El nuevo partido político
Pasadas las elecciones y con los resultados electorales de la partidocracia, pero aún más, con sus declaraciones y actitudes de las cúpulas de esos organismos políticos, y su afán de permanecer en ellos para seguir medrando de sus franquicias y a la vez seguir protegiendo sus personalísimos intereses sin tener un solo ápice de autocrítica, es cada vez más frecuente escuchar en diferentes grupos sociales, la urgente necesidad de contar con uno o varios partidos verdaderamente de oposición porque los que hoy existen definitivamente no lo son.
Una aclaración que me parece necesaria es señalar que oposición política al régimen del obradorato sí existe, sobre todo una gran parte en la sociedad y así quedó manifiesto justo en las pasadas elecciones, donde esa oposición votó en contra de Morena y sus acólitos (PT y “Verde”) , y creo que también militantes de la partidocracia convencidos, ya sea por historia, ideología, lealtad partidista o por lo que sea, admitamos que sí votaron por sus partidos donde militan, sin que ellos hayan sido el voto mayoritario resultante, sino que fue esa oposición política que existe en la sociedad la que, “por reducción al absurdo”, tuvo que votar por alguno de los partidos de la partidocracia, tragando sapos o con el clásico: “ni modo no hay de otra”, la intención era votar contra Morena, pero después de los resultados, las cúpulas de innombrables de esa partidocracia asumen que dichos votos son de verdad para ellos, haciendo nuevamente irritar a la sociedad que, justo cansada de sus corruptelas y acciones, votaron en contra desde el 2018, y es donde ya toma fuerza la idea de un nuevo partido político.
Algunos ven como casi natural que el movimiento de “la marea rosa” se convierta en ese nuevo partido, otros, desde la ultraderecha, preparan ya su intención con una lectura de que los movimientos democratizadores que se viven en el mundo contra el populismo autoritario o encabezando un populismo de derecha, teniendo (esa derecha) como diagnóstico que lo que existe hoy es un populismo de izquierda que conduce al socialismo, así de trasnochados están, y teniendo como banderas estar contra el Estado social, los migrantes, los movimientos de mujeres, entre otros, les dan el marco para formar un partido con esas características en México; otros buscan con un sentido más visionario, no involucrar de manera directa al movimiento rosa, seguir ligados a él, pero muy cercanos, crear un partido que incluso sume a los perredistas que se han quedado sin registro legal ya; otros están pensando en crear un verdadero partido contestatario al régimen, pero sin manifestar claridad más allá de la actual coyuntura autoritaria y populista, y sobre todo sin un verdadero contexto internacional y de lo que ha sucedido en términos de las causas del triunfo de López Obrador y del porqué de la crisis de la partidocracia; algunos otros se acercan a la que fue la candidata de la partidocracia, esperando que pueda escuchar el canto de las sirenas y su mismo ego la pueda llevar a pensar que los votos que obtuvo verdaderamente eran para ella y por ella, y no en contra de Morena y su líder, y también están pensando en formar un partido político. Hay, al parecer, otros que en su oportunismo histórico están buscando la venia de la próxima presidenta para “venderle” la idea de formar un partido satélite por si a sus compañeros de viaje de ahora le fallan, ellos levantarán la mano.
Sin embargo, me parece que lo que hay que aclarar es que hoy tanto en nuestro país como en el mundo, la forma tradicional del partido político es cosa del pasado, el mismo López Obrador creó un movimiento político y no un partido tradicional y lo sigue siendo Morena, y es también su reto, si es capaz de institucionalizarse y sobrevivir sin el liderazgo de su fundador y ser un partido y no solo esperanzado a los promotores de los programas sociales de la Secretaría de Bienestar como ha sido hasta hoy, ellos también vistos como partido político tienen sus problemas internos. En América Latina y en el mundo están surgiendo una serie de movimientos sociales y políticos que, conforme a las reglas de la democracia liberal, se constituyen en partidos políticos para participar en las elecciones por la lucha del poder, pero se parecen cada vez menos a los partidos políticos tradicionales, algunos de ellos como en el caso de Morena, en México, de manera rápida, con un líder carismático han tomado el poder y desplazado a partidos centenarios no solo del poder sino que, incluso, muchos de esos partidos llamados “históricos” los han literalmente desaparecido.
Pero esta nueva forma de partido está naciendo justo de movimientos sociales con causas ciudadanas que los partidos tradicionales abandonaron en su proceso de cartelización, es decir, el nuevo partido político deberá de retomar su papel de intermediación de los intereses, causas y demandas sociales, el nuevo partido debe ser más ejecutivo en su dirección, no las viejas y enormes maquinarias partidarias, debe ser más horizontal para su dirección, más abierto a la participación de los militantes o miembros en la toma de decisiones, a través de consultas y votaciones, usando las redes sociales, para hacerlo no solo más ágil sino más permanente, buscando una forma de financiamiento colaborativo de pequeñas aportaciones que los llevan a que sean más transparentes en el manejo de sus recursos financieros para la operación política, y ser abiertamente enemigo de los actos de corrupción, ya sea en el partido o en el ejercicio gubernamental cuando se esté en el poder, mantener una relación más cercana y permanente no solo en campaña con la gente, la relación y la imagen personal es muy importante más allá de la organización partidaria territorial, estas y muchas cosas más, por supuesto, deberían de tener en cuenta los impulsores de la idea del nuevo partido.
Un partido político que no solo sea verdadera oposición política al régimen populista y autoritario, sino también con un proyecto de nación para el futuro y que sepa emocionar a la gente, entusiasmarla de que es posible una sociedad donde la ley impere, donde sea posible terminar la inseguridad y la violencia, donde haya oportunidades para todos a base de trabajo formal, con un crecimiento económico que lo fomente y lo posibilite, con un gobierno honesto y eficiente que cumpla con sus responsabilidades constitucionales de dar servicios de salud de calidad y medicamentos, un sistema educativo que forme, fomente valores ciudadanos y de capacidad técnica de habilidades para salir adelante en la vida, en fin, un partido que sea capaz realmente de movilizar a la sociedad no solo para sacar a los populistas autócratas del poder sino para crear un México democrático y con menos pobreza y desigualdades sociales.
Si la oposición política que hoy existe en la sociedad se pierde en infiernitos y se pulveriza con argumentos de la vieja política, y con esquemas de la vieja partidocracia, entonces no habremos aprendido nada de la crisis de representación que justo nos llevó al triunfo del populismo autocrático que hoy padecemos, el próximo año cuando se abra por el INE la convocatoria para el registro de nuevos partidos políticos veremos si de verdad aprendimos la lección o volvemos a tropezar con la misma piedra, y si es así, entones será ya demasiado tarde y la democracia será cosa del pasado.