Una mirada al mundo desde el multilateralismo y la solidaridad
Con una intensa agenda de trabajo, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla participó en la 79na. Asamblea General de Naciones Unidas, en su debate anual de alto nivel que comenzó a sesionar el 24 de septiembre y concluye el lunes 30, bajo un tema en el cual había mucho que decir —y buena parte de las decenas de jefes de Estado y de Gobierno y ministros que participaron fijaron posiciones críticas y constructivas, mientras algunos otros llevaron falacias y justificaciones—, dada la peliaguda situación internacional por difícil, espinosa, peligrosa, compleja y comprometida.
«No dejar a nadie atrás: actuar codo a codo para promover la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana en favor de las generaciones presentes y futuras» fue la base del debate acerca de los retos comunes que enfrenta la Humanidad, un convite al diálogo hizo el secretario general, António Guterres, con estas palabras: «En todo momento, nuestra organización y nuestro personal seguirán solidarizándose con los pueblos del mundo en estos tiempos tan difíciles, para tratar de forjar colectivamente un futuro más pacífico, saludable, igualitario y próspero». Tarea escabrosa, cuando prima el egoísmo de unos pocos poderosos sobre el interés y el derecho de muchos.
Cuba habló claro, desde el multilateralismo y la solidaridad, en cada uno de los análisis de los problemas claves, abordados en el 79no. Período de sesiones de la Asamblea, presidida en el año de trabajo recién comenzado por el ex primer ministro camerunés Philémon Yang.
Durante la Cumbre del Futuro se pretendió reafirmar los compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Carta de la ONU, para mejorar la cooperación y sentar las bases de un sistema multilateral renovado; cuando se abordó el aumento del nivel del mar, la discusión versó sobre la búsqueda de soluciones y compromisos para garantizar un futuro resiliente y sostenible, en especial para los pequeños estados insulares en desarrollo y las zonas costeras bajas.
Una tercera jornada se dedicó a la eliminación de las armas nucleares a nivel mundial, asunto de máxima prioridad de la ONU en materia de desarme, que asoma peligrosamente en las resbaladizas circunstancias de la dicotomía guerra-paz y en la que Cuba abogó por la universalización del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que establece claramente el carácter inhumano, inmoral y éticamente indefendible de estas armas y también su ilegalidad.
También la voz del Canciller cubano se escuchó en cada foro paralelo y diverso, enriquecedores de la visión y el quehacer planetario, siempre con un llamado a la unidad, «frente a intereses ajenos que pretenden dividirnos, invisibilizar nuestras realidades, cercenar nuestros derechos y obstaculizar nuestros sueños», como dijo en uno de estos cónclaves, entre ellos la 6ta. Reunión Ministerial del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, y en la Reunión Ministerial Grupo de los 77 y China.
La Reunión de la Troika Ampliada CELAC–Unión Africana fue propicia para que Cuba expusiera la gran importancia que otorga a las relaciones con África, a la que nos unen históricos y especiales lazos de amistad y cooperación; y en el Comité Ministerial de Países No Alineados sobre Palestina, el Ministro de Relaciones Exteriores alertó que cada minuto de impunidad de Israel, de pasividad y de silencio costará más vidas inocentes del pueblo palestino.
Especial la participación en la 24ta. Reunión del Consejo Político del ALBA-TCP. Allí denunció: «Las oligarquías regionales acuden a políticas aparentemente desterradas como los golpes de Estado, con la convivencia del Gobierno de Estados Unidos. Baste recordar el golpe contra Bolivia en 2019 y el más reciente intento, y las denuncias de los gobiernos de Honduras y Colombia, así como las groseras incitaciones contra las fuerzas armadas venezolanas».
Gracias a la iniciativa de Brasil de convocar, por primera vez, una reunión ministerial del Grupo de los 20 (G20) abierta a la participación de todos los Estados miembros y observadores de las Naciones Unidas, Cuba pudo exponer en ese foro elitista y antidemocrático, la ineficacia y lo obsoleto de la arquitectura financiera internacional, incapaz de apoyar a los países en desarrollo cuando más lo necesitan y que solo «ha sido eficiente únicamente en reproducir un esquema de colonialismo moderno a expensas de las reservas del sur».
