La confianza empresarial está erosionada
El gobierno quisiera que las expresiones de confianza y respaldo manifestadas recientemente por los organismos empresariales fueran unánimes entre los empresarios y no solo en sus dirigencias.
Sin embargo, no es así, o al menos no lo reflejan los cientos de empresarios entrevistados mensualmente por el INEGI.
La encuesta más reciente revela un retroceso en la confianza del sector empresarial durante enero.
La caída respecto al nivel de hace un año fue de 4.6 puntos.
El factor más influyente en este comportamiento es, sin duda, el entorno global configurado por la administración de Donald Trump.
No obstante, es importante señalar que el nivel más alto alcanzado por este indicador en el presente ciclo se registró en septiembre de 2023, y desde entonces ha mostrado una tendencia descendente de manera intermitente. Las decisiones de Trump consolidaron esta caída.
El hecho de que los aranceles se hayan pospuesto un mes no elimina la incertidumbre. Esta sigue latente como un nubarrón que frena muchas inversiones.
Ningún indicador de inversión es tan oportuno como el de la confianza del sector empresarial, pero otros indicadores menos inmediatos muestran que desde el último trimestre de 2024 la inversión ha disminuido mes con mes.
Una cosa son las fotos y declaraciones, y otra muy diferente, la realidad de la inversión.
El gobierno a veces no percibe que los empresarios deben tomar decisiones sensatas en función del entorno.
En este contexto, ni el nacionalismo exacerbado ni los discursos patrióticos son suficientes.
Lo fundamental es que los proyectos sean razonables y rentables. Si no lo son, simplemente no habrá inversión.
Resulta preocupante que dentro de la 4T no se dimensione el riesgo que implican las iniciativas del llamado plan C.
En particular, sorprende que no se contemple el impacto que tendrá la elección de jueces en la inversión.
Recientemente, conversé con empresarios que podrían participar en proyectos de infraestructura anunciados por el gobierno, en los que nuevamente se ha convocado al sector privado.
Sin embargo, con la posibilidad de un Poder Judicial completamente alineado con el gobierno federal, resulta difícil imaginar que haya volúmenes de inversión significativos.
¿Qué empresario, salvo los incondicionales, asumiría el riesgo de asociarse con el sector público si el Poder Judicial estuviera sesgado a favor del gobierno y sus instituciones?
A medida que avanza el proceso, las señales de que las cúpulas del Poder Judicial serán controladas por Morena se vuelven más evidentes.
No debería sorprendernos que las inversiones no lleguen.
Este escenario, de por sí preocupante, se agrava aún más en un contexto donde las decisiones del gobierno de Estados Unidos amplifican el riesgo.
La semana pasada mencionamos en este espacio que la única variable económica que parece mantener impulso es el consumo de las familias.
Todo indica que la inversión privada, que debería ser el motor de la economía, se mantendrá retraída en 2025.
La inversión pública no crecerá debido al ajuste fiscal derivado del gasto excesivo en 2024.
El gasto público en general tampoco lo hará, ya que fue necesario reducirlo.
No está claro si el dinamismo del consumo será suficiente para evitar una recesión.
Con el paso de las semanas y los meses, cada vez más instituciones anticiparán una contracción económica en 2025, lo mostrarán las encuestas entre especialistas.
Ojalá no ocurra, pero los riesgos son cada vez más evidentes.