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Sin duda, la orden ejecutiva para imponer 25 por ciento de aranceles a las exportaciones de México a EU del primero de febrero fue un acto propagandístico dirigido a los seguidores de Trump. Fue cuestionado por legisladores, gobernadores y diversos grupos empresariales estadounidenses que imprimieron una fuerte presión a su gobierno. Pero así juega Trump. Y el juego apenas comienza.
Lo más duro de la orden ejecutiva fue la parte que afirma que “las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros para que los cárteles se dediquen a la fabricación y transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de estadounidenses”. Si bien la presidenta Claudia Sheinbaum lo negó, hay muchos capítulos, documentados en prensa, de la cercanía de AMLO con el narcotráfico y su interlocución, además de protección desde lo que llamó que ellos por sus “derechos humanos” merecen protección.
Trump enfrenta un gran déficit en las finanzas públicas, y piensa que los aranceles y los déficits comerciales pueden ayudar a disminuir el problema, sin necesidad de medidas fiscales. Este es un cambio sustancial en el juego de Trump, ya no se trata solo de medidas para presionar a sus socios, hoy busca disminuir déficit, reconstruir en EU empresas, y disminuir inflación y riesgos internos. Es por tanto más peligroso, pese a las advertencias de sectores empresariales que le señalan los riesgos de tomar medidas que afecten desproporcionadamente a los propios americanos, reste competitividad a la región, y pierda su posición líder en los mercados. Cómo lo entenderá y si realmente lo valorará está por verse.
Por lo pronto, se vislumbra que además de apoyo militar en la frontera buscará que México sea de nuevo tercer país para acoger inmigrantes. También impondrá su voluntad de adelantar la renegociación del T- MEC con México y Canadá, en aras de disminuir los déficits comerciales y la supuesta triangulación china. Desde luego, el terrorismo antiinmigrante continuará, pese a protestas de amplios sectores que señalan que EU no cuenta con suficiente mano de obra para su crecimiento. Mucho menos si la idea es abrir nuevas empresas.
En términos de seguridad, EU hará lo que estime conveniente a sus intereses. Combatirá el tráfico de fentanilo, pero puede hacerlo de distintas formas; obligando al gobierno mexicano a cooperar bajo sus términos. Difundiendo y persiguiendo a servidores públicos con nexos con narcotráfico. Atacando directamente, o mediante acciones concertadas, para destruir laboratorios, bodegas e instalaciones de los cárteles. Deteniendo a figuras emblemáticas para poner el ejemplo. Decidir el rompimiento de Claudia Sheinbaum con AMLO. En fin, hay varios escenarios. No es que EU vaya a resolvernos el problema de seguridad. Es sólo que actuará conforme lo estime necesario para someter al gobierno mexicano a sus intereses.
No hay pues que ser ingenuos, estamos ante un nuevo escenario mundial. Cambió la geopolítica. Y nosotros somos el primer frente de los cambios. Pese a todo, Claudia Sheinbaum mantiene la política de confrontación y división entre mexicanos. No invitar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación es un acto inédito en la celebración de la promulgación de lo que queda de nuestra Constitución. No hay voluntad de diálogo y la unidad nacional que invoca es una quimera. Muchos piensan que debería reflexionar y poner orden en casa antes de sufrir las embestidas que vendrán del exterior. El nuevo autoritarismo la ampara y le satisface. No requiere más.
Las finanzas públicas y su deterioro son su mayor talón de Aquiles. Ya se adueñó de los ahorros de los trabajadores del Infonavit y dispondrá de los recursos a voluntad, sin transparencia, ni fiscalización. La deuda pública sigue creciendo y es otro recurso que seguirá utilizando, hasta donde los mercados y las calificadoras lo permitan. Pero ya empezó a aflojar reglas para la inversión extranjera directa en materia energética. Y es probable que la inversión público-privada abarque mayores ámbitos en infraestructura y servicios. El freno que se ha autoimpuesto es la falta de certeza jurídica. Los contratos no valen nada sin un Poder Judicial independiente y autónomo que está empeñada en destruir.
De todos los daños infringidos al país y sus instituciones, la Reforma al Poder Judicial es, sin duda, la peor, la que más nos aleja de ser socios comerciales confiables, de ser un destino seguro para las inversiones y los costos ya repercuten en varios campos.
Hacer oídos sordos no ayudará a que funcione un proceso plagado de vicios y que será, probablemente, muy corrupto, por la falta de una carrera judicial y la carencia de valores y conocimiento del derecho en todos sus ámbitos. Por eso no vislumbro ningún escenario que mejore a nuestro país y a su población más pobre y marginada.