Cuba habla ante el pleno de la ONU
Este sábado, en horas del mediodía, Bruno Rodríguez Parrilla pronunció el discurso esencial en que marcó la posición cubana ante el plenario de la comunidad internacional, cuyas primeras palabras fueron para Palestina, para denunciar la masacre indiscriminada que comete Israel con la complicidad y las armas que suministra Estados Unidos y el silencio cómplice de otros.
Arremetió ante las agresivas sanciones unilaterales y las doctrinas de expansión, el peligro de una hecatombe nuclear y el desarrollo de nuevas armas, y la negativa de cumplir el compromiso de las ayudas al desarrollo que desvanecen la posibilidad de alcanzar la sostenibilidad de la mayoría de la población mundial, que sigue empobreciéndose.
En su valoración habló de un orden internacional sin bloqueos ni medidas coercitivas unilaterales, con pleno respeto a la carta de las naciones y el derecho internacional. Al respecto mencionó a casi una docena de naciones así agredidas por Estados Unidos. Habló de Venezuela, Nicaragua, Puerto Rico, Haití, las Malvinas argentinas, el reconocimiento de una sola China, y una solución diplomática para el conflicto en Ucrania como han propuesto Brasil y China.
Subrayó la ambición de Washington de decidir los destinos de Cuba, basada en la Doctrina Monroe que también va dirigida a toda Nuestra América.
Por supuesto, denunció el bloqueo, una de las armas principales contra Cuba para crear inestabilidad política y social con un daño visible que repercute en la vida de todos los cubanos y cubanas y que está acompañada por una campaña comunicacional y los actos violentos que promueven desde Estados Unidos. Un cerco completado por una lista espuria que sitúa a Cuba en la falacia de supuestos estados terroristas.
El bloqueo, una mácula a la conciencia internacional
A su vez, la Mayor de las Antillas recibió la solidaridad. Posiblemente nunca como en las actuales sesiones del segmento de alto nivel de la Asamblea General, fueron tan previsibles los debates programados para octubre en torno a la Resolución cubana que demanda a Estados Unidos el levantamiento del bloqueo a la Isla.
Pudiera decirse que no ha quedado un alto dignatario que al subir al podio no criticara esa medida criminal. Muchos, además, reclamaron la exclusión de Cuba de la falsa lista estadounidense de países promotores del terrorismo, falaz complemento del Imperio en su intención de asfixia.
Al carácter ilegal e injusto del bloqueo se ha sumado este año, tal vez con particular fuerza, la denuncia del daño humanitario que inflige. Su creciente impacto en la vida del pueblo cubano ha impregnado vigor al reclamo.
Así lo manifestó el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, quien consideró al bloqueo como una «medida desactualizada (…). No es una cuestión de política, es una cuestión de justicia y dignidad humana», señaló. En ello hizo énfasis también el primer ministro de Tuvalu, Feleti Teo, y el de Timor Leste, Kai Raia Xanana Gusmao.
Lo subrayó el canciller de Santa Lucía, Iva Romanus Baptiste, y la canciller de Jamaica, Kamina Johnson, quien recordó que la política de Estados Unidos hacia Cuba conspira contra las metas y acuerdos adoptados en el marco de la ONU y, concretamente, el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En la misma línea se pronunció el presidente de Namibia, Nangolo Mbumba, y el presidente de Vietnam, To Lam, quien acaba de concluir su primera visita oficial a Cuba.
Otros dignatarios destacaron la incongruencia de la guerra económica de Washington con los preceptos aprobados recientemente por la Asamblea General, como los estampados con la reciente adopción del Pacto de Futuro. Podemos mencionar a la canciller boliviana, Celinda Sosa, y los altos representantes de Laos, Angola, Bahamas, Guinea Ecuatorial, San Vicente y las Granadinas, Rusia, China, Venezuela, Bahamas, México y Granada, a nombre también de la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom), por citar algunos.
Un mentís rotundo a los falsos argumentos de Washington para agredir a Cuba formuló la primera ministra de Barbados, Mía Mottley: «La continuación del embargo a Cuba y la injusta designación de ese país como Estado patrocinador del terrorismo contradicen todo lo que sabemos sobre Cuba. (Esa política) supone una mácula a nuestra conciencia internacional».
Quizá pueda ser colofón de estas jornadas de lucha desde la diplomacia, escuchar en la noche del sábado el Acto Latinoamérica Habla en Solidaridad contra el imperio, que se expresó en unidad junto a Cuba y Venezuela, contra el bloqueo y las sanciones, y constituyó una contundente denuncia al genocidio que perpetra Israel contra el pueblo palestino.