La única pirámide española que no sale en los libros de historia pero sigue en pie y es un símbolo de la Italia fascista

Todavía quedan rastros de un pasado que muchos preferirían enterrar. Monumentos, inscripciones y estructuras construidas bajo regímenes autoritarios siguen en pie, desafiando el paso del tiempo y el debate sobre su permanencia.

Algunos han sido borrados, otros transformados, pero hay quienes defienden su existencia como testigos de la historia. En España, entre la niebla burgalesa y el olvido de la población, una pirámide solitaria se alza sobre el horizonte, silenciosa y enigmática, con una historia que pocos conocen. Su nombre no aparece en las rutas turísticas ni en los libros de historia más leídos, pero su origen está marcado por una época convulsa.

La Pirámide de los Italianos: un legado de la Guerra Civil

Más de ocho décadas han pasado desde su construcción, y la Pirámide de los Italianos aún sigue en pie en el Puerto del Escudo, en la frontera entre Burgos y Cantabria. Erigida en 1939, esta estructura de veinte metros de altura fue diseñada para rendir homenaje a los soldados italianos que combatieron junto al bando sublevado durante la Guerra Civil española.

Su apariencia, inspirada en la Pirámide Cestia de Roma, reflejaba no solo el carácter monumental de la época, sino también la alianza con la Italia de Mussolini. Durante años, albergó los restos de unos 400 combatientes caídos en la batalla de Santander, hasta que, con el tiempo, la mayoría fueron trasladados a otros lugares, como la Iglesia de San Antonio de Padua en Zaragoza o cementerios italianos.

Desde la década de 1970, la pirámide perdió su función original y quedó a merced del abandono. Sin cuidados ni vigilancia, su deterioro fue inevitable: el expolio y la acción del clima borraron parte de las inscripciones y los símbolos que la cubrían. En sus muros, alguna vez se podían leer las palabras Presente, Presente, Presente, una consigna utilizada por los fascistas para honrar a los caídos en combate.

Arquitectura y propaganda: la huella de Mussolini en España

Diseñada por el arquitecto Attilio Radic, la construcción respondía a los principios del racionalismo arquitectónico, con líneas sobrias y una estructura escalonada que contrastaba con el paisaje montañoso que la rodea.

El origen de este mausoleo se remonta a los combates por Santander en agosto de 1937. En ese mes, el bando sublevado lanzó una ofensiva a lo largo de la costa cántabra, enfrentándose a una ciudad mal defendida y sin recursos para resistir. Entre las tropas que avanzaban estaban los soldados italianos del Corpo di Truppe Volontarie enviados por Mussolini.

Según el historiador Michael Alpert en La Guerra Civil en el aire, Mussolini había “repatriado a 5.000 soldados, dejando a los voluntarios más aptos para que lucharan codo con codo con las brigadas navarras”, así como “una brigada mixta, llamada Frecce Nere, formada por tropas italianas y españolas”. En este contexto, la pirámide se levantó como símbolo del sacrificio de estos combatientes

El debate sobre su futuro es inevitable

A lo largo de los años, la disputa sobre su permanencia ha sido constante. En 2023, la pirámide fue incluida en el listado de símbolos contrarios a la Ley de Memoria Democrática, lo que puso en peligro su futuro. Sin embargo, la Junta de Castilla y León tomó una decisión que pocos vieron venir: en 2024, la declaró Bien de Interés Cultural, blindándola ante cualquier intento de eliminación. El proceso comenzó el 21 de febrero de 2023 y culminó un año después, consolidando su reconocimiento como un vestigio arquitectónico con valor histórico.

Aunque su estructura sigue resistiendo el paso del tiempo, su estado actual dista mucho de la imponente construcción que fue en su día. Vaciada de contenido y de significado original, la pirámide se mantiene en pie, observando desde su posición privilegiada cómo las generaciones cambian y los debates persisten. Su presencia rememora una historia compleja que sigue sin resolverse del todo, atrapada entre la memoria y el olvido.