El difícil periplo para ser partido político
Ante el avasallamiento del oficialismo a los partidos políticos de oposición, existen grandes posibilidades de que diversos colectivos tramiten ante el INE su registro como nuevas franquicias y con ello tratar de recomponer el espectro político nacional al darle nuevas opciones al electorado y tal vez sacar del marasmo y apatía a más del 40 por ciento de electores de la lista nominal que se abstuvieron de votar en los comicios del año pasado.
La zanahoria es muy apetitosa para despreciarla, toda vez que las prerrogativas que otorga el Instituto Electoral a los partidos políticos son por mucho, en exceso, considerando las graves carencias por las que transita la gente, en el entendido de que más de la mitad de la población padece marginación y pobreza.
El costo de la democracia en México es de los más altos del mundo y con el actual esquema de financiamiento a los nuevos partidos políticos, pues, por lo menos, se mantiene el rango de gasto para sostener al régimen democrático que, por cierto, vive sus últimos estertores para dar paso a un régimen de una sola persona, la autocracia, para que me entiendan.
Ahora más que nunca, el obstáculo mayor para autorizar a nuevos partidos políticos no vendrá del cumplimiento de todos los condicionantes que marca la ley para obtener dicho membrete, sino que tendrá que pasar por el filtro de lo que ordene la presidenta de la República, ya que el tema supera y con mucho las atribuciones que tiene el Consejo General del INE; y no nos referimos a las atribuciones constitucionales, sino a los poderes metaconstitucionales que ahora ostenta la jefa del Ejecutivo federal.
En un país en donde no se mueve nada sin la venia presidencial, pues es obligado que el palomeo final sobre las nuevas franquicias políticas lo aprueben desde Palacio Nacional.
Tanto Guadalupe Taddei como los consejeros afines a la 4T tratarán de hacer hasta lo imposible para que aquellas agrupaciones como las de la Marea Rosa, que ya tienen una fuerza evidente entre la sociedad, no tengan posibilidad de ganarse el membrete.
Así que los señores del Frente Cívico Nacional deben estar preparados en todos los frentes, no solo para obtener los apoyos necesarios entre la ciudadanía y en las 20 entidades que se requieren para cumplir con los requisitos que exige la ley electoral, entre otros temas, sino que deben estar preparados ante un posible veto presidencial.
Efectivamente, esta nueva opción política resultará muy atractiva para esos electores decepcionados por el PAN, PRI, PRD y MC, quienes armaron alianzas entre personajes non gratos como Alejandro Moreno y Marko Cortés, entre otros muchos, además del agandalle de los pluris para sus cuates, amén de los legisladores tránsfugas que se vendieron al oficialismo.
Así que los Guadalupe Acosta Naranjo, Emilio Álvarez Icaza, Gustavo Madero, Mariclaire Acosta, Rosario Guerra, Cecilia Soto, Macario Schettino y Fernando Belaunzarán, entre otros, todos ellos de gran prestigio, están conscientes de que enfrentarán la madre de todas las batallas para alcanzar la meta trazada, en el entendido de que si fracasan, pues prácticamente no tendrán espacios políticos para encauzar su actividad.
Está mucho en juego, aunque no se necesita tener dotes de agorero para pronosticar que el obradorato tiene todas las canicas del juego en su bolsa, es decir, salvo que ocurra una hecatombe, no hay poder humano, por lo menos en México, que los saque del poder.
Todo está diseñado por el actual régimen para evitar la alternancia del poder y ello incluye, por supuesto, marginar a esas eventuales nuevas fuerzas políticas que obtengan su registro oficial.
En la visión totalitaria del obradorato, luego de que termine la administración de Claudia Sheinbaum, seguirá el hijo pródigo, Andy López, y luego vendrán otros miembros de la camada que conforma la estirpe de la 4T.
Desde luego, entre las agrupaciones que buscan convertirse en nuevos partidos políticos hay de todo como en botica; unos, como el Frente Cívico Nacional, serán opositores al oficialismo, pero otros buscan ser comparsa del poder al hacer labor en favor de la presidenta de México.
Bueno, hasta se habla de que habrá un apéndice nacional del Partido Republicano que ahora domina Donald Trump.
Así que, señores, mientras son peras o manzanas, diremos que la irrupción de nuevos partidos políticos en el escenario nacional representaría un tanque de oxígeno a la democracia y al abanico de posibilidades que tendrá el electorado, por encima de los partidos tradicionales que ya perdieron su oportunidad dorada de volver a gobernar en nuestro país.