camino un poco más espinoso, por lo menos voy a hablar con libertad de las cosas que me preocupan y sentirme en diálogo con los tiempos que vivimos”.

Por qué hablar de Gaza

Sin pasar por alto que existen más genocidios además del que se está dando en Gaza, Tania Blanco explica que quiso hablar este por “lo flagrante y peligroso” que está siendo: “Es el primero que se retransmite en vivo y en directo. La comunicación visual e informativa llega a tantos millones de personas como nunca ha sucedido, por la presencia de los móviles y de las redes sociales”.

Para la artista es “sumamente grave” la manera en la que “se ha normalizado que Estados Unidos y la élite sionista israelí sigan pudiendo masacrar y asesinar, y que se sigan vendiendo armas, por mucho que el Gobierno español diga que no, se está haciendo tanto aquí como en otros lugares europeos. Es tan grave que me parece imposible no hablar de eso ahora”. La valenciana recuerda que en España somos “afortunados” por no haber nacido en Palestina. “Cualquiera podríamos haber nacido allí, estar atrapados ahí, estar muertos bajo las ruinas”, advierte.

También recuerda que cuando decidió estudiar Bellas Artes en Valencia no pensaba que, años después, estaría haciendo obras como las que ha presentado en ARCO. Entonces ya había “asedio, agresión israelí y proyecto colonialista”. Sin embargo, no podía vislumbrar el “nivel de monstruosidad” alcanzado, y que “se considere antisemita defender el derecho de una población a existir y a vivir en su tierra, cuando en realidad lo más antisemita que está sucediendo es lo que está haciendo Israel”.