¿Éxito o plenitud? Descubre lo que en realidad importa
Arranquemos el año con una reflexión sobre “el éxito” que a menudo lo establecemos como una meta genérica, pero su definición es cambiante. Este concepto varía según nuestras perspectivas y circunstancias, lo que puede llevarnos a experimentar una sensación constante de insatisfacción si no lo abordamos con una visión clara y equilibrada.
Primero, es crucial distinguir entre el éxito público y el éxito privado. El público es una construcción social y depende de la apreciación de los demás. Es una medida comparativa que se basa en el estatus profesional, la riqueza, los avances académicos o la popularidad en redes.
Estas métricas, aunque ampliamente reconocidas, son efímeras y susceptibles a las tendencias sociales y culturales. Esto puede conducirnos a una necesidad permanente de validación externa, haciendo que las acciones y decisiones se alineen más con las expectativas de otros que con nuestras propias ideas. En casos extremos, podemos llegar a un alto grado de éxito público mientras nos sentimos vacíos y descontentos.
En contraste, el éxito privado es una experiencia subjetiva y personal basada en valores internos, crecimiento y realización. Incluye relaciones significativas, bienestar y logros invisibles para el mundo. Es más sostenible y gratificante porque está vinculado con el largo plazo y no depende de la aprobación de los demás. Proporciona una fuente de motivación intrínseca.
Ahora bien, existe un concepto aún más profundo y enriquecedor: “la plenitud”, que se refiere a un estado en donde se percibe a la vida como rica y completa. Este estado abarca el bienestar emocional, espiritual, físico y mental. La plenitud es independiente de factores externos; es vivir de acuerdo con nuestros valores y propósitos, aceptando incluso los altibajos.
En tanto que el éxito se mide por estándares y logros tangibles, la plenitud se estima por una sensación interna de satisfacción. Es posible ser exitoso sin sentirse pleno y viceversa. El éxito tiende a ser temporal y fluctuante, dependiendo de factores externos y la percepción de los demás, mientras que la plenitud es más duradera y estable.
Buscar el éxito y la plenitud es posible, pero la clave radica en cómo se definen y persiguen ambos. En el coaching, se trabaja para encontrar un equilibrio entre lograr sus objetivos externos y cultivar un sentido de satisfacción y bienestar interno.
Esto implica establecer metas que sean no solo alcanzables y desafiantes, sino que también estén alineadas con los valores personales y propósitos de cada individuo.
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