Los científicos celebran el regreso de un animal gigante terrestre que llevaba un siglo sin dar señales de vida
Conservación - Dispositivos electrónicos captaron 108 imágenes y vídeos de una hembra de tapir con crías en el Parque Estatal Cunhambebe
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Una cosa es lo que se cree, y otra la realidad. No hay extinción. Cuando todo parecía perdido, la selva se negó a olvidar. Lo que durante más de un siglo fue solo un recuerdo borroso en informes científicos ahora camina, respira y deja huellas en el suelo húmedo.
Las cámaras escondidas entre los árboles no podían mentir: el tapir sudamericano, el gigante esquivo de la Mata Atlántica, había vuelto. No uno, ni dos, sino tres ejemplaes. Y no en cualquier sitio, sino en los mismos bosques donde se pensaba extinto desde 1914.
El jardinero del bosque vuelve a su hogar
El Parque Estatal Cunhambebe (PEC), un refugio de 38.000 hectáreas creado en 2008 para proteger lo que quedaba de un ecosistema fragmentado, se convirtió en el inesperado escenario de esta revelación. Allí, en la densa espesura, las cámaras trampa registraron 108 imágenes y vídeos de una hembra de tapir junto a sus crías.
La noticia, publicada por Revista Fórum y Agência Brasil, dejó atónitos a conservacionistas y científicos que llevaban décadas asumiendo que la especie había desaparecido de Río de Janeiro.
Este hallazgo no es casualidad. La expansión de la urbanización, la deforestación y la caza furtiva habían empujado a estos animales al borde de la desaparición en la región. Pero la resistencia de la naturaleza a ser borrada del mapa es poderosa.
Marcelo Cupello, biólogo del Instituto Estatal de Medio Ambiente (INEA), lo tiene claro: “El regreso espontáneo de los tapires demuestra que los bosques de Río de Janeiro aún pueden albergar grandes mamíferos”. Un retorno que no solo es un testimonio de supervivencia, sino de la capacidad de la Mata Atlántica para restaurarse.
Un símbolo de resistencia en la selva
A lo largo del siglo pasado, el tapir sudamericano se convirtió en una especie emblemática de la crisis ambiental en Brasil. Su ausencia simbolizaba la pérdida de equilibrio en el ecosistema, pero su regreso apunta en otra dirección.
Su papel en el bosque es crucial: como jardinero del bosque, dispersa semillas a través de sus deposiciones, ayudando a la regeneración de la flora. Desde INEA explican que su presencia confirma la existencia de corredores ecológicos funcionales, permitiendo el movimiento y la interacción de especies en un territorio cada vez más roto y dañado.
La difusión de las imágenes en redes sociales, con los tapires acercándose curiosos a la cámara en plena noche, disparó la emoción entre biólogos y ambientalistas. La reaparición de estos animales en Cunhambebe demuestra que los esfuerzos de conservación no han sido en vano. “Este hallazgo refuerza la importancia de las áreas protegidas y los esfuerzos de conservación en la recuperación de especies emblemáticas”, afirmaron desde INEA. Lugares como este parque no solo protegen a los tapires, sino que actúan como último bastión para una fauna amenazada por la actividad humana.
El tapir sudamericano no está solo en su lucha por la supervivencia. Es una de las cuatro especies de su género en el mundo, junto con el tapir de Baird, el tapir andino y el tapir malayo, todos en peligro. Capaz de alcanzar los 300 kilos, este animal, el mamífero más grande de Sudamérica, no solo domina la selva a nivel terrestre, sino que también es un nadador sorprendente, utilizando su alargado hocico como un tubo de respiración. Su resistencia y adaptabilidad han sido claves para su supervivencia, pero su reaparición en Brasil demuestra que la protección del hábitat sigue siendo la mejor estrategia para evitar su desaparición definitiva.
Aunque la Mata Atlántica ha sido una de las regiones más castigadas por la actividad humana, su capacidad de recuperación sigue dando sorpresas. La reaparición del tapir no es solo un descubrimiento científico; es una prueba de que, incluso cuando se da por perdida, la vida siempre encuentra una manera de volver.