O'Connor, de ser el «menos inteligente» del Giro a líder de la Vuelta
La insultante superioridad de Tadej Pogacar en el pasado Giro de Italia hizo que Ben O’Connor se sintiera el ciclista más tonto del pelotón. Al menos, durante un rato. En la segunda etapa de la carrera, el esloveno atacó y O’Connor fue el único que se sintió con fuerza para seguirlo. Hasta que no pudo más y se hundió.
«Siento que soy el segundo tipo más fuerte del Giro, pero probablemente el menos inteligente. Fue estúpido». aseguraba. El australiano se sentía con fuerzas para ganar tiempo respecto a todos sus rivales excepto Pogacar y acabó perdiéndolo. «He aprendido una lección», decía. Y la puso en práctica camino de Yunquera, uno de los pueblos blancos de la Sierra de las Nieves, en la provincia de Málaga.
El corredor del Dectahlon fue uno más de los aventureros que se atrevieron a lanzarse al ataque cuando los ciclistas encaraban la subida al primer puerto, el del Boyar. Llegaron a ser trece los escapados de los que O’Connor se despidió junto a Gijs Leemreize camino de la cima del puerto del Viento. En la penúltima subida, Puerto Martínez, O’Connor ya se fue en solitario camino de la meta.
El corredor del Decathlon lanzaba un ataque que no sólo debía servirle para ganar la etapa sino también para presentar su candidatura al triunfo final en Madrid. Llevaba cinco minutos y medio al pelotón de los mejores al que acabó sumando otro más en la meta de Yunquera.
El ejemplo de Sepp Kuss el año pasado, cuando ganó la Vuelta gracias a la renta conseguida, vuelve a la mente de los favoritos, que le dejaron ir sin poner a sus equipos a tirar para reducir la ventaja. Y cuando lo hicieron tampoco consiguieron recortar.
Primoz Roglic ya advirtió en la meta de Sevilla de que no era mala idea ceder el maillot rojo para descargar responsabilidades y permitir descansar a su equipo. Aunque quizá se le fue la mano. A él y al resto de favoritos. O’Connor ya fue octavo en la Vuelta en 2022, pero se acercó más al podio en el Tour de 2021 y en el Giro de este mismo año. En ambas ocasiones fue cuarto. Pero nunca tuvo una ventaja de 4:51 sobre el segundo de la general como la que disfruta ahora sobre Roglic.
«Es una muy buena oportunidad una de las mejores de mi carrera», asume O’Connor. Una oportunidad de subir al primer puesto del podio en una grande. «Quiero disfrutar de cada momento y dar lo mejor de mí. Creo que es una de las mejores oportunidades de mi vida», se repetía en su primera conferencia de prensa como maillot rojo.
En realidad, O’Connor ya disfrutaba de su triunfo y de su liderato cuando atacaba las rampas de la última subida, la del Alto de las Abejas, un puerto de tercera que podía haber servido para animar la disputa entre los favoritos pero que sólo sirvió para que O’Connor se sintiera cada vez más capaz de disputar el triunfo final. «En la última subida pensaba en el margen que podía conseguir. Tenía claro que iba a ganar la etapa. Lo que tenía en mente era ver cuánto tiempo podía sacar», reconoce.
El autoproclamado corredor menos inteligente del Giro es ahora el más fuerte de la Vuelta. «Hoy ha sido diferente. La formación de la fuga fue dura. Quería ver si los equipos poderosos iban a perseguir y vi que no, que era una buena oportunidad para mi victoria y para la clasificación general», dice. Ahora disfruta de un regalo de casi cinco minutos.