La última gran galopada de Luis Ángel Maté, el "Lince andaluz"
De los 22 autobuses que hay en la Vuelta, llama la atención ver que el de Euskaltel-Euskadi es uno de los más concurridos. De él se baja Luis Ángel Maté. El "Lince andaluz", que disputa su última Vuelta a España y una de sus últimas carreras como corredor profesional. Cuando acabe la temporada -el equipo vasco apurará hasta mitad de octubre en Francia, Bélgica, Malasia y China buscando puntos UCI-, se retirará del deporte de alta competición.
Se va con 40 años. Con la eterna sonrisa que siempre va con él. Mientras trata de coger su bici para ir al control de firmas, casi una veintena de personas lo rodea para hacerse fotos con él. Atiende todas las peticiones, como casi siempre. Pero este año, con un poquito más de paciencia si cabe: "Lo estoy viviendo con mucha emotividad, con un punto nostálgico. Estoy viviendo el final de esta etapa en las carreteras donde crecí, donde me hice ciclista. Tener la oportunidad de despedirme aquí, saborear cada kilómetro y de devolver un poco de todo el cariño que he recibido, porque nunca podré devolverlo todo, es un lujo", dice.
Una emotividad que no va a cesar, porque la carrera discurrirá por zonas con las que Maté tiene un vínculo especial, sea deportivo o incluso familiar: "Cantabria, Burgos, el domingo en Granada, Madrid... parece que la han diseñado para mí, para que me despida", bromea el marbellí.
Desde que él llegó en 2008 al profesionalismo, en las filas del extinto Andalucía-Cajasur, hasta este 2024 las cosas han cambiado mucho en el ciclismo. "Todo se ha tecnificado muchísimo. Todo ha cambiado, en el ciclismo y en la sociedad, porque el deporte es sólo un reflejo de ella. Todo va mucho más rápido, ha llegado la tecnología, la nutrición, todo se controla mucho... lo que no sabemos es si es un cambio a mejor o a peor", reflexiona.
En cualquier caso, él sigue teniendo presente el ciclismo de siempre. Aquel en el que, entre tanto entrenamiento, serie y medidor de vatios también había tiempo para las grupetas de amigos o pararse en una venta de pueblo en busca de avituallamiento. "Yo, como veterano, me siento responsable de no olvidar los orígenes de este deporte. Nadie debe olvidar de dónde viene. Y ahora, entre tanta tecnificación y modernidad camuflada de progreso, que no sabemos si es progreso o regreso, es importante reivindicar los orígenes del ciclismo".
Un ciclista tardío de otra época
De hecho, a día de hoy sería prácticamente impensable ver a corredores pasando a profesional con la edad a la que lo hizo Maté. Él dio el salto a punto de cumplir los 24 años. Evenepoel, por ejemplo, acaba de cumplirlos y ya ha ganado Vuelta a España, oro olímpico, podio del Tour y etapas en las tres grandes. Para Luis, más allá de las luces de esta generación, también hay sombras: "No se están respetando los tiempos de maduración de los niños, porque al final son niños", advierte.
Y eso, a su juicio, es un error "gravísimo" que se puede acabar pagando. "Ahora sabemos mucho más, han mejorado la fisiología, todas las ciencias del deporte, pero también a nivel psicológico es muy duro, hay mucho estrés. Estamos viendo chavales de 14 o 15 años haciendo muchísimos sacrificios, y creo que a nivel psicológico habría que reflexionar. Respetar los tiempos, tener paciencia, dejar que los jóvenes maduren".
De hecho, empieza a ser un fenómeno común ver a ciclistas que apuntan muy alto y, una vez llegan al WorldTour, se retiran con poco más de 23 años porque no pueden más. "Y esos son los que han tenido la suerte de pasar a profesionales. Por el camino hay muchos que no llegan y la frustración es mayor. Yo creo que un niño, un chaval, debe usar la bici como vehículo para divertirse, crecer y conocerse a sí mismo. Soy optimista, creo que este modelo cambiará, al final también esto va por ciclos. Creo que habrá un momento en el que se reflexione y se vaya a algo más parecido a lo anterior", arguye el ciclista malagueño
Historia de LaVuelta
A lo largo de su trayectoria le ha dado tiempo para disputar seis Tours de Francia y 12 Vueltas a España. Las mismas que hicieron, por ejemplo, "Purito" Rodríguez y Dani Moreno. Solo una decena de corredores ha superado esa cifra en toda la historia de la Vuelta. Hasta ahora, ha acabado las once anteriores. Si termina dentro de dos semanas en el Edificio Telefónica, será uno de los cinco que, con tantas ediciones a cuestas, las ha acabado todas. Imanol Erviti, con 15, Jesús Manzaneque en los lejanos años 70, y los propios Purito y Dani Moreno son los cuatro anteriores.
"Es muy difícil lograr eso. Mira Urán o Rui Costa, se han tenido que bajar estos días. Porque, además, en algunas ediciones he llegado a estar muy mal, muy enfermo. Pero el ciclismo también es eso, sobreponerse. Y cuando corres tantas, hay muy pocas posibilidades de terminarlas todas. Siempre estás expuesto a algo. Hay lesiones, enfermedades, caídas... pero aquí estamos". En 2018, una bronquitis cuando llevaba el maillot de la Montaña le impidió pelear el entorchado hasta el final. Y allá por 2014 logró su mejor clasificación, un décimo noveno puesto final pese a estar consagrado a labores de equipo.
Luis se marcha tranquilo. Sin remordimientos y con la sensación del trabajo bien hecho durante muchos años. A veces, sacrificando brillo personal en favor del equipo. A la pregunta de si le ha quedado algo por hacer, responde tajante. No. Luego lo piensa: "Bueno, quizás el Giro. Hubo un año que estuve lesionado de la rodilla, otro de clavícula. Y lo tenía planificado en el año del Covid, pero coincidió con la Vuelta, me dieron a elegir y elegí la Vuelta. Pero estoy muy contento con la carrera que he tenido", sentencia.
Ciclista sólido, constante. Ofensivo y amante de las fugas. De las galopadas. Señas de identidad que ha llevado siempre. Y con ellas se ha despedido de la mejor manera posible para un deportista: con victorias. Después de más de una década sin ganar, el año pasado consiguió un triunfo de etapa en la Volta a Portugal -acabó quinto la general- y este año ha logrado repetirlo. Precisamente, rematando una escapada. Se retira así con seis triunfos en carreras profesionales: dos etapas en la antigua versión del Circuito Montañés (2005 y 2007), cuando todavía era sub23. Una etapa en el Tour de San Luis (2010), otra en la Route du Sud (2011) y las dos en suelo portugués.
Aún no sabe qué hará en el futuro, pero sí es consciente de que el simple hecho de poder elegir cómo acabar su carrera ya lo sitúa entre los privilegiados del ciclismo. Y admite que no imaginaba todo esto: "Me ha ido viniendo, o me lo he ido tomando, como un regalo. Poder ser profesional, haber estado tantos años, conocer tanta gente, recibir tantísimo cariño. Lo valoro mucho, y sobre todo valoro la posibilidad de decir adiós cuando yo quiero. Ha habido muchos compañeros con finales de trayectoria muy traumáticos. Poder despedirme así, con cariño, con el público y con un buen nivel físico y disfrutando cada pedalada ya es un privilegio", sentencia. La Vuelta sigue su curso. Y al "Lince andaluz" no se le borra la sonrisa de la cara. Está decidido a que nada estropee su última galopada.