Sigue avanzando demanda de NY Times contra Chat GPT
Siguiendo el curso de la primera demanda que New York Times interpuso en contra de ChatGPT por violación de derechos de autor, otra serie de demandas de autores individuales se han sumado a la causa. Al paso de los meses, del gran argumento principal del uso no autorizado de sus materiales periodísticos para alimentar las bases de datos del ChatGPT, hemos venido conociendo otros argumentos que enriquecen este histórico litigio.
En palabras de Justin Nelson, quien representa a NYT y a varios de los autores de novelas que han presentado demandas, OpenAI (operador de ChatGPT) “ha creado su servicio sobre los hombros de la propiedad intelectual de otras personas”. Es inaceptable que esta empresa pretenda apropiarse de obras creadas por terceros, simplemente porque se encuentra en internet. Bajo este enfoque, se debe considerar que los usuarios recurren al uso del chat como un sustituto del posible ingreso a las fuentes originales que el NYT pone digitalmente a disposición de todos.
El alegato principal es que, con reproducciones incluso textuales de porciones de obras, se desvía el tráfico de lectores de noticias, privándoles de los ingresos por publicidad que se asocian al número de usuarios. OpenAI ha señalado que la reproducción literal de los materiales fue un simple incidente, apelando a la aplicación general de la excepción del uso justo, esto es, que la utilización de breves fragmentos que no inhibe el consumo de la obra original es válida.
Un elemento adicional que deberá ser analizado por el juez federal de distrito Sidney H. Stein, encargado de los casos, es la existencia de acuerdos previos firmados por OpenAI con The Associated Press y con la empresa alemana de medios Axel Springer, que habilitan la posibilidad del uso autorizado de sus materiales. La pregunta es simple: si a estas productoras de información les paga ChatGPT por el uso de sus noticias ¿qué justifica el uso sin autorización de los textos del New York Times?
Algunos antecedentes judiciales parecen inclinarse a favor de la interpretación que hace valer OpenAI del uso justo, incluyendo demandas por artistas plásticos respecto del uso no autorizado de sus obras en imágenes creadas por Inteligencia Artificial, así como la defensa a ultranza que ha permitido a Google mantener funcionando su servicio de indexación de noticias y para justificar la digitalización de resúmenes de libros de su proyecto e-book.
Roger Lynch, director general de la importante cadena de revistas Conde Nast, estará liderando una próxima reunión a la que acudirán los más destacados medios de comunicación impresa con la oficina de Derechos de Autor del Congreso, para convencerlos de la necesidad de legislar para erradicar estas prácticas que, desde su punto de vista, están destruyendo las bases comerciales de la producción de noticias. Si se quiere tener un ecosistema saludable de información, es necesario subir la apuesta de respeto a los derechos de autor.
Como se mire, hay aquí mucho en juego y la decisión inevitablemente permeará hasta el núcleo de la propuesta de la Inteligencia Artificial.