Siete pueblos con tradiciones únicas que merece la pena vivir en persona
Si crees que lo has visto todo en fiestas populares, espera a descubrir estas. Siete tradiciones únicas que solo se entienden bien cuando las vives en primera persona, empapándote de historia, emoción y espectáculo
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En las fiestas de los pueblos de España hay de todo. Algunas siguen un formato estándar, muchas tienen carácter únicamente religioso y otras se limitan a celebraciones con música, pasacalles y poco más. Pero hay algunas, como las de estos siete pueblos, que se salen por completo de lo común. En cada rincón, la fiesta es una forma de vida que se transmite de generación en generación, invitándonos a descubrir experiencias auténticas y llenas de historia. Por eso, las que aquí te ofrecemos se comprenden a fondo si las visitas en persona.
Si buscas experiencias auténticas no querrás perderte ninguna de estas celebraciones en las que la convivencia, el humor, la emoción y el ritual se entrelazan para ofrecerte momentos irrepetibles. Desde la lucha ancestral entre el hombre y el caballo hasta la liberación de un cerdo que recorre las calles, cada pueblo te contará una historia que lucha por conservar su identidad. Un viaje donde cada celebración es una auténtica lección de cultura viva.
La Procesión de los Hombres de Musgo – Béjar (Salamanca)
En Béjar, la festividad del Corpus Christi tiene como protagonistas a los Hombres de Musgo, vecinos que desfilan cubiertos con un manto vegetal en una tradición reconocida como Fiesta de Interés Turístico Nacional. El día comienza en el convento de San Francisco, donde se lleva a cabo el laborioso proceso de vestir a los ocho participantes con musgo: un atuendo que puede llegar a pesar 12 kilos y que hay que ir humedeciendo.
Acompañados por autoridades, cofrades y niños de primera comunión, los Hombres de Musgo recorren las calles entre lluvias de pétalos y tomillo hasta llegar a la Plaza Mayor, donde concluye la procesión. Aunque su origen es incierto, una leyenda los asocia con la reconquista de la villa, mientras que estudios modernos sugieren que podrían derivar de una representación teatral del siglo XV relacionada con la figura mítica del ‘hombre salvaje’.
A Rapa das Bestas – Sabucedo (Pontevedra)
En Sabucedo, la Rapa das Bestas se celebra cada primera semana de julio y es uno de los espectáculos tradicionales más impresionantes de Galicia. Jóvenes del pueblo, aloitadoras y aloitadores, se adentran en el monte al amanecer en busca de los caballos salvajes que recorren la región. De igual a igual, sin cuerdas ni palos, se enfrentan a las bestias en un curro que, ahora instalado en un recinto de mampostería, permite a miles de visitantes admirar cómo se rapan las crines de los caballos antes de devolverlos al monte.
Esta tradición, que se remonta al siglo XV, es mucho más que una demostración de destreza, es un ritual que une a la comunidad. Después del curro, los vecinos salen al monte y prolongan la jornada con comidas campestres y reuniones llenas de música y ambiente festivo. Así, la Rapa das Bestas se convierte en una experiencia turístico-etnográfica en la que cada participante conecta con la historia y el alma de Galicia.
La Patum – Berga (Barcelona)
La Patum de Berga es una fiesta reconocida a nivel internacional, proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Se celebra durante la semana del Corpus, entre finales de mayo y junio, y transforma las calles de Berga en un escenario de teatro popular en el que se funden tradición y modernidad. Durante estos días, gigantes, cabezudos y diablos de fuego desfilan por la ciudad, mientras la música de tambores y el retumbar del tabal crean un ambiente singular.
Aunque sus orígenes están ligados a celebraciones religiosas, La Patum ha evolucionado hasta convertirse en una muestra de arte y humor, en la que la teatralidad de cada actuación invita al espectador a ser parte activa del festejo. La mezcla de rituales y elementos profanos confiere a esta celebración un carácter llamativo, haciendo que cada instante se sienta cargado de historia y emoción.
Las Danzas de los Zancos – Anguiano (La Rioja)
En el pintoresco pueblo de Anguiano, las Danzas de los Zancos ofrecen un espectáculo de altura, en este caso literal. Durante las fiestas patronales en honor a Santa María Magdalena, ocho jóvenes se suben a zancos de unos 50 centímetros y se lanzan por la empinada cuesta del pueblo, ejecutando acrobacias que desafían la gravedad a cada paso. Esta danza ancestral, con raíces que se pierden en ritos paganos de agradecimiento al sol, se celebra en varias fechas: en mayo, julio y, en ocasiones, en septiembre.
El ambiente se llena de música, con castañuelas y gaitas que acompañan cada giro y salto, haciendo que el recorrido sea una fusión de arte, tradición y valentía. La danza no solo es un reto de equilibrio, sino también un acto simbólico que reafirma la identidad del pueblo y sus raíces más profundas.
El Colacho – Castrillo de Murcia (Burgos)
El Colacho es una tradición centenaria que se celebra el domingo siguiente al Corpus Christi en Castrillo de Murcia. En esta fiesta, un personaje vestido con una llamativa botarga y máscara, que representa al diablo, recorre el pueblo fustigando con una cola de caballo a los vecinos que le increpan. A lo largo del recorrido, se levantan altares decorados con flores, marcando los puntos clave de la procesión.
Como probablemente hayas visto alguna vez, el momento más esperado llega cuando el Colacho salta sobre los bebés nacidos durante ese año, tumbados sobre colchones, en un acto simbólico que representa la victoria del bien sobre el mal. Tras la procesión y esta singular bendición de los niños, la jornada termina con bailes tradicionales y una comida popular en la que el vino y el queso de Sasamón son protagonistas.
El Día del Marrano – La Alberca (Salamanca)
La Alberca es uno de los pueblos más pintorescos y turísticos de la Sierra de Francia, en Salamanca, y el Día del Marrano es uno de sus eventos más emblemáticos. Celebrada el 13 de junio, esta festividad, con más de cinco siglos de historia, tiene como protagonista al Marrano de San Antón, un cerdo que recorre las calles del pueblo de forma libre y que se ha convertido en el símbolo de una tradición solidaria. El cerdo es alimentado por los vecinos y originalmente era entregado a la familia más desfavorecida, pero hoy en día se subasta para destinar la recaudación a obras sociales o a una ONG.
La complicidad y el cariño de los vecinos se hacen evidentes en el cuidado que brindan al animal, que pasa sus días paseando entre la gente y llamando la atención de locales y visitantes. Esta fiesta es un buen ejemplo de cómo la tradición y el compromiso social pueden coexistir en un ambiente festivo y cercano, que además tiene un fin benéfico.
El Cipotegato – Tarazona (Zaragoza)
Tarazona se viste de fiesta cada 27 de agosto con la llegada del Cipotegato, el personaje central de las celebraciones en honor a San Atilano. Elegido anualmente por sorteo entre los jóvenes del pueblo, el Cipotegato se presenta con un llamativo traje en tonos amarillo, rojo y verde, y recorre las calles en un acto que mezcla tradición, humor y un toque de irreverencia. A partir del mediodía, la figura del Cipotegato se enfrenta a la multitud, que le lanza tomates en una auténtica batalla festiva.
El recorrido del Cipotegato comienza y termina en la plaza del Ayuntamiento, y la identidad del personaje es totalmente secreta hasta que regresa al lugar de origen tras el festejo. A medida que avanza, la multitud lo vitorea con cánticos y aplausos, haciendo de este acto una explosión de color. El origen de esta tradición es incierto, pero parece remontarse a la Edad Media. Lo que está claro es que, si asistes, no sería raro que tú también salieras oliendo a tomate.