Educación financiera como elemento para el desarrollo de México
La educación financiera efectiva en México, más allá de enseñar conceptos básicos sobre dinero, debe ser una herramienta que promueva la autonomía, reduzca la desigualdad y fomente el bienestar social. Para lograrlo, es necesario abordar múltiples dimensiones que se adapten al contexto del país.
Según un estudio de la George Washington University School, solo el 32% de los adultos en México posee conocimientos financieros básicos, en contraste con países como Suecia y Noruega, donde la cifra alcanza el 71%. Por otro lado, una investigación realizada por el Nacional Monte de Piedad y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) reveló que el 67% de la población mexicana presenta rezagos en aspectos específicos de conocimiento, comportamiento, planeación y uso de servicios financieros.
La Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021 indica que el 67.8% de las personas de 18 a 70 años en México poseen al menos un producto financiero formal, como cuentas de ahorro, créditos, seguros o Afores. Sin embargo, el uso de efectivo sigue predominando, con el 90% de la población utilizándolo regularmente, y solo una pequeña proporción emplea tarjetas de débito o crédito.
Anualmente, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) elabora un magno documento con selección de un tema que tenga una función e impacto social en la economía del país. Este documento es dado a conocer a la opinión pública, gobierno y sector privado, en el marco de la Convención Nacional IMEF, con el fin de proponer acciones que puedan llevarse a cabo en el corto plazo y que involucren una mejoría social en diversos niveles. Este 2025, el eje temático de Ponencia IMEF es: “La educación financiera y la inclusión como elementos para el desarrollo de México”.
Algunas ideas iniciales están encaminadas a entender las realidades locales, ya que muchas personas dependen de ingresos informales, remesas y sistemas tradicionales de ahorro como tandas. La educación financiera debe respetar estas prácticas culturales mientras introduce herramientas modernas adaptadas a sus necesidades.
Se plantea también incorporar temas de educación financiera a una edad temprana en el sistema educativo nacional desde niveles básicos, utilizando ejemplos prácticos y cercanos a la vida cotidiana. Esto puede incluir simulaciones de ahorro, planificación de gastos o manejo de recursos en el hogar.
Si bien el lenguaje financiero puede ser complejo, es crucial ofrecer recursos educativos accesibles, traducidos a lenguas indígenas y adaptados a diferentes niveles de comprensión. Esto incluye tutoriales en video, aplicaciones interactivas y guías impresas sencillas.
Más allá de teorías, es esencial enseñar habilidades sobre cómo hacer un presupuesto, capacidad de comparar productos financieros, manejo de deudas y tarjetas de crédito, la importancia del ahorro para emergencias y el retiro, entre otros temas.
En regiones rurales o indígenas, donde el acceso a instituciones financieras es limitado, los programas deben incluir opciones como cooperativas, fintech o sistemas de microcrédito, mientras se fomenta el conocimiento de sus beneficios y riesgos.
Con el crecimiento de las fintech en México, es fundamental enseñar sobre el uso seguro de aplicaciones financieras, prevención de fraudes digitales y protección de datos personales.
En el IMEF, a través de su gestión por 63 años, se han creado 16 comités con diferentes disciplinas donde se emiten documentos ilustrativos para ser publicados o difundidos dentro de los asociados, sus empresas y la comunidad empresarial en general, a fin de tomar decisiones adecuadas inherentes a la economía y finanzas. Por ello se mantendrán acercamientos y relaciones con el gobierno, las instituciones financieras, la banca de desarrollo, organismos descentralizados, empresas y academia para trabajar juntas y desarrollar programas educativos accesibles y medibles.
El objetivo final
Lograr una educación financiera efectiva en México significa empoderar a las personas para tomar decisiones informadas, reducir su vulnerabilidad económica y construir un futuro más estable y equitativo. Esto no solo mejora la calidad de vida individual, sino que también fortalece el desarrollo económico del país. El IMEF está consciente de que el desarrollo objetivo y ordenado empieza por una educación práctica y eficiente sin importar edad o situación; por ello, la educación financiera se debe promover en todos los niveles y estratos, incluyendo sin limitación al ámbito empresarial, generador de ingresos, empleos y desarrollo económico nacional.