El precioso pueblo medieval que debes visitar en Euskadi

En la costa de Gipuzkoa, donde el mar Cantábrico se encuentra con un paisaje montañoso que envuelve a sus pequeños pueblos con un encanto único, se alza Hondarribia. Este pintoresco municipio, que lleva siglos siendo testigo de las huellas de la historia, sigue siendo uno de los destinos más codiciados para los amantes del turismo medieval y la cultura vasca.

Su casco antiguo, rodeado por una imponente muralla, parece detenido en el tiempo, permitiendo que los visitantes se sumergen en un viaje al pasado mientras recorren sus calles empedradas y admirar la arquitectura tradicional de sus casas de colores.

Hondarribia no es solo un destino turístico, es una experiencia que se vive desde el momento en que se cruza su puerta medieval. Su situación geográfica, justo en la frontera con Francia y a orillas del río Bidasoa, le otorga una mezcla de influencias culturales que se reflejan en su gastronomía, tradiciones y arquitectura.

El pintoresco puerto pesquero, la majestuosidad de su caserío y la tranquilidad que se respira en sus calles ofrecen al visitante una visión que parece sacada de un cuento medieval. Es imposible no sentirse atraído por la belleza de un pueblo que ha sabido conservar su esencia a lo largo de los siglos.

Un casco antiguo amurallado

Bajando desde la Plaza de Armas hacia la parte baja de la ciudad, con la bahía de Txingudi como telón de fondo, se llega rápidamente al vibrante barrio de La Marina, considerado el núcleo pulsante de Hondarribia. Esta pintoresco zona, que en su origen fue un barrio de pescadores, conserva aún las tradicionales casas de paredes blancas adornadas con balcones, ventanas y contraventanas pintadas en tonos de rojo, verde y azul.

Se cuenta que los pescadores utilizaban la pintura sobrante de sus barcos para darle vida a las fachadas de sus hogares, lo que ha hecho que el barrio sea reconocido como Monumento Histórico Artístico.

Al recorrer las animadas calles de Santiago y San Pedro se percibe la energía y el bullicio de La Marina. Las amplias avenidas, llenas de tiendas, bares y restaurantes, invitan a disfrutar de los típicos pintxos y el fresco pescado de la bahía, lo que crea un contraste perfecto con la serenidad del casco histórico, ofreciendo a los visitantes una experiencia única que fusiona tradición y modernidad.

Más allá de su encanto arquitectónico y paisajístico, Hondarribia es también un lugar cargado de historias y leyendas. La villa ha sido escenario de importantes episodios históricos, como la Batalla de Hondarribia en 1638, donde las tropas españolas lograron defender la ciudad de los ataques franceses.

En el casco antiguo aún se pueden ver huellas de esa época, como la Fortaleza de Carlos V, que ofrece una vista del pueblo y la bahía. Además, los secretos y leyendas locales, como la historia de la Casa de los Sancho, dan un aire misterioso a las calles de Hondarribia, haciendo que cada rincón del pueblo cuente una historia diferente.

Fiestas del pueblo

La principal festividad de Hondarribia es el Alarde, que se celebra el 8 de septiembre en honor a la Virgen de Guadalupe, patrona de la localidad. Este vistoso desfile tiene su origen en un voto realizado tras la victoria sobre el ejército francés durante el asedio de 1638. En agradecimiento por la intervención divina, los habitantes de Hondarribia prometerían celebrar anualmente este evento para recordar aquella resistencia.

Así, cada año, el Alarde se convierte en una puesta en escena folklórica que rememora las antiguas milicias forales. Durante el evento, miles de personas desfilan por las calles ataviadas con trajes tradicionales, recreando un ambiente cargado de historia, devoción y orgullo local. Este día, las calles de la ciudad se llenan de música, color y fervor, creando una atmósfera única que atrae tanto a locales como a turistas.

Tradición y modernidad fusionadas en sus calles

El encanto de Hondarribia no solo se limita a su arquitectura medieval. Las calles del casco histórico están llenas de vida gracias a la mezcla de tradición y modernidad que caracteriza a este pequeño municipio.

En sus plazas y calles, se pueden encontrar una gran variedad de bares y restaurantes que ofrecen lo mejor de la gastronomía vasca, como los típicos pintxos, una tradición que ha convertido a la región en un referente culinario.

El puerto pesquero, por su parte, se encuentra repleto de bares y tabernas que invitan a degustar productos frescos del mar mientras se contempla el atardecer